Los números duros siguen arrojando datos contrapuestos. Contra algunos datos macro que lucen moderadamente positivos, aparecen otros, más desagregados, que muestran una realidad muy compleja para la cual no se ven respuestas de corto plazo, ni siquiera con las reformas que se discuten en el Congreso.
Según datos del Indec, el PBI creció un 4,5% en el tercer trimestre respecto del mismo período del año anterior, y creció un 0,9% respecto del trimestre anterior. En los primeros 9 meses la economía creció un 2,5% y desde el gobierno calculan que terminará con un crecimiento del 3% en todo el año.
Estos datos son positivos, aunque el crecimiento está centrado en la construcción (especialmente obra pública), la industria (básicamente la automotriz) y algo el consumo. El resto de las actividades no consigue recuperar el ritmo de crecimiento, a pesar de que siguen aumentando las ventas de paquetes turísticos al exterior.
Como contrapartida, el mismo Indec mostró un dato preocupante de la Encuesta Permanente de Hogares en el tercer trimestre ya que, a pesar de un leve aumento del empleo, el resultado se obtiene por un decrecimiento del trabajo formal compensado por el crecimiento de trabajo no asalariado (monotributistas y autónomos) y por el mayor nivel de trabajo en negro.
Este resultado es preocupante en el caso de Mendoza ya que aumenta la tasa de desempleo del 4,2 a 4,4% en la comparación con el mismo período del año anterior. Además, la cantidad de trabajadores no asalariados creció de 25,7% a 29,4%. Por su parte, el trabajo remunerado que no tiene aportes (en negro) ascendió al 39,3% contra el 37,1% del registro de 2016.
Este contrapunto está mostrando problemas serios que no sólo no tienden a solucionarse sino que muestran un agravamiento, con las consecuencias sociales que es de imaginar. Los problemas tienen varias vertientes y, con las reformas que están tratando en el Congreso, no se vislumbra que puedan solucionarse.
El déficit sigue siendo el problema
Por más que canse repetirlo, es importante no olvidar que la persistencia del déficit fiscal, por efecto de elevado gasto público, es la causa principal del problema ya que el mismo empuja la inflación, mientras las políticas de Banco Central van en contra de cualquier posibilidad de avivar una reactivación de la economía.
Los sectores de la izquierda y de la oposición peronista siguen diciendo que hay que bajar el déficit fiscal aumentando impuestos, sin reconocer que el 75% del gasto público es gasto social. La situación es compleja y no parece ser muy fácil, aunque está pendiente que se rebajen los gastos de la política, que están creciendo de forma desmedida tanto en la Nación, como en las provincias y municipios.
El gobierno apuesta a un formato gradual donde el gasto no crezca en términos reales y se compense con un aumento de la recaudación. Pero el problema es el volumen del gasto total consolidado, que es excesivamente grande tomado como medida del PBI.
El mayor problema para la creación de empleos es la falta de inversiones y esta carencia está motivada por la elevada carga impositiva, donde las provincias tienen el mayor protagonismo con el impuesto más regresivo que existe: el Impuesto a los ingresos brutos. Pero además, en un país extenso y con tanta distancia a los puertos, los costos de transporte se transforman en uno de los núcleos principales que afectan la competitividad de la economía.
Éste es un tema al que no le han podido poner coto, y los empresarios aducen que el problema son los impuestos. Más allá de la queja genuina, parece haber una maniobra de algunos sectores que se escudan en los impuestos para asegurarse rentabilidad. El gobierno, agobiado por las quejas, reconoce el problema y termina asumiendo todos los costos.
El problema del Banco Central
La persistencia de la inflación hace que el Banco Central (BCRA) utilice las tasas de interés como herramienta para contener la suba de precios, pero esta herramienta no es efectiva porque no está alineada con el gasto público. El BCRA fija metas de inflación que son distintas a las que el mismo Ejecutivo calculó en el proyecto de Presupuesto.
Para 2018 el BCRA puso como meta el 12%. Las expectativas del mercado es que alcanzará un 17%, pero la autoridad monetaria sostiene una tasa de interés de casi el 29%. Esta diferencia estimula la llegada de dólares del exterior que, como inversiones especulativas, ingresan muchos dólares y esto genera un atraso del tipo de cambio.
Con una leve recuperación esta semana, la moneda norteamericana ha crecido su valor un 11%, contra una inflación estimada del 23%. Esto implica un atraso del tipo de cambio del 12% sólo este año, y esto explica la grave situación de las economías regionales. Para el caso de Mendoza, la situación del empleo está ligada al atraso cambiario en la producción primaria, y perjudicada en el comercio por la cercanía con Chile.
Este atraso cambiario se ve agravado por la estructura impositiva argentina. El grueso de los impuestos gravan el valor agregado, con lo cual los actuales impuestos directos, bastante altos, se ven potenciados con el resto. Por esa razón negocios como los granos son posibles porque tienen muy poco valor agregado, sobre todo en materia de mano de obra.
Si el BCRA no comienza a bajar las tasas, conforme a las expectativa de mercado, conseguirá efecto rebote porque está pagando intereses excesivamente altos con los que alimenta la masa monetaria que, después, pretende reducir con las mismas tasas. Todo un contrasentido que no resuelve con tozudez.
El problema es que para 2018 se calcula que para financiar el déficit el Tesoro tomará nueva deuda por otros 30.000 millones de dólares, lo que asegura que el flujo de divisas sobre el mercado seguirá siendo abundante y mantendrá atrasado el tipo de cambio. Por este motivo se esperan más importaciones y una salida de divisas por turismo por alrededor de 10.000 millones de dólares.
De esta manera será muy difícil reactivar a más sectores de la economía y conseguir una mayor dinámica del nivel de actividad. No están dadas aún las condiciones para esperar mayores inversiones, que ahora esperan la evolución judicial de las normas de reformas negociadas en el Congreso.
Por tal motivo la creación de empleos seguirá siendo un tema muy lento y preocupante, salvo que se pueda sancionar la tibia reforma laboral, que busca hacer un blanqueo para incorporar una pequeña cantidad de la masa de 4 millones de trabajadores informales. La economía sigue con dificultades.