Hay quienes han encontrado un resquicio para discutir las virtudes de la Boleta Única Papel (BUP), debido a que una de las fuerzas políticas en competencia tuvo que bajar a destiempo a su principal candidato en la provincia de Buenos Aires.
La Boleta única no es un instrumento de votación perfecto, claramente. Pero mucho peor era lo que había antes: la boleta sábana.
Hay quienes han encontrado un resquicio para discutir las virtudes de la Boleta Única Papel (BUP), debido a que una de las fuerzas políticas en competencia tuvo que bajar a destiempo a su principal candidato en la provincia de Buenos Aires.
Eso trajo aparejado un problema judicial severo en las puertas del comicio y se abrió también un debate respecto de la impresión de boletas, que era un asunto más sencillo en el viejo sistema, porque cada partido imprimía la suya.
La boleta única no es un instrumento de votación perfecto, claramente. Pero mucho peor era lo que había antes: la boleta sábana. Y no es admisible que lo que le falta a la BUP para ser mejor herramienta alimente el anhelo de que vuelva lo viejo, porque soluciona problemas puntuales.
O sea, no puede ser mala la BUP solamente por la torpeza o indignidad de una fuerza política (La Libertad Avanza) que eligió un candidato -José Luis Espert- con "muertos" en el ropero (léase, el vínculo en dólares con un empresario acusado de lavado y narcotráfico), a quien el kirchnerismo salió a gatillarle, estratégicamente, a pocas semanas de las elecciones.
Probablemente, después del caso Espert, sí sería necesario mejorar algunos aspectos de la normativa electoral, ya sea nacional o provincial. Principalmente para que quede claro que el partido que baja a algún candidato luego de que queda firme, tiene que correr con los gastos de la reimpresión de esa boleta, donde están todos los postulantes, no el propio solamente, en el caso de que lo autorice la Justicia Electoral a hacerlo. Hoy ese gasto, según las normativas existentes, le corresponde al Estado.
También es cierto, por otra parte, que la BUP no permite un ahorro de dinero considerable porque se imprime menos papel. La boleta única en realidad es más cara debido a su confección y dicho ahorro solamente se produce cuando hay PASO, por la multiplicación de la oferta electoral que genera una primaria.
Este año no hubo PASO, y por lo tanto, tampoco ahorro de dinero. A pesar de todo, pedir soterrada o deliberadamente que vuelva la boleta sábana porque la BUP tiene estos problemas, es anhelar el retorno de todas las mañas y trampas electorales posibles. Desde la rotura de boletas en el cuarto oscuro para hacer desaparecer algunas de las opciones a la compra lisa y llana de votos, que se facilitaba con aquel instrumento, por solo nombrar algunas.
Lo que indudablemente ha ganado el sistema electoral con la BUP es que ahora el instrumento es custodiado por el Estado. Y con ello, el voto del ciudadano cuenta con la misma protección. Nadie anda regalando o vendiendo boletas de un signo político particular en la calle; la boleta de todos los partidos la manejan exclusivamente las autoridades de la mesa y la entregan al votante que decide participar de la elección.
En consecuencia, la oferta electoral ya no corre riesgo de ser manipulada por quienes siempre tienen recursos, ya sea para imprimir muchas más boletas de sus candidatos que los competidores, o para instalar más fiscales en las mesas de votación para proteger las de su color.
Es más justa la competencia electoral ahora, no se puede negar eso.
Mejoras siempre se pueden hacer en la BUP, pero no hay que volver para atrás. En Mendoza, desde 2023, se vienen haciendo sucesivos cambios y retoques de diseño, por ejemplo, para facilitarle al elector el ejercicio del derecho al voto.
¿Se puede comparar este escenario con el de la PASO por la intendencia de Guaymallén de 2015, por ejemplo? Aquella vez, la boleta sábana se combinó con la maniobra de las colectoras para que hubieran más de 40 boletas partidarias en el cuarto oscuro. Un caos total.
Hoy se vota en boxes o biombos pequeños, con una sola boleta, y hasta el caso Espert, la discusión más fuerte giraba en torno a poner en valor a la boleta única nacional o la provincial, por una diferencia relevante: la local tiene un casillero para votar "boleta completa" y la nacional no.
Un detalle final para tener en cuenta: ¿qué pasaría en una elección provincial si hubiera un "caso Espert" con alguna lista de candidatos?
Los entendidos tienen para eso una respuesta que pone en valor la legislación electoral provincial. Dicen que no habría ningún conflicto, como sí ha existido en Buenos Aires. Explican que cambiaría el sexo del primer/a candidato/a, ya que aquí rige un principio de "binomios", no de "alternancia" de géneros. O sea, en Mendoza, cada dos cargos tiene que haber un hombre y una mujer, o al revés.
De este modo, si alguien renunciara a una candidatura por cargos provinciales, se produciría un corrimiento automático y pasaría adelante la segunda figura de ese binomio, que tiene que ser de sexo distinto a la primera.
Aunque claramente, para todos siempre será mejor que no les salte un Espert a pocas semanas de las elecciones.
* El autor es periodista. [email protected]