17 de octubre de 2025 - 00:05

Breve historia de las relaciones entre la Argentina y los Estados Unidos

Nuestra política exterior no puede estar sujeta a los caprichos personales de nuestro presidente. Las relaciones son de Estado a Estado. Con Estados Unidos pasamos de tonterías como las groserías de Néstor Kirchner en Mar del Plata al entonces presidente Bush, los disparates de Cristina Fernández acomplejada por la indiferencia de Obama que decía “Si me pasa algo miren al norte”, a la situación actual en que los dislates cometidos en estos dos años nos llevan a actitudes de seguidismo y tolerar intromisiones que conspiran contra los intereses permanentes del país.

Las relaciones con los Estados Unidos han sido complejas desde los inicios de nuestra historia. Los intentos de obtener respaldo de ese país en la guerra de la independencia no fueron exitosos. El director Supremo Juan Martín de Pueyrredón intentó gestionar un empréstito con financistas de ese país. San Martín había triunfado en Maipú consolidando la independencia trasandina y se dirigió a Buenos Aires a buscar los recursos necesarios para adquirir barcos y reequipar el ejército a fin de desembarcar en el Perú y obtener la liquidación del poder español en Lima. Se fracasó porque el gobierno estadounidense estaba en tratativas con la Corte de Madrid para adquirir el territorio de la Florida y evitaba todo gesto que pudiera trabar la adquisición de ese territorio.

La misión de Carlos de Alvear logra el reconocimiento de nuestra independencia y el establecimiento de relaciones formales, acontecimiento del que se cumplió recientemente el bicentenario. Pero los intentos de Alvear de obtener apoyo en el conflicto con el Imperio del Brasil por la posesión de la Banda Oriental no tuvieron eco, como tampoco años después, desempeñándose como representante del gobierno de Rosas, encargado de las relaciones exteriores de las provincias confederadas, en obtener reparaciones por los atropellos de la fragata Lexington en las Malvinas que facilitaron la toma inglesa de las mismas.

Los Estados Unidos tuvieron influencia positiva en el desenvolvimiento de nuestro país a través del deslumbramiento que ejerció en Sarmiento esa sociedad que recibía inmigrantes, fundaba escuelas primarias, expandía sus fronteras agrícolas, inventaba herramientas útiles, y construía una sociedad libre y con tendencias igualitarias que contrastaba con la Europa donde las jerarquías hereditarias estaban por encima de las calidades y dones de las personas.

Cuando a mitad del siglo XIX emprendimos la tarea de modernizar el país, lo hicimos como los Estados Unidos buscando en Europa el financiamiento y las inversiones para los ferrocarriles y puertos y la inmigración para poblar el desierto.

En la conferencia de Washington de 1889 cuando Roque Saénz Peña contrapone el América para la humanidad frente al América para los americanos, posición del gobierno de los Estados Unidos, estaba defendiendo el interés nacional, porque exportábamos lo mismo y Nueva York no estaba aún en condiciones de suplantar a Londres y París como fuente de financiamiento para nuestro desarrollo.

Poco antes de la primera guerra mundial se inician algunas inversiones provenientes de los Estados Unidos y en la década del veinte ya participa la banca de Nueva York en la colocación de títulos argentinos, pero será en los treinta con el proceso de sustitución de importaciones que la crisis mundial provoca, que habrá una importante corriente inversora estadounidense en industrias.

La crisis también conlleva rivalidades por las exportaciones agrícolas de ambos países que resienten la relación con el secretario de Estado Cordel Hull y que agrava la intervención de Saavedra Lamas en obtener la paz en la guerra del Chaco que libraban Paraguay y Bolivia, éxito al que aspiraba ese funcionario. Estos conflictos se acentúan en la guerra mundial y la presión de Estados Unidos para ser seguido por todo el continente, junto a la incomprensión de los gobiernos argentinos del mundo y las torpezas del embajador Braden en 1945.

Sin embargo, a pesar de los discursos confrontativos, en 1948 el gobierno de Perón acepta el tratado de Asistencia Recíproca (TIAR) que pretendía el gobierno de Truman. Se inicia la guerra fría y las relaciones tienen a mejorar proceso que se acelera con el ascenso de Eisenhower a la presidencia.

Nuestro país tiene intereses que defender, como sus mercados. Desde hace mucho tiempo tenemos problemas de divisas por las políticas anti exportadoras que siguen vigentes y baja tasa de inversión. No hay generación de empleos sin solucionar estos dos problemas.

Nuestra política exterior no puede estar sujeta a los caprichos personales de nuestro presidente. Las relaciones son de Estado a Estado. Pasamos de tonterías como las groserías de Néstor Kirchner en Mar del Plata al entonces presidente Bush, los disparates de Cristina Fernández acomplejada por la indiferencia de Obama que decía “Si me pasa algo miren al norte”, a la situación actual en que los dislates cometidos en estos dos años, más allá de la herencia más desastrosa que ha recibido algún gobierno, que esfumaron el blanqueo, la renovación del Swap chino, el FMI, la reducción por tres días de las retenciones, los adelantos del tesoro hace tres semanas nos llevan a actitudes de seguidismo y tolerar intromisiones que conspiran contra los intereses permanentes del país.

Exposiciones como la del nuevo embajador estadounidense en el Senado de su país parecieron confundir a la Argentina con alguna república bananera; ya el apellido del embajador parece mostrar la degradación del país. Ni hablar de las declaraciones de Trump en una conferencia de prensa que no preveían los confundidos funcionarios argentinos, propio de un gobierno donde impera el amateurismo y el desconocimiento de la política con mayúsculas.

* El autor es presidente de la Academia Argentina de la Historia.

LAS MAS LEIDAS