Poeta Miguel Ángel Bustos, místico en estado salvaje

El informe judicial sobre la desaparición y posterior muerte de Bustos, investigación absolutamente necesaria, nada indica sobre la vida y obra del poeta.

Poeta Miguel Ángel Bustos
Poeta Miguel Ángel Bustos

El domingo 31 de agosto de 2014 Miguel Ángel Bustos hubiera cumplido ochenta y dos años. Ese día, un grupo, entre los que se podía reconocer a Alberto Szpunberg, los tres hermanos menores de Miguel Ángel y el “Tata” Cedrón, rodeaba a Emiliano, único hijo del poeta.

El descendiente portaba un cofre que contenía las cenizas de su padre. Hubo lecturas, aplausos y Emiliano esparció el contenido en las aguas del Río de La Plata, zona cercana al Parque de la Memoria. Posteriormente, flores rojas fueron arrojadas por los asistentes sobre el río marrón.

El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) había anunciado, en mayo, el hallazgo de los restos de Miguel Ángel. Se encontraron en el Cementerio de Avellaneda. El poeta había sido abatido en Costa de Sarandí, provincia de Buenos Aires, en 1976.

Había sido secuestrado en su domicilio particular ubicado en el barrio porteño de Parque Chacabuco, el 30 de mayo de 1976. Miguel Ángel compartía la vivienda con su compañera Iris Alba y el hijo de ambos, Emiliano, en ese entonces de cuatro años.

El informe judicial sobre la desaparición y posterior muerte de Bustos, investigación absolutamente necesaria, nada indica sobre la vida y obra del poeta.

Jorge Hardmeier y su libro sobre el poeta Miguel Ángel Bustos.
Jorge Hardmeier y su libro sobre el poeta Miguel Ángel Bustos.

Ciertos poetas de su generación han sido reivindicados solo por su condición de desaparecidos o asesinados durante la última dictadura cívico militar, poetas menores algunos, varias veces panfletarios, comprometidos, en ciertos casos, con la militancia política pero no en mismo grado con la poesía. El caso de Bustos es paradójico: pocos de sus versos remiten a la militancia que, en los hechos, ejercía. Era miembro del PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores) y formó parte de la publicación “Nuevo Hombre”, quincenario que expresaba la línea de masas del partido.

Bustos, también dibujante, debe ser reivindicado por su obra: cinco libros publicados entre 1957 y 1970 (“Cuatro murales”, “Corazón de piel afuera”, “Fragmentos fantásticos”, “Visión de los hijos del mal” y “El Himalaya o la moral de los pájaros”) le bastaron para erigirse en uno de los mayores poetas argentinos del siglo XX. Ha sido tildado de maldito, surrealista, místico, loco, romántico. Todos esos elementos confluyen en su obra tornándola única e inclasificable, para incomodidad de ciertos críticos.

Bustos era un poeta reconocido en su tiempo: el segundo de sus libros lo prologó Juan Gelman. Escribía en medios de la época como Panorama, El Cronista Comercial y La Opinión. Sus artículos fueron recopilados por Emiliano en el libro “Prosa 1960–1976″, fue discípulo de Leopoldo Marechal, quien prologó –algo único en el autor de “Adán Buenosayres”- “Visión de los Hijos del Mal” y era admirado por, entre otros, Alberto Girri, Aldo Pellegrini, Diana Bellessi y Alejandra Pizarnik.

Los rasgos de la poesía de Miguel Ángel Bustos giran en torno a lo maldito, la influencia surrealista, el neo romanticismo, el universo precolombino, el estudio de la cultura oriental y una búsqueda poética trascendente, cercana a lo religioso, pero de modo sublevado, herético. A partir de estas características se puede señalar que la operación reparadora de la memoria avanzó tibiamente hacia su poesía al no encontrar en ella –en líneas generales – rastros explícitamente políticos y por lo tanto dicha reparación – justa y necesaria– quedó anclada, en gran parte, en su condición de periodista desaparecido. Estudioso de los idiomas, leía a sus autores preferidos en lengua original: Nerval, Holderlin, Nietzsche, Lautreamont, los trovadores provenzales, la literatura oriental, los textos precolombinos, Rimbaud, Dostoviesky. Durante una de sus internaciones, en 1964, en el Neuropsiquiátrico Borda, conoció –a través de Vicente Zito Lema - al mítico poeta Jacobo Fijman, el Cristo Rojo.

Bustos extremó su lenguaje poético, hasta llegar a niveles de un inusual grado de riesgo y exquisitez, cuya cumbre es su último libro, “El Himalaya” o “La Moral de los Pájaros”. Luego de su desaparición física, sobrevino la desaparición de su obra. Los libros de Bustos eran prácticamente inhallables hasta la primera reparación poética ocurrida con la publicación de la antología “Despedida de los Ángeles” (Libros de Tierra Firme, 1998) y continuada con la edición de Visión de los Hijos del mal”, Poesía Completa (Editorial Argonauta, 2008).

En una entrevista pública que le realizó Marechal-denominaba a Miguel Ángel “místico en estado salvaje”- y ante la pregunta de un integrante del auditorio sobre si se nace o se hace poeta, Bustos respondió: “Yo francamente, opino que, así como nos nacen, nos hacen”.

La obra de Miguel Ángel Bustos tiembla, vive.

*El autor es escritor

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