Los Cabos V.I.P.

Celebrities estadounidenses, spring breakers, hoteles de lujo, noches infinitas e intensos días. Avistaje de ballenas jorobadas, paseos en camello y cocina de primer nivel en dos poblaciones que no reniegan de su mexicanidad.

Arriba, en la punta de la península de Baja California un pequeño reducto de tierra antojadiza se clava en el mar, y a todos con ella. George Clooney, su amiga Cindy Crawford, tienen sus propiedades en San Lucas. Muchos famosos de Hollywood como del orbe descansan en sus refinados hoteles y se nutren de lo más mexicano en un extremo cosmopolita. Sean Penn, Patrick Dempsey, Reese Witherspoon pasan por a allí asiduamente. Intimidad, confort y parajes edénicos, el clip.

Debilidad de los universitarios estadounidenses, Los Cabos representa para ellos el 3er mundo con las comodidades y servicios del primero; aventura y seguridad absoluta, faltaba más. Ballenas jorobadas, delfines, el enorme tiburón ballena, paseos en camello por la costa, buceo, stand up paddle, y un día tan largo como las noches, dependiendo de los ítems que marque el viajero en sus preferencias.

Frente a las rocas y al Arco, la postal ineludible del destino, ME Cabo, se alza en forma de herradura aprehendiendo la arena, el agua y el cielo. Un 5 estrellas que hace realidad los deseos sin necesidad de ningún Aladino. Moderno, de estilo mediterráneo, posiciona cada espacio con vista a la magnífica bahía. Desde el lobby sin ningún muro que impida observar la maravilla: la playa, el mar y el infinito. Un concepto que se repite desde los balcones de las habitaciones, los restaurantes, el spa.

Llegamos por la noche y, entre palmeras, livings y tragos, un ambiente electrónico de "chicos bien" de esos que adoran ver y ser vistos se apoderaba del Rose Bar al aire libre, en la limpia noche del confín. Tras la puerta de la habitación ni un sonido. Cada quién obtiene lo que busca, pensamos.
Por la mañana comprendimos que son los spring breakers los que tomaron la ciudad.

Ataviados de trajes de baño y apenas una American Express en la bikini, mini carteras Gucci y gafas de sol, de preferencia Dior, Marc Jacobs, Michel Kors, Ray Ban, o las divinas de Hugo Boss con vidrio y marco del mismo tono, ah y smartphones, porque la experiencia debe quedar registrada.  ME Cabo es el sitio en el que todos quieren estar, ya se sabe, pertenecer.

Por tanto llegan en taxis -camionetas tipo Sprinter que son las que por U$S 8  trasladan a los grupos-; también acceden adolescentes a pie por la playa y, tras pasar las medidas de seguridad, se integran al escaparate de palmeras, de barras acuáticas, de encuentros, risas, cócteles, como en un spot publicitario, pero intensamente real.

La Fiesta de Heineken (el hotel organiza una gran party fashion cada mes) atrajo a más de mil personas a mediados de marzo. Ahí estuvimos: camastros, livings, tragos, botellas de 6 litros de Moett Chandon, vodka, jugos  y tequila. Djs en vivo, acróbatas, láser, mapping, todo a su tiempo desde las 13 hasta las 22.

¿Hay descontrol? No. La seguridad es una de las mayores ventajas. Los adolescentes y los más mayorcitos se divierten en sus espacios. Nadie invade, nadie molesta. En las playas o en las piscinas los grupos se acomodan y hacen la suya. Hasta los que cuentan con habitaciones en planta baja con jacuzzi tienen sus invitados: un gran escenario de personajes lúdicos y fascinantes. Al final bailan, cuando el atardecer rojizo amenaza con robar protagonismo.

Las caras de la misma moneda
El yin y el yang, dicen jugando en el hotel, haciendo referencia a que tanto huéspedes como visitantes obtienen precisamente lo que desean: dosis de euforia o de rélax, a medida.

La mañana se alza diáfana y el café que Rafael trae en una jarra exclusiva para mí, vaticina un excelente día. Vivi, la conserje de las habitaciones ME Plus, ya contrató la experiencia en las tablas de Stand up paddle. Allá vamos. Chaleco salvavidas, una mini clase y al agua, bajo la atenta mirada de Nereo, el guía.

A decir verdad caigo 3 veces antes de lograr el equilibrio más allá de las boyas, y claro, una vez arriba será imposible detenernos en al menos 3 horas. Se puede remar hasta el Arco,  o a la cercana Playa de los Enamorados a metros de la de los Divorciados, pero hay que hacerlo bien temprano. De lo contrario las lanchas o motos de agua hacen perder el eje.

El sol primaveral es complaciente con las pieles; los remos, nuestras extensiones para movernos sin horizonte en una práctica relajante que insta a estar atentos, pero mejor aún a contemplar el paisaje. A perder la vista en las rocas, en las arenas lejanas, en las fachadas de los hoteles, y un chapuzón viene bien. Desafío superado.

En la playa del hotel  -cabe decir que es pública aunque el área de ME Cabo está separada por sutiles sogas-, los camastros esperan y los mozos nos sugieren un trago refrescante, jugos, Coca cero, gin tonic, en ese orden. Vendedores ambulantes desfilan con sus mantas, cerámicas, bijou, adornos, frutas y tanto más, resultan tan irresistibles que es imposible no regresar a casa con una valija más. Hablan en inglés primero.

Luego de aclarar que somos argentinos comienza la negociación: “No somos gringos” nuestro país como el tuyo, tiene un peso débil, y ahí nos entendemos. El almuerzo llega en el restaurante The Beach Club junto a la piscina. Especialidades internacionales y, por supuesto, mexicanas. Los nachos con res o camarones, delirios de guacamole y Kebabs que envuelven espárragos frescos, tentaciones a las que adherimos.

