21 de junio de 2025 - 00:00

Contrabando, otro problema para los productores

Crece el contrabando de alimentos en Argentina y alerta al sector. Impacto económico, riesgos sanitarios y falta de controles en debate.

Parece de película, pero no lo es. Hace ya un tiempo que los empresarios han comenzado a manifestar su preocupación por el contrabando. Tradicionalmente, los productos tecnológicos encabezaban este tipo de denuncias. Sin embargo, en los últimos meses se han sumado los alimentos, generando un nuevo foco de conflicto.

Vinos, cervezas y hasta huevos son algunos de los productos que, según distintas fuentes, se comercializan en almacenes y comercios que directamente no operan dentro de los circuitos legales. En una charla reciente con referentes de la industria de bebidas, aseguraron que el 40% de los autoservicios del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) vende cervezas de contrabando, las cuales, estiman, provienen de Paraguay y de Brasil.

Un vino puede ser el regalo ideal para el Día de los Enamorados. - Archivo / Los AndesVINO VINOTECA TINTO CHAMPAGNE ESPUMANTE TINTO MALBEC VARIETAL BOTELLAS VINERIA WINEFoto: Gustavo Rogé
El vino adulterado preocupa tanto por lo económico como por la salud.

El vino adulterado preocupa tanto por lo económico como por la salud.

Hace menos de un mes, un usuario en redes sociales descubrió que el vino súper premiado que había comprado era, en realidad, una falsificación. Pero lo importante no es solo el perjuicio económico para las compañías, sino también el riesgo sanitario que representan los productos falsificados o de contrabando, y cómo pueden afectar directamente la salud de los consumidores.

No es grato recordar los casos del propóleo Huilén o de los vinos Soy Cuyano y Mansero, ocurridos en los años 90. En esas situaciones, los controles fallaron estrepitosamente, y los responsables de comercializar productos adulterados se cobraron la vida de decenas de personas en su afán por aumentar sus ventas, sin medir el impacto sobre quienes los consumían.

Desde una mirada industrialista, el daño no se limita a una sola marca: ambas industrias, la alimentaria y la vitivinícola, sufren como bloque las consecuencias del accionar delictivo de estos inescrupulosos. En el caso del vino, el golpe fue especialmente cercano a nuestra región. Cuando este tipo de problemas ocurre, se daña toda una categoría de productos: caen en la misma bolsa quienes hacen las cosas bien y quienes actúan de forma ilegal, afectando la reputación y sostenibilidad del sector en general.

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Huevos, vinos y otros alimentos ingresan ilegalmente y se venden fuera del circuito formal.

Huevos, vinos y otros alimentos ingresan ilegalmente y se venden fuera del circuito formal.

Nadie quiere imaginar qué podría ocurrir si uno de estos productos adulterados termina afectando la salud de un consumidor. El impacto podría destruir años de trabajo de toda una cadena productiva.

Por eso, en un contexto de discusión sobre flexibilización del Estado, es imoorante no dejar de lado su función esencial: garantizar controles eficaces que aseguren la inocuidad de lo que consumimos.

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