Pablo Garay se rinde ante el fuego del flamenco

El bailaor cierra el año con “Rendición”: un show poderoso con una fuerte puesta en escena y varios artistas invitados.

Pablo Garay se rinde ante el fuego del flamenco
Pablo Garay se rinde ante el fuego del flamenco

El poderío, la autonomía y la fuerza del flamenco se expresan en los tablaos de los escenarios mendocinos de la mano (y en los pies) de Pablo Garay. El bailaor cierra esta noche un año cargado de emotividades con un show en el teatro La Compañía.

A lo largo de la semana, los últimos ensayos se hacían sentir mientras se acercaba la fecha de "Rendición". Como lo define el artista, es un estado mental: es el punto más hondo donde fusiona la técnica y la corporalidad y deja salir lo que la superficie esconde.

La presentación contará con la participación especial del cantaor español residente en Chile, Carlos Lobo y la cantaora Gabriela Gómez; en la percusión y los coros estará Alejandro Morales y en la guitarra, Diego Lorenzo. Todo, bajo la dirección de Garay.

En una emotiva charla con Los Andes, Pablo repasa sus comienzos, resume un año significativo y encara estos últimos momentos previos a lo que será una puesta en escena que prenda fuego las tablas.

- ¿Cómo han estado los ensayos y las presentaciones previas al sábado?

-Escénicamente, en los lugares que he estado, tenés a la gente muy cerca y eso genera como una ida y vuelta de la energía impresionante. El flamenco requiere una cosa de atención, por momentos es como que va creciendo y cuando se logra esa conexión, la potencia y la fuerza son impresionantes.

-¿Cómo has cambiado desde el primer día en que te subiste al escenario?

-Yo empecé paralelamente la formación en el flamenco junto a mi formación en intérprete, profesor y licenciado en arte dramático, entre otros estudios. Empecé y lo vinculé todo al entrenamiento físico, y ya a los 8 o 10 años de estudiar con mi maestro Miguel de Mendoza, empecé a tener compañeros a los que yo les daba una mano con el material y me planteé la idea de dar clases.

Empecé como sin darme cuenta y en un momento ya tenía como 80 o 100 alumnos, estaba en un salón con horarios full time y cada vez, el flamenco fue tomando más espacio. Ya no lo tomaba como un entrenamiento, sino como algo súper vivencial. He tomado clases como si tuviera tres vidas.

-¿A quién recordarías en  tu formación y cómo han influido en tu trabajo actual?

-Primero y principal, la técnica del maestro Miguel de Mendoza. Eso ha sido fundamental. Y de ahí en adelante, creo que tiene que ver con el aprendizaje constante y el hecho de estar conectado con lo que sucede en cada momento.

No tengo limitaciones y, por suerte, la gente que trabaja conmigo tampoco. Yo siempre termino rompiendo con las reglas o la ortodoxia del flamenco, desestructurándolo: todo puede tener una interpretación flamenca. Hay un poderío gestual tan fuerte y tan amplio, que la limitación la tiene la persona que lo piensa.

-¿Te permitís ir cambiando?

-Absolutamente. El flamenco raya en eso, en admitir lo que sucede y vos tenés que tener en claro la idea: si lo hacés o no lo hacés. No podés hacerte el tonto, como que no está sucediendo. Me parece que es como desempolvarse un poco y atreverse a decir cosas que suceden.

-¿Cómo resumirías este año, en cuanto a los espectáculos, la actualidad del flamenco en Mendoza y la respuesta de la gente?

-Este año ha sido extraño. La falta que tenemos de Miguel de Mendoza y de Claudio Arias... Claudio fue un artista que no ha tenido comparación en Latinoamérica, una persona con un nivel de sensibilidad y formación técnica que no se encuentra hoy. Su partida generó un remezón fuerte este año. Con respecto al público, la gente siempre responde al flamenco. Mi maestro decía: “si el flamenco está bien hecho, siempre gusta”.

Por eso siempre hay que preocuparse de que esté bien hecho: comprometido, con un sentido musical, rítmico, que tenga organicidad y lo demás sucede por añadidura, siempre.

-¿Desde dónde has abordado "Rendición"?

-Para mí tiene que ver con un estado mental. Estoy seguro de que va a tener diferentes lecturas para cada persona. Es una palabra que en el flamenco no se concibe: el flamenco siempre es poderío, lucha y fuerza. Tirar la idea es invitar a pensar. En lo cotidiano, sostenemos estados de pelea que no son saludables ni necesarios.

Por ahí quizá una persona que baila tenga que rendirse ante la música, rendirse poder confiar en otro, rendirse a la forma, a la letra o al sonido. Tal vez esa rendición es en realidad una entrega.

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