Canción de cuna para una niña abandonada

El autor ofrece unos versos para Luz, la bebé que fue abandonada en Ciudad, pero que fue salvada y hoy espera ser adoptada. A la vez, contrapone su historia con la de Emma, la bebé asesinada esta misma semana.

Le golpearon la puerta y dejaron una beba recién nacida abandonada en Ciudad
Le golpearon la puerta y dejaron una beba recién nacida abandonada en Ciudad

Sé que es pronto todavía,

pero quiero hablarte, Luz.

La vida y su cara o cruz

lo permiten este día.

Tu nombre tiene guardada

en tres letras una clave,

donde la sombra no cabe

ni hay niñas abandonadas.

Aunque sea provisoria

la fuerza de estas palabras,

quiero que en ellas se abra

la ventana hacia tu historia.

Naciste, y al parecer

decirlo así es un error.

Para decirlo mejor:

te permitieron nacer.

Naciste, e igual que tantos,

no tuviste bienvenida.

Naciste, y recién nacida

debieron tapar tu llanto.

Y sin embargo esos brazos,

acaso igual vulnerables,

no quisieron ser culpables

de responder con zarpazos.

No sabemos de la suerte,

de aquella que te gestó,

pero sí que prefirió

no lanzarte hacia la muerte.

Tal vez ya más no alcanzara

a darte tras dar la vida.

Así que halló una salida

para que tu luz brillara.

Como no le daba igual,

te vistió toda de rosa,

y en el barrio Alto Mendoza

encontró al fin un umbral

tras el cual, imaginó,

viviría buena gente,

que entendiera tu presente,

sin juzgar lo que pasó.

La que luego abrió la puerta

se llamaba Soledad,

y al ver tu fragilidad,

pequeña y tan bien cubierta,

halló también los resabios

de amor de quien te dejó,

con manta, un gorro bordó,

leche materna en tus labios.

Para el buen entendedor,

no había más que explicar:

te tuvieron que dejar,

mas te ahorraron el dolor.

Al 9-11 llamaron,

te buscaron y asistieron,

por vos lloraron, rieron

y una foto se sacaron.

Estás en un hospital,

y aunque es extraño el cariño,

tu primer día del niño,

pudo escaparse del mal.

Sé que es pronto todavía,

para entender estas cosas.

Pero aquí mismo, en Mendoza,

y por esos mismos días,

otra niña como vos,

no tuvo igual destino:

el espanto más dañino

fue lo que ella recibió.

Voy a ahorrarte los detalles,

voy a evitarte el horror:

diré que hay algo peor

que terminar en la calle.

Ahora el sueño te ocupa,

el hambre y algunos llantos:

ojalá supieras cuántos

quisieran hacerte upa.

Ahora un doctor te auxilia,

alguien cambia tus pañales,

mañana seguro sales

con una nueva familia.

Te aguarda afuera la vida

en este mundo imperfecto.

Sabrás que por el afecto

un tropezón no es caída.

Cuando tengás otra edad,

incluso la chance existe,

de dar como vos tuviste

la misma oportunidad.

Por eso al pasar los años,

procurá estar siempre alerta,

por si golpea tu puerta

alguien que escapa del daño.

Sé que es pronto todavía,

mas quería hablarte, Luz.

La vida y su cara o cruz

lo permiten este día.

Tu nombre tiene guardada

en tres letras una clave,

donde la sombra no cabe

ni hay niñas abandonadas.

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