Proteger la rueda virtuosa del trabajo en Mendoza

Si Mendoza no sigue buscando con ingenio, cuidado, sostenibilidad y responsabilidad los recursos que le permitan un desarrollo industrial y trabajo digno, tampoco podrá funcionar con planes bancados con dinero fabricado por el Estado.

Proteger la rueda virtuosa del trabajo en Mendoza
Necesitamos empleo, no planes. Mendoza está acostumbrada al esfuerzo y el trabajo, no a los subsidios. / José Gutiérrez

Los constructores transformamos los recursos que nos da la Tierra y que el ser humano transforma con su capacidad, inventiva, ciencia, tecnología e ingenio.

Arena, ripio, cemento, cal, hierro, madera, cobre, aluminio, zinc, asfalto, ladrillo... Todo eso reunido y resignificado se vuelve escuelas para aprender y poder superarnos, hospitales que atienden emergencias y pandemias como la actual, centros de salud, hogares, plazas.

De allí que su ausencia sería también la de estos lugares que todos hemos necesitado, transitado y ocupado.

Pero además, quienes trabajamos en generar construcciones, tenemos una tarea intermedia al resultado final: generar y sostener puestos de trabajo, comprar los bienes que usamos en los comercios locales, utilizar maquinaria y combustibles.

Se trata nada menos que de un círculo virtuoso que podría romperse si, por ejemplo, no se protegiera desde el Estado -el principal impulsor- los recursos que lo motorizan.

Y si este circuito de recursos minerales, decisión y proyectos de desarrollo, emprendedores, comerciantes, industriales y trabajadores no contaran con el empujón económico y financiero a la rueda, su detención nos dejaría mirándonos a los ojos y preguntándonos qué hicimos mal y peor: cómo, dónde y de qué vivir.

Valga esta reflexión para comprender una lección que nos está dejando esta pandemia de coronavirus: atacó -además de a las personas- a la economía y, por lo tanto, Mendoza se ve afectada por completo por haber apostado con demasiada confianza a lo mismo de siempre y no permitirse la oportunidad de conseguir nuevos recursos, por negarnos la posibilidad de contar con una variedad de opciones y caernos a pedazos con la parálisis del turismo y la crisis mundial del petróleo: de eso vivimos, con unas economías regionales atrofiadas y que representan muy poco al final de la cuenta.

Si Mendoza no sigue buscando con ingenio, cuidado, sostenibilidad y responsabilidad los recursos que le permitan un desarrollo industrial y trabajo digno, tampoco podrá funcionar con planes bancados con dinero fabricado por el Estado.

Necesitamos empleo, no planes. Mendoza está acostumbrada al esfuerzo y el trabajo, no a los subsidios. Y si no se genera riqueza con una actividad como la minería justo allí en donde la gente lo reclama, representará un caso más digno de psicólogos que de economistas.

Y es muy probable que no tengamos remedio como sociedad y debamos internarnos para siempre como pacientes de una Nación que haga con nosotros lo que quiera.

*El autor es Presidente de CECIM (Cámara de Empresas Constructoras Independientes de Mendoza).

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