El patrimonio urbano y cultural mendocino en los tiempos que corren

A juzgar por lo que vemos algo serio le pasa a nuestra escala de valores culturales, a nuestro criterio estético y al compromiso con el patrimonio público.

Parque General San Martín
Parque General San Martín

Ningún tiempo pasado fue mejor o peor. Los tiempos son distintos y lo que evaluamos como mejor o peor es la forma en que una población da solución a los problemas de su época con los recursos que tiene. Cómo orienta los esfuerzos para conseguir los objetivos que se plantea. O cómo naufraga entre intentos sin rumbo.

En la Mendoza de hace 100 años, personas comunes daban forma a lo que no existía y creaban la estructura urbana y cultural que hemos conocido, que identifica a nuestra provincia y que damos por permanente. No conocemos otro paisaje. Nos falta imaginación para visualizar la desolación y nos sobra optimismo para suponer que vamos a generar un escenario mejor alterando lo bueno y administrando mal.

Cien años después, otras personas comunes no pueden administrar el patrimonio heredado pero intervienen sobre esos bienes sin dimensionar lo que esos cambios acarrearán. Veamos ejemplos.

El paseo de La Alameda, histórico y sanmartiniano, no tiene declaratoria por parte de la Dirección de Patrimonio. Cualquier funcionario bien intencionado supone que lo que cree que hay que hacer, es lo que hay que hacer, y vamos para adelante sin saber si las obras resultarán a favor o en contra. Pero nada auspicioso sale del desconocimiento. El tanteo siempre sale mal. Y carísimo. En este momento se está haciendo una nueva remodelación.

Una cabina para cámaras de seguridad iba a instalarse en un primer plano del ingreso al Parque General San Martín. La localización no tuvo más méritos que la necesidad de mostrar que se hacen obras. Escándalo mediático de por medio, se reubricó en un lugar apropiado.

El Cerro de la Gloria carece de riego desde hace más de 7 años. Agua hay. Personal encargado para esa tarea, no. Hace más de un año, Fiscalía de Estado exigió a la Secretaría de Ambiente informes periódicos que detallen las obras de riego, de contención de laderas inestables, personal involucrado. Obras no hay. Riego tampoco. Árboles secos abundan. Los informes no se han visto. El Fiscal de Estado tampoco reclama.

Del EcoParque, se desconoce el estado del patrimonio biológico y arquitectónico. El mismo Director del paseo ha dicho que hace años no se riega ni se hace mantenimiento.

El parque carece de vivero, de riego, de personal. Pero se destina presupuesto a obras dedicadas al uso gastronómico, tal como ocurre con la licitación de la Calesita. O se anuncian obras sin proyecto ni reflexión, tal el caso del Teatro Pulgarcito. O se hacen obras para la gastronomía que van a imponerse a un monumento nacional, como ocurre en el Cerro de la Gloria.

Hace un par de meses fue retirada la escultura Saludo al Sol, obra de Luis Perlotti. Después de una primera vandalización y durante más de un mes, la escultura fue dejada desprotegida. Hasta que fue nuevamente mutilada y, entonces, retirada. Nada se sabe sobre las cámaras de seguridad, sobre el destino de la obra ni sobre las responsabilidades de los funcionarios a cargo.

En el sector más concurrido, en las proximidades del Club de Regatas, una persona ha sido asaltada y baleada. De las cámaras de seguridad tampoco tenemos noticias. Y no sabemos para qué están las cámaras y la cabina de vigilancia que alguna vez quisieron instalar en el primer plano del paisaje.

Si donde había un bosque hoy hay leña, donde había una escultura queda solo el pedestal, donde la gente concurría para distraerse y practicar deportes, no puede hacerlo o lo hace con temor. Y al monumento que la nación erigió a la Gesta de la Independencia, le anteponemos un restaurante porque antes que nada es un atractivo turístico, algo le pasa a nuestra escala de valores culturales, a nuestro criterio estético y al compromiso con el patrimonio público. Nos avergüenza reconocerlo. Hacemos como que todo está bien, pero sabemos que nos estamos transformando en algo que no queremos. Las instituciones culturales, educacionales, profesionales, no lo dicen. Deberían opinar donde corresponde, que no es haciendo catarsis en redes sociales.

Estamos convirtiendo lo valioso en algo desagradable y menor, mientras repetimos discursos de corrección política acorde a lo que la época impone, pero sin conocer dónde estamos parados. Sobre lo que ocurre hoy, preferimos callar.

Sin objetivos ni brújula estamos transformando lo valioso. Y lo estamos haciendo menor y degradado. Este tiempo no será recordado como el mejor momento de esta provincia.

“Hay gente que arriesga su vida por hacer lo que debe, y hay otros que prefieren no hacer nada por mera y banal comodidad, para no complicarse la existencia”.

Esto dijo la escritora Rosa Montero, hace un tiempo, tratando de graficar situaciones similares a las que nos suceden. Esas que ocurren cuando dejamos de responsabilizarnos por las cosas que hacemos, las que dejamos de hacer y las que somos capaces de aceptar para mantener una vida sin sobresaltos.

* Arquitecto.

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