Pero Vivi, nuestra conserje, ya tiene el taxi preparado. Es tiempo de pasear en camello. Desde Cabo Adventure, situado en la marina de la ciudad, un delfinario nos invita a un breve  encuentro con los cetáceos en su mundo. Luego en el cercano Rancho San Cristóbal nos extrapolamos, por un rato. Camélidos de EEUU, sí, leyeron bien, esperan para dar un paseo único por la costa.

Aquí recuerdo a Néstor García Canclini cuando parodiaba que en la frontera de Tijuana pintaban a los burros con rayas como cebras, para las fotos de los gringos.  Es gracioso sobre todo porque ya anduve en camello en el desierto del Sahara y en Turquía, pero también en Natal, Brasil. Un sitio que como éste no es propio a estos animales. Cascos y velos tipo hiyab para cubrir las cabezas. Ya no importa la latitud, es relevante la vivencia.

Luego los Unimogs nos trasladan por el corazón de la vegetación de Baja California. Entre cactáceas y matorrales bajos, la comida típica se hace paso. Tortillas caseras, mole picante, totopos, guacamole, salsas enchiladas, y luego degustación de tequilas y Damiana, la bebida original de la zona.

Pero antes, las mujeres  nos enseñan a realizar la masa de las tortillas: traen maíz blanco remojado, granos enormes, los colocan sobre piedra y con un palo de amasar granítico los desintegran, logrando un arenado que, al apretarlo, se transforma en una masa blanda. Luego la extienden y de ahí a la plancha caliente; el manjar sólo espera su relleno.

Nuevamente en el alojamiento, un chapuzón en la playa del Médano o un baño purificante con temazcal en el Spa, con chamán incluido. 
La cena en Tullpu Restaurante, de  cocina peruana, será el desafío de los sabores: causa, pulpo asado, el ceviche de mero más mágico que haya probado y un vino mexicano para el maridaje.

Mientras los chicos siguen desplegando glamour a su ritmo, en el bar, boliche (de jueves a sábados) o espacio chill out (de domingo a miércoles), mi jornada llega a su fin. Quiero una taza de café -Vivi hizo colocar una máquina en mi cuarto sabiendo mi debilidad por el brebaje-. Un poco de contacto con la realidad, mails, Whats App y esas cosas, y a descansar. Ballenas jorobadas, un paseo por la ciudad, algo de nado en la bahía y un rally de compras, le sigue en los próximos días.

Ballena jorobada

Una lancha parte de la marina hacia la zona del Arco, para ver el hito y buscar ballenas jorobadas que, junto a sus crías, nadan protegidas en el Mar de Cortez. Allí se produce el apareamiento. Luego regresan a parir y un año más tarde a destetar. Es en ese momento cuando se las puede ver entrenando a los ballenatos con grandes saltos. Sacan las cabezas y casi medio cuerpo afuera del agua y se las oye cantar, como en una sinfonía del más allá.

La joroba de la aleta dorsal, las identifica, como su sociabilidad, a pesar de sus 30 toneladas de peso. Se ven siempre en grupos pequeños y a veces una cría con dos madres, la biológica y la cuidadora, un guiño de la sabia naturaleza.

Un destino, muchos rostros

Los Cabos es un sitio pensado para el disfrute. Hasta hace pocos años era un paraíso de pesca conocido por los gringos potentados. Cierto es que tal maravilla no pasó desapercibida para inversionistas de USA y México y pronto el destino comenzó a crecer. Hoteles de alta gama, medios y hostel se debaten el público. Hay Cabos para cada presupuesto.

Cabe señalar que de un lado, se encuentra el tranquilo San José del Cabo que mantiene la apariencia y el aire de un auténtico pueblo mexicano. Del otro, Cabo San Lucas es el lugar perfecto para la fiesta. La ciudad es pequeña, aunque muy entretenida: locales de máscaras, de artesanías, de comida del país y bares para divertirse cada noche, pueblan sus calles. La vaquita, el lugar por excelencia para la noche, pero en cada temporada la movida elige nuevos sitios. Con preguntar alcanza.

El shopping no es para despreciar. Las marcas del momento están en Luxury Avenue. Pero sin dudas las cerámicas, los ajíes, la vainilla y los chocolates son lo primordial para llevar a casa. Lo típico de un país que se jacta de tener muchos rincones cosmopolitas, aunque su esencia no la dejan; ya se lo señalaron a la Malinche y esa promesa es certera. Al grito de “mucho caliente” el Viagra es otro souvenir...

Más datos

Tours: www.cabo-adventures.com
Excursión ballena jorobada: U$S 85 adultos; U$S 65 niños.
Excursión camellos: U$S 109 adultos; U$S 79 niños.
Alojamiento: ME Cabo es integrante de la marca de lifestyle de la cadena Meliã Hotels International. Habitaciones por noche, para 2, con y sin desayuno, para abril, mayo, junio y julio de 2016; Aura desde U$S 229 (habitación base), Petite (ME+) desde U$S 289; Suite Me U$S 5.000. Para tener en cuenta: Temporada alta se considera de octubre hasta abril; media es de abril a agosto y baja el mes de setiembre. www.mecabo.com
Transporte. Un taxi al centro o la marina cuesta U$S 8. El centro comercial está a unos 500 metros del hotel.
Actividades acuáticas. Tío Sports http://tiosports.com
Vuelos. Aeroméxico tiene salidas diarias desde Ezeiza a las 22.30, llega a México a las 6.30 y luego parte a Los Cabos a las 10.30. Tarifas a partir de $ 13.395, en clase económica. www.aeromexico.com
Más información: www.visitloscabos.travel

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