Una educación que no entusiasma a nadie

Desde el Grupo Olascoaga nos proponemos plantear algunos disparadores para un diálogo amplio y respetuoso sobre la Educación en nuestra Provincia.

Alumnos de quinto primera de Artes Visuales de la Escuela Jose Vicente Zapata. 

Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Alumnos de quinto primera de Artes Visuales de la Escuela Jose Vicente Zapata. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Gran parte de las/os estudiantes afirman que la escuela actual los aburre, que no les garantiza trabajo, que no les resulta significativa para sus vidas ni tienen mucho que aprender en la escuela.

En tanto, docentes sienten que la realidad adolescente tiene complejidades que las/os sobrepasan, que las/os jóvenes no tienen motivación para estudiar, que educar es un trabajo muy complejo y sigue siendo uno de los peores remunerados. Muchas familias se sorprenden con la dificultad que tienen sus hijos/as para expresarse o para entender un texto, otras entienden que la escuela ha perdido su lugar como generadora de experiencias de aprendizaje frente a la nueva cultura audiovisual, que ha quitado valor al esfuerzo por aprender.

La Ley 1420 (de 1884) estableció la enseñanza común, gratuita, laica y obligatoria. La primaria obligatoria, laica, pública y gratuita fue, tempranamente, un orgullo nacional. Desde aquella pionera ley, nuestro país fue conquistando importantes avances para la inclusión educativa. Vencimos el analfabetismo, la escolaridad en la primaria supera el 95% y en la secundaria el 80%.No son pocos logros.

Pero ese aumento de la escolarización convive con altas tasas de repetición y abandono, - especialmente en los estudiantes provenientes de sectores más vulnerables-, con el 50% de estudiantes (60 mil en 2018) que no terminaron el Nivel Secundario en el tiempo establecido, con el 70% de las escuelas rurales mendocinas con déficit en sus servicios básicos, con salarios docentes entre los más bajos del país, con una pandemia que desnudó aún más las deficiencias: cerca del 60% de los hogares mendocinos no contaron con el equipamiento tecnológico necesario.

Muchos especialistas en educación señalan que hemos logrado la universalización en el acceso a la educación. Todos están “dentro de la escuela”, pero no acceden a la misma educación: hay “segmentos educativos”, circuitos educativos de distinta calidad.

La ley de educación vigente sostiene que “la educación brindará las oportunidades necesarias para desarrollar y fortalecer la formación integral de las personas a lo largo de toda la vida y promover en cada educando/a la capacidad de definir su proyecto de vida”.

Compartimos esos objetivos de la educación; aunque sabemos que la educación actual no está en condiciones de alcanzarlos.

Si aprender a leer y escribir fue un avance hacia la igualdad y la libertad: ¿cómo debería ser la escuela que prepare a nuestras/os hijas/os para poder desenvolverse exitosamente en el mundo que les estamos dejando? Y algo más colectivo: ¿ cuál es la demanda social a la escuela para construir una sociedad….más justa, más equitativa, menos violenta y más humana?

La pandemia y su reguero de virtualidad evidenciaron que en un clic podemos acceder a la información, pero que eso no garantiza el aprendizaje; que ningún ámbito supera a la escuela como espacio de socialización de experiencias y aprendizajes conjuntos; que el rol del docente es irreemplazable en el proceso de enseñanza-aprendizaje pero que la familia no puede estar ausente en ese proceso si queremos que sea exitoso.

Como sociedad, es necesario pasar de la opinión a la acción. Tenemos que construir consensos para un objetivo común, firmando un CONTRATO SOCIAL POR LA EDUCACIÓN, una construcción colectiva que nos permita definir cuál es la educación que queremos para Mendoza, cuál es la educación que necesitamos.

Educación que logre, en el mediano plazo, una reconstitución del salario docente que asegure a las/os docentes provinciales ingresos dignos. Que incentive y fortalezca la formación, actualización docente y que compense y estimule económicamente esa actualización. Con equipos directivos especializados, con una instancia de formación superior que jerarquice esos roles de conducción.

Como Grupo Olascoaga creemos que debemos contribuir al desafío de rediseñar la educación, con una mirada integral que nos permita transformarla en línea con las necesidades y requerimientos del siglo XXI.

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