¿Qué te pasó, Argentina?

Durante la gestión de Avellaneda, la red ferroviaria prácticamente se duplicó y presidida por una importante expansión agrícola, empezamos a exportar carnes congeladas.

Desde el Estado, a través de la Ley de Inmigración, se fomentó la llegada de europeos para poblar un país de dos aproximadamente dos millones de habitantes.
Desde el Estado, a través de la Ley de Inmigración, se fomentó la llegada de europeos para poblar un país de dos aproximadamente dos millones de habitantes.

A pesar de la inestabilidad económica y política que golpeó al país durante la administración de Avellaneda, se realizaron grandes avances. Presidida por una importante expansión agrícola, los argentinos comenzamos a exportar tímidamente carnes congeladas. Además, mientras nuevos ramales de trenes llegaban comunicándonos y, consecuentemente, nacieron un centenar de pueblos.

La red ferroviaria prácticamente se duplicó. Era el nuestro un país joven, pujante, que con la Ley de Inmigración abrió las puertas a “todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino”.

Desde el Estado, a través de la Ley de Inmigración, se fomentó la llegada de europeos para poblar un país de dos aproximadamente dos millones de habitantes. Simultáneamente la Campaña al Desierto, encabezada por Julio Argentino Roca, duplicó la superficie nacional.

Aquellos que se incorporaban a Argentina no sólo tenían beneficios, como el de quedarse en el hotel de inmigrantes hasta conseguir empleo, también debían respetar la Ley.

Así, fueron numerosos los extranjeros condenados a padecer la frontera.

Desde el Estado, a través de la Ley de Inmigración, se fomentó la llegada de europeos para poblar un país de dos aproximadamente dos millones de habitantes.
Desde el Estado, a través de la Ley de Inmigración, se fomentó la llegada de europeos para poblar un país de dos aproximadamente dos millones de habitantes.

Alfredo Ebelot, ingeniero francés al servicio de Avellaneda, refiere al caso de un europeo al que conoció cumpliendo su pena:

Se trataba de “un italiano -escribió- nacido en Atenas que, soldado por vocación e indisciplinado por temperamento, se había posesionado de todas las ocasiones de guerra (…) había luchado junto con los turcos en las montañas de Creta y más tarde con todos los adversarios contra los cuales batalló el general Garibaldi en Italia y Francia. Sus pecados lo habían llevado al fortín Aldecoa. ¡Qué hallazgo para nosotros, en medio del desierto y al fin del mundo, un oficial citando a Homero y a Tasso en su propia lengua!”.

Durante la siguiente presidencia algunas provincias se sumaron a la aventura de buscar población en el extranjero, entre ellas Mendoza.

El martes 3 de julio de 1884, leemos en Diario Los Andes: “Este caballero italiano -Santiago Saglieri-, encargado por el Gobierno de la provincia para promover la emigración de Italia (…)y traer de Italia cuadros, estatuas, monumentos de mármol para el panteón, semillas y máquinas agrícolas.

A juzgar por los conocimientos del Sr. Saglieri y los variados productos que lleva de la Provincia, es probable que muchos de sus compatriotas, inteligentes obreros y agricultores los más, se decidan a venir a la Provincia. Nos felicitamos de ello”.

Es entendible que muchos llegaran a Argentina, era entonces una nación joven y rica. Con futuro y abundancia en sueños. Hoy, sucede todo lo contrario: los bisnietos y tataranietos de aquellos inmigrantes no están dispuestos a hipotecar sus vidas al ritmo de la corrupción y la ineptitud. Cada vez son más los que se van y los que nos preguntamos con tristeza ¿qué te pasó, Argentina?

*La autora es historiadora.

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