Auditoría universitaria

Si las auditorías se objetan y se resisten, cae un manto de sospecha de que las cosas no se están haciendo bien o que no se están cumpliendo los objetivos buscados.

El gobierno ha planteado un problema respecto a las auditorías que se pretende hacer sobre las universidades. Muchos se han opuesto diciendo que las universidades son autónomas y no tiene el gobierno por qué auditarlas. Otros en cambio, pretenden saber en que se gasta el dinero del pueblo. Y para ello, nada mejor que una auditoría que llegue a explicar cómo se lleva a cabo o se cumple el presupuesto de una universidad, debido a que el dinero que reciben, es aportado por el pueblo de la Nación.

No entendemos cual puede ser el problema de una auditoría, si las cosas se están haciendo bien. Cual sería la razón para oponerse a una averiguación que reflejaría que el dinero aportado por el gobierno, se está invirtiendo conforme a los postulados buscados.

Una auditoría es un procedimiento para comprobar que se reúne una serie de requisitos establecidos, que deben cumplirse. En el caso de las universidades, cumplir con planes de estudio, que estén exentos de la política partidaria, que en sus aulas se cumplan los objetivos necesarios para preparar a sus alumnos, para el ejercicio de la profesión que hayan elegido.

Es una forma de saber si se están cumpliendo los objetivos educacionales, o si se está recorriendo un camino que no es el buscado al crearse una universidad. Es comprobar que la enseñanza se le da a todo el alumnado y no solo a aquellos que pertenecen a una concepción política, la que muchas veces se inmiscuye en sus aulas. Una universidad debe estar abierta a todos los que deseen progresar, preparándose para un futuro mejor. No para un grupo de estudiantes que pretende hacer política de un partido o de una opinión exclusiva.

Debe estar abierta a todos y en sus aulas, enseñar y capacitar fuertemente al futuro profesional, para que de sus frutos lo mejor posible, a la sociedad en la cual se insertará en el futuro.

Pero si las auditorías se objetan y se resisten, cae un manto de sospecha de que las cosas no se están haciendo bien o que no se están cumpliendo los objetivos buscados.

Las cosas deben ser claras y las puertas abiertas a cualquier estudio o auditoría que permita corroborar que se están cumpliendo los objetivos buscados. Lo otro, es sospechoso y da lugar al pensamiento de que algunas no están cumpliendo con el postulado que requiere la sociedad: preparar a los futuros profesionales, con excelencia, para que den sus frutos en esa misma comunidad a la cual servirán en el futuro.

* El autor es abogado.

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