La voz de Carolina Sánchez, la mejor jugadora de la historia en Mendoza: “La idea es apoyar al básquet local para que todo mejore”

A sus 45 años, la mendocina dejó Italia y retornó a la provincia para cerrar su carrera en el club donde dio sus primeros pique: San José.

Carolina Sánchez, la mejor jugadora de básquet de la historia. /  José Gutierrez  (Los Andes).
Carolina Sánchez, la mejor jugadora de básquet de la historia. / José Gutierrez (Los Andes).

La historia de vigencia de Carolina Sánchez, en el básquet de elite, es asombrosa y digna de contar. La “Caro” es una de las mejores jugadoras y la de mayor trayectoria en el básquet argentino de todos los tiempos . Ahora, a sus 45 años, decidió vovler a la provincia para “cerrar su vida deportiva en el torneo local, después de 34 años carrera”.

Hasta no hace mucho tiempo fue jugadora del Magnolia Campobasso en la Liga Italiana A-1, donde además portaba la cinta de capitana, pero la repentina muerte de su hermano, Juan Pablo, ex basquetbolista que brilló en Peñarol y Quilmes de Mar del Plata- la impulsó a volver a Mendoza.

Los Sánchez, son una familia arraigada a San José. El apasionamiento por el deporte siempre estuvo motivado e impulsado por su papá, Juan Carlos Sánchez, más conocido como el “Patón” Sánchez, quien supo vestir la número 5 del Club Andes Talleres del fútbol mendocino y su mamá Susana. Sin embargo, la cercanía de su casa con el Club San José hizo que sus hijos se inclinaran por el básquet. Primero fue el temperamental Diego, luego Carolina y finalmente Juan Pablo. Todos grandes jugadores a nivel local y nacional.

Sin embargo, Carolina trascendió las fronteras. Luego de dos años en la entidad de Bandera de Los Andes, llegó el pase a YPF y su increíble debut en primera división, con tan sólo 12 años, en una final local frente a Obras Sanitarias. Su talento sin igual pronto llamó la atención y a los 14 emigró a Italia, donde jugó en el Palermo de Sicilia. Además ese año fue convocada por primera vez a la preselección Argentina.

“El que más me alentó fue mi papá, porque cuando era joven lo llamaron de Racing y la madre no lo dejó ir, por eso cuando sale la oportunidad de irme a Italia a los 14 años, mi papá me dijo: “Si te querés ir andá, yo no te voy a decir ni sí ni no”. Porque él la había pasado con su mamá, hay que imaginarse la época y le dijo: “¡A dónde vas a ir a Buenos Aires... y la, la, la y no fue!. El era muy joven, no me acuerdo bien la historia, no sé si Racing viene a jugar a Mendoza y no se si es a Racing al que le hace el gol de media cancha, el tema es que lo vinieron a buscar de la Academia”, cuenta Caro mientras finaliza un turno como entrenadora de la categoría menores en San José. Acto seguido, cambiará el chip para volverse jugadora e iniciar el entrenamiento con sus compañeras.

Ella reconoce que aún tenía las puertas abiertas en Italia para seguir jugando, pero que optó por volver a casa: “Pegué la vuelta a Mendoza, por todo esto que pasó con mi hermano. Ha sido muy duro por la forma en que sucedió. La decisión de volver es más familiar, pese a que aún está la posibilidad de seguir en Italia. Me siguen llamando para jugar y organizar, que es lo que es esto que estoy haciendo en Mendoza, pero hay que cambiar el chip y tratar de amoldarse a la situación de la vida y bancar a mi mamá, que siempre me bancó en todas. Lo hago porque lo siento y porque mi hermano mayor también lo necesita y, además estar más unidos con este golpe tan duro que hemos tenido”, dice.

-Hace muchos años también volviste a Mendoza.

-Sí, tenía 19 y me volví porque falleció mi papá y ahí surge la posibilidad de jugar para Murialdo una Liga Nacional, que estaba Ricardo Oyarse de técnico y quedamos entre los cuatro mejores y fuimos a jugar la Final Four a Vélez, que salió campeón y me llama Vélez para jugar un Sudamericano de Clubes y después me llaman a la Selección en el ‘95 y es mi primera convocatoria.

- Pero ya habías estado en la Selección.

-Sí, tenía 13 años cuando me llaman a una preselección, pero tomé la decisión de irme a Italia.

-¿Cuando estuviste en Italia alguna vez te llamaron?.

- No, nunca, hasta que jugué en Velez y la Selección, la dirigía Eduardo Pintos, quien me llamó cuando tenía 13 años. Después él, me llama como refuerzo y después me convoca a la Selección, allí fue me quedé a tres años en Buenos Aires. En el ‘99 me vuelvo a Italia , que vuelvo a la A-1 y es el año que salgo campeona con el Priolo y ganamos el scudetto.

-¿ Lograste otros títulos en Italia ?

- No, ese fue el único y después logré el ascenso con A-2 Areno Irpino y con este último club que estuve, que logramos el ascenso a la A-1

- ¿Que considerás que hace que continúes jugando en este nivel; las ganas, los desafíos o que es ?, Porque debés haber dicho más de una vez; “Este es mi último año”.

-Sonría largamente- Las ganas por un lado, que nunca se te van y los proyectos que van surgiendo nuevos y te reaniman otra vez. Por ejemplo: ésto (San José) me reanima ha tener una proyección, armar un equipo nuevo, todas esas cosas nuevas me siguen motivando a seguir jugando. Y la proyección que tengo en San José, es dejar algo para las pibas que se están sumando a este nuevo club. A lo mejor a mí me quedan estos seis meses y después digo, basta y no fue juego más.

- Pero no sabés.

- No lo digo más , porque después me dicen: ¡ Ya dijiste eso que te ibas a retirar y no te retiras nunca! (risas). La idea es poder armar este equipo, poder jugar y disfrutar. Además me estoy animando es a tratar de mejorar el básquet en general de Mendoza

-Más allá de jugar a esta edad, el tema sigue siendo tu vigencia, porque jugás con chicas que tienen la mitad de tu edad.

-Si, el tema es mantenerse. Juego con chicas que podrían ser mis hijas, con pibas de 15 años. Por eso digo, si Carolina Sánchez juega y no le gana una piba de 20 años al correr, es que el nivel que estamos teniendo en Mendoza no está bien. Eso es lo que tenemos que lograr que esas pibas tengan esa mentalidad y eso trataré de transmitirle como ejemplo y que ha sido mi carrera. Enfocarlas en eso y como trabajar para poderse mantener en una vigencia así (vuelve a reir), que no es para nada fácil.

- Seguramente a tus 45 es más que un desafío.

-Lo difícil es mantenerse, porque donde jugué hasta hace poco en Italia, en A-1, es mucha exigencia. Es tener que entrenar todos los días doble turno, hacer todo el trabajo físico y no es que uno puede regular tanto. Entonces, tenés que estar al 100% al nivel de las otras jugadoras que tienen 15 o 20 años menos que vos.

-¿Sos de las primeras en llegar y la última en irse?

-Siempre he sido así, desde que empecé a jugar al básquet; soy la primera, la última que se va, en enseñar o aconsejar a tus compañeras. Son muchas cosas y con los años empezás a transmitir a tus compañeras tu experiencia. Estoy trabajando como entrenadora y es otro plano diferente al jugar. Son muchas cosas que uno aprende en el camino y que me gustan transmitir a mis compañeras cuando juego. Esto también será una linda experiencia hacerlo acá en San José.

-La Selección en tu vida.

- Fue un dolor muy grande, porque no espera esa forma de irme o que me fueran (ríe). No era la forma de retirarme. Me quedó una espina y entendía lo del recambio de jugadoras y el proceso se estaba terminando. Existieron unas diferencias con los entrenadores, que no estuvieron de acuerdo con mis pensamientos, mis formas de luchar con lo que estaba haciendo y me dejaron afuera. Además, hubo un tema dirigencial en ese momento e influyó mucho; listo y chau. La Federación nos sigue reconociendo, pero no es lo mismo el masculino que el femenino, siguen haciendo esas diferencias.

-Estuviste un año sin jugar en la Selección, ¿Te fuiste o cómo fue?

- Nunca renuncie, estuve un año sin jugar en la Selección, justamente luchando por la justicia de la igualdad; de luchar por una beca, un sueldo, por tener las cosas iguales que el masculino. Un año no aceptaron darnos las becas y decidí no formar parte del equipo, pero por una diferencia con la dirigencia. Después las chicas se clasifican a un preolímpico europeo para los Juegos Olímpicos de Pekin y ahí Muratore (ex presidente de la Confederación) me llama de nuevo. Pero ese fue el único año que estuve sin ir a la Selección Argentina, por mi lucha por la igualdad.

- Sos una luchadora de los derechos en el básquet femenino.

- Esta situación de desigualdad es muy vieja en el básquet argentino. Nosotras no hemos sido unas revolucionarias que hemos ido hacer quilombos por todos lados para decir: ”sino nos pagan no viajamos no hacemos esto o aquello”, no ha sido así, porque lo que más queríamos era representar la celeste y blanca; la Selección. Pero siempre tratamos de hacerle entender a la dirigencia que nosotras nos merecíamos los mismos derechos que los varones, más allá que nos tocó una etapa difícil, porque a nosotras nos costaba horrores clasificar a un mundial y teníamos la Generación Dorada del otro lado, donde ganaba una medalla olímpica. Esas cosas nos costaron siempre y la remábamos en dulce de leche, nos tapa el masculino y lo que nosotras hacíamos no se visualizaba, no se veía.

-¿La Selección es lo máximo en tu carrera?

-Si!, fueron cosas muy fuertes. De los 19 años que participé en la Selección Argentina son cosas que no se pueden vivir en un club, son procesos y torneos cortos, donde disfrutas un momento; una clasificación o cuando vas a un Mundial, que no siempre te da el tiempo de disfrutarlo, pero son los mejores momentos que un deportista vive. Lo vivo ahora viendo los chicos de la Selección a mí se me llenan los ojos de lágrimas y te explota el corazón escuchar el himno, cómo festejan y no sólo el básquet sino todos los deportes. Porque yo lo he vivido en el Cenard y lo que cada uno sufre, lucha para llegar, estar y que después te critiquen ... ¡Ah, no traen una medalla! No saben todo el sacrificio y esfuerzo que hace cada deportista para estar en una olimpiada. Llegar a unos Juegos Olímpicos es un logro muy grande que un deportista puede tener, después, podés lograr medalla o no . Eso la gente no lo ve.

- Tus mejores momentos deportivos.

- La selección: estar en tres mundiales eso fue fabuloso. Me quedó la espina de no poder clasificarnos para las olimpiadas de Lóndres. Una cuenta pendiente, pero poder haber estado ahí en la Selección todo ese tiempo, para mí es algo muy grande.

Volvés al club del barrio...

Vuelvo adonde comencé a jugar al básquet: donfe fue mi formación mis raíces. Dicen que uno da una vuelta en la vida y acá estoy en mi vuelta. El equipo de mi barrio, de donde salí en una escuela de verano y después me fui a otro equipo. Me formé acá, con mi hermano a los 7 años y después me fui a YPF , donde estaba y jugaba con Marcela Insegna, Mónica Vasconcelo, Rosa Maradona; era un equipazo; yo era muy chiquita y no me daba cuenta. Después, cuando pasé a las otras categorías empecé a comprender y se fueron abriendo las puertas, a los 14 se dio la posibilidad de irme. Claro fue después que tuve toda es gente alrededor, todos los que me enseñaron, todos los que me dieron la posibilidad, como Jorge Casal de participar en una primera división y debutar a los 12 años, ¡En una final nada menos que contra Obras!. Eso se lo debo a Casal. Los históricos clásicos con Obras-YPF. ¡Había entrenadores muy grosos en el femenino!.

En esa época el femenino era muy competitivo y hasta más visible que el masculino, por eso es una pena que se haya perdido todo eso, porque Mendoza era una de las provincias más fuertes y hasta hace unos años seguir sacando jugadoras de Selección.

- ¿Cuál es tu estatura Caro?

- Mido 1,80 metros ¡Y con eso me las tuve que arreglar! enfrente siempre tuve torres increíbles de 2 metros pero me las tenía que ingeniar (deja escapar una carcajada).

La palabra de Caro Sánchez, sin dudas, la mejor jugadora de básquet de toda la historia en Mendoza.

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