Suman tecnología y análisis a la ciruela industria, ¿de qué se trata?

Investigadores asesoran a productores e industriales para mejorar la productividad. Por qué se atrasó la temporada actual.

En San Rafael y General Alvear se concentra buena parte de la ciruela, su industria y sus investigaciones.

CIRUELAS



PLANTA DE CLASIFICACION DE CIRUELAS NEVADA EN EL DISTRITO DE RAMA CAIDA



FOTO: ROBERTO SALVADORES
En San Rafael y General Alvear se concentra buena parte de la ciruela, su industria y sus investigaciones. CIRUELAS PLANTA DE CLASIFICACION DE CIRUELAS NEVADA EN EL DISTRITO DE RAMA CAIDA FOTO: ROBERTO SALVADORES

Es imposible pensar en un campo eficiente, sustentable y con ganancias si a los trabajos culturales no se les suma tecnología. En ese sentido, el sector de la ciruela para industria cuenta con el apoyo de investigadores del INTA que contribuyen con estudios, asesoran en nuevas técnicas y permiten explicar, por ejemplo, por qué se atrasó la cosecha.

“La cadena de ciruela industria está altamente concentrada en el sur de Mendoza. En los departamentos de General Alvear y San Rafael se concentran todos los eslabones de esta cadena agroexportadora: productores, elaboradores, exportadores, proveedores de insumos y servicios, organizaciones, especialistas científicos y técnicos”, afirmó Cecilia Picca, directora de la Estación Experimental Agropecuaria (EEA) Rama Caída.

De ese modo, la estación del INTA trabaja con el sector a través de alianzas estratégicas con distintos actores. Los equipos técnicos de la institución abordan temáticas vinculadas al manejo del cultivo, agregado de valor y de integración.

“Desde las áreas de investigación y extensión, INTA trabaja en proyectos de cocreación de innovaciones tecnológicas y organizacionales para lograr mejores niveles productivos y agroindustriales que contribuyan a fortalecer esta cadena agroexportadora”, señaló Picca.

Mejora en los secaderos

Un ejemplo concreto lo dio la ingeniera química Paola Urfalino, quien desde el laboratorio de frutas y verduras deshidratadas acompaña a los industriales. “Se hacen servicios de monitoreo de los hornos, en los cuales ayudamos a calibrar los lazos de control de temperatura”. Esto ayuda a saber que los hornos realmente están trabajando a la temperatura que dice el sistema, y así poder optimizar el secado.

“Ayudamos también controlando otros parámetros de proceso como son la velocidad de viento y la humedad dentro de los túneles. Y en el caso de que el industrial lo requiera, también trabajamos sobre el ahorro energético, viendo si hay pérdