Parque de altura

En las vías de un antiguo tren se ubica uno de los parque más atractivos de la ciudad. No todo es el Central Park en la Gran Manzana.

Si hay una ciudad que hace de su perpetua transformación una constante, esa es Nueva York. Exponente de ello es su High Line, un parque de altura ubicado donde antaño pasaba un tren. En esta nota un recorrido por este espacio verde que, con pocos años de existencia, ya se ha convertido en uno de los iconos de la urbe.

Historia

Aunque el parque recién se inauguró por completo en 2014, la historia del High Line se remonta a tiempo atrás, exactamente a 1934. Fue en aquel año que se estableció el tren como parte del proyecto West Side Improvement que consistía en trasladar mercancía desde y hacia el distrito industrial más grande de Manhattan. Su recorrido se extendía desde la calle 34 hasta St John's Park Terminal en Spring Street.

Sin embargo, el crecimiento de la industria camionera debilitaría la línea de trenes hasta su cierre en 1980. A partir de ese momento, un grupo de propietarios pujaría por la demolición de la línea ferroviaria, mientras que otro bando lo haría por su conservación. En este último se encontraba Peter Obletz -vecino de Chelsea, cercano al High Line- que llevó hasta los tribunales su pelea en contra de la destrucción de la línea. Probablemente no lo supo en aquel momento, pero su tenacidad ayudó a transformar el espacio urbano neoyorquino.

Tras décadas de abandono, en 1999 dos residentes del barrio -Joshua David y Robert Hammond- fundaron la ONG Amigos del High Line, que perseguía no sólo la conservación de la línea, sino también su reutilización como un espacio público abierto. Comenzaba a vislumbrarse un futuro para esta zona de la ciudad que parecía haber caído en el olvido.

El proyecto

El tiempo de abandono y la forma en que las hierbas crecieron libremente entre las vías durante los más de 20 años de desuso sirvieron como fuente de inspiración para crear este parque de altura. De hecho, los diseñadores incorporaron al paisajismo parte de las especies que originalmente crecieron en el lecho del High Line, así como también otras nativas. Todas fueron elegidas por su resistencia, sostenibilidad y la variación de textura y color acorde a las diferentes temporadas.

Sin embargo, el proceso de transformación no fue fácil. Demandó años de planificación, aportes de la comunidad y de paisajistas de renombre. Su construcción se dividió en tres etapas. Cada una dedicada a un trayecto diferente del parque que se tradujo en más de dos años de intenso trabajo. Aunque basta con caminar por el High Line para entender que cada esfuerzo valió la pena y dio sus resultados.

El parque de altura

En junio de 2009 se estableció la primer etapa del predio desde la calle Gansevoort hasta la calle 20th. Dos años más tarde se habilitó el segundo tramo –abarcaba el trayecto entre la calle 20th y 30th-. Y, en 2014 se inauguró la tercera etapa conocida como Rail Yard. Se daba por terminado este parque que tiene como columna vertebral unas antiguas vías de tren.

Con poco más de dos kilómetros de largo caminar por el High Line supone un paseo ameno donde el escenario cambia con cada paso. Por momentos, los diez metros de altura de la antigua vía garantizan unas vistas panorámicas de la ciudad y sus rascacielos, perfectas para inmortalizar en fotos. Por otros, el camino lo conduce a un frondoso túnel que lo rodea de verde y hace difícil creer que uno se encuentra en Nueva York. Hay lugares de esparcimiento como explanadas, bancos o reposeras para sentarse a descansar y disfrutar del “dolce far niente” que pregonan los italianos. El arte callejero presente en llamativos graffitis es otro hilo conductor del recorrido.

Aunque los puntos de interés no terminan aquí. El edificio de IAC diseñado por el famoso arquitecto canadiense Frank Gehry se puede apreciar desde este parque de altura. Lo mismo sucede con los Chelsea Piers -el destino original del Titanic- hoy un espacio devenido en clubes deportivos.

Alrededores

Antes o después de visitar el High Line, los alrededores también merecen ser tenidos en cuenta. En este sentido, cercano al tramo sur del parque se ubica el Chelsea Market, un coqueto mercado  donde antaño funcionaba una fábrica de galletas Oreo. “En la variedad está el gusto” pareciera rezar este patio de comidas que ofrece desde pastas italianas hasta curries tailandeses pasando por embutidos españoles, currywurst alemán o cupcakes típicamente norteamericanos. Un lugar perfecto para almorzar o hacer una pausa, tentempié de por medio.

El recorrido se completa con algunas tiendas donde adquirir Delicatessen y abastecerse de souvenirs.

Nobleza obliga: Si no le agradan las multitudes lo ideal es evitar visitarlo los fines de semana.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA