Pese a haber vivido en San Carlos la que quizá sea la peor noche de su vida, Fabio Bustos (18) despertó en efusivos gestos en la guardia del hospital Central para indicar que volvería con gusto a las tierras de sus abuelos.
Pese a haber vivido en San Carlos la que quizá sea la peor noche de su vida, Fabio Bustos (18) despertó en efusivos gestos en la guardia del hospital Central para indicar que volvería con gusto a las tierras de sus abuelos.
Minutos antes, una patota de jóvenes lo había golpeado salvajemente, hasta desfigurarlo y dejarlo inconsciente, por el único hecho de portar acento chileno.
Ayer, cinco sujetos -dos mayores de edad y tres menores- fueron detenidos por haber protagonizado el hecho. Todos están imputados, en la causa que lleva adelante la Fiscalía de Instrucción del Valle de Uco, por el delito de ‘lesiones graves agravadas por el concurso premeditado y alevosía”.
En la mañana de ayer, desde la Unidad Investigativa de San Carlos informaron que, en sendos operativos realizados en el barrio El Esfuerzo y en la villa de San Carlos, habían aprehendido a Jesús Montiel (25) y Rodolfo Vega (20), ambos jornaleros en tareas agrícolas, por ser partícipes de la cruel golpiza.
Ambos se encuentran detenidos a disposición de la Unidad Fiscal 18 de San Carlos. Mientras tanto, los tres menores (dos de ellos de 16 y 17 años) se presentaron ante la Justicia y la fiscal Susana Sánchez, que entiende en la causa, los dejó privados de su libertad en la Comisaría del Menor.
Habría actuado un sexto chico sancarlino (menor de edad) la noche del ataque a Bustos, pero la Justicia aún está trabajando para su identificación y próximo comparendo.
"Cosas como esta muestran lo peor de la humanidad, pero sacan a relucir también lo mejor. Poniendo en la balanza, prefiero quedarme con lo segundo", dijo a Los Andes la mamá de Fabio, Patricia Pérez, quien reconoció que han recibido mensajes de apoyo y solidaridad desde los tres países: ella es brasilera, su esposo -Juan José- es mendocino y la familia vive en Chile desde que su hijo tenía dos años y medio.
Ellos actúan como querellantes en la causa y aseguran tener fe en la Justicia local. “Los culpables son sólo seis y deben pagar”, dijo ayer. Por tratarse de un acto de xenofobia, el Inadi está acompañando a la familia y les ha ofrecido asesoría jurídica.
El hecho
Fabio había venido, junto a sus padres y una hermana, al Valle de Uco para pasar unos días en la casa de la abuela paterna. Llegó el mismo viernes pasado y le envió un chat a su primo con el típico "que hay esta noche". Entonces, quedaron para ir a un cumpleaños cerca de su casa.
“En medio de la fiesta salieron algunos muchachos a hacer pis en los árboles. Mi hijo es muy pudoroso... así es que se apartó del grupo. De una zona oscura, le salió al paso un muchacho, que no estaba en la fiesta, y lo encaró. Detrás llegaron otros y le golpearon en la cabeza. Mi hijo perdió el conocimiento, hasta que se despertó en el hospital”, contó Patricia, su mamá.
Luego los médicos constataron que tenía fracturas múltiples en el maxilar, mandíbula y nariz y que había perdido dientes. El joven no conocía al cumpleañero ni a quienes lo atacaron. Jamás peleó o se enfrentó a golpes con nadie en su vida. Los primos y vecinos que lo salvaron, dicen que le gritaban ‘chileno’ mientras estaba en el suelo y le pateaban la cabeza.
"Podría haber muerto"
“No quiero pensar en qué habría pasado con mi hijo si no hubiera llegado gente a ayudar. Podría haber muerto”, comenta Patricia. Después cuenta, que un muchacho que estaba en la fiesta entró a defenderlo y tambien salió herido. “Su padre lo llevó al hospital de Tunuyán, pero no sabemos su nombre. Un vecino también intentó defenderlo y terminó con un ojo morado”, agregó.
Los comentarios de pueblo, consignan que los atacantes estaban ebrios o drogados. Al respecto, la mujer sólo dijo que eso corresponderá determinar a la Justicia. “Mi hijo conoce a muy pocas personas en San Carlos, sus primos y un par de vecinos solamente. Él viene dos o tres veces al año de visita y, cuando era chiquito, pasaba un mes de vacaciones en verano”, relata la madre.
“Nos enteramos a las cinco de la mañana esa noche, cuando un primo de mi marido nos golpeó la puerta para avisarnos. No puedo describir lo que sentimos”, apuntó.
La familia vive en Quilpué, al límite con Viña del Mar. Fabio es el del medio de tres hijos y la pareja tiene dos nietas. Este hecho trastornó la dinámica familiar. “No sabemos cuando podremos volver. Depende de lo rápido que operen a mi hijo. En nuestros trabajos, pedimos las vacaciones para pasar este periodo”, acotó Patricia.
Fabio estudia en la universidad, la Licenciatura en Matemáticas, y temían que perdiera el año, pues este es tiempo de mesas. “La universidad se portó fantástico. Le dieron meses de sobreplazo para presentar los exámenes para que no pierda el semestre”, apuntó la mujer, quien aseguró que este hecho “ruin no invalida la gente de buen corazón que hemos encontrado aquí”.