4 de marzo de 2018 - 00:00

Ladran, Mendoza... - Maxi Salgado

Mientras se habla de Macri y su influencia en el fútbol nacional, la provincia crece en lo deportivo y desde el país nos miran de reojo.

Siempre que se ponga en juego alguna competición deportiva estamos expuestos al deterioro social que produce la sensiblería. Creer que un presidente de la Nación está más preocupado en que un equipo gane o pierda un partido de fútbol, es una radiografía de nuestra idiosincrasia.

“El Mauricio Macri…” que se convirtió en el hit de las canchas vuelve a futbolizarnos y nos juega en contra de lo que todos decimos querer: un país con posibilidades para todos, más justo en lo social, sin discriminaciones.

Un pueblo que aspira a ser potencia, que quiere darse una discusión en varios aspectos no puede fundarse en tales presupuestos educacionales de quienes gritan gol sumando todas las letras "O" que le permita su capacidad de aire.

Nadie puede ser necio y pensar que la política nada tiene que ver con el deporte. De hecho, hay cientos de ejemplos en los que la práctica deportiva ha sido utilizada para imponer pensamientos o crear hordas de seguidores, pero la realidad es que la pelota es muy caprichosa y termina siendo la que manda en el campo de juego. Boca no gana porque Macri es el presidente. Gana porque es el mejor. El jueves en su debut en Copa Libertadores, debió traerse los tres puntos por lo hecho en el campo de juego, pero hubo dos tiros en los palos y por eso no lo consiguió. Ni acá, ni en el exterior, Macri podría haber hecho algo para que esa situación cambiara.

Seguimos tratando de alimentar la caldera de la chabacanería que se atreve a proponer la difusión de la estrechez mental como recurso de la felicidad de los pueblos. Y que mantiene en toda su vigencia la estúpida actitud de hacer héroes a quienes ganan una justa deportiva o traidores a quienes la pierden, como ha pasado con Messi y compañía en los últimos días.

Hemos vuelto a los 70, cuando se decía que un triunfo de Boca hacía que el dólar  bajara.

Debemos frenar la locura y ese mensaje debe llegar desde las autoridades. Proponer que los partidos en los que se cante contra el presidente deban suspenderse es dar identidad desmesurada a aquella manifestación.

Los que hemos vivido en las tribunas sabemos que este tipo de manifestaciones no suelen ser espontáneas, al menos en la mayoría de las veces.

Aunque si sabemos que el contagio, en estos tiempos de redes sociales, tiene una velocidad que antes no conocíamos.

Entonces da para una lectura más allá de la deportiva y acá nos toca de lleno a los mendocinos. Porque a poco de que Boca y River jueguen una final histórica en nuestra provincia se pone en riesgo el encuentro con el argumento de que hoy no están dadas las condiciones para que el partido termine sin violencia.

Alguien deslizó que hay intereses extrafutbolísticos para que el partido se aplace y se cambie de sede, lo que no suena descabellado.

Es que Mendoza, como bien decían los dirigentes de la Asociación de Clubes de básquetbol el jueves cuando se presentó el proyecto de Las Heras Basquet, es una plaza que tiene todas las características para convertirse en potencia. No sólo por lo deportivo, sino también por lo edilicio (aeropuerto y hoteles cinco estrellas no son muy comunes, por ejemplo).

Y precisamente la provincia, que durante años vivió un letargo, está en un momento de ascenso continuo.

Sin prisas, bien a lo mendocino, pero sin pausas y casi en silencio Mendoza va ocupando lugares que históricamente no estaban reservados para nosotros. Va saliendo su jet lag.

Que Godoy Cruz esté en zona de clasificación para jugar una nueva Copa Libertadores y consolidado en la Primera División del Fútbol argentino; que además le hayan citado a cuatro juveniles para las selecciones juveniles de la AFA; que Tunuyán esté jugando una liga nacional en vóleibol, que Rivadavia esté haciendo una buena campaña en la Liga Argentina de básquetbol (ex TNA), que vayamos a tener un equipo femenino jugando en el máximo nivel del baloncesto nacional, son señales de que vamos por buen camino.

En lo que respecta a Las Heras Básquet hay un detalle que no es común en nuestra provincia: la unión de fuerzas. El equipo tiene las mejores de la provincia, sin distinción de una camiseta tradicional y eso debería hacer que todos nos encolumnemos tras ellas.

Llegó la hora de dejar de pensar que como soy hincha de un equipo quiero que al otro le vaya mal. “¿No entiendo cómo tienen una competencia tan fuerte en lo local y no hay apoyo en lo Nacional?”, se preguntaba uno de los dirigentes del baloncesto y la respuesta no fue difícil de dar.

Hagamos que la mendocinidad nos infle el pecho y defendamos nuestro crecimiento a capa y espada. Sigamos sin ver fantasmas, de hecho a Godoy Cruz se lo benefició contra River jugando de visitante -algo que parecía impensado- y degustemos del extenso menú que se nos ofrece.

Y pensemos siempre en aquellas brillantes palabras de Don Quijote de la Mancha: “ladran Sancho, señal que cabalgamos”. Los otros, que peleen contra molinos de viento.

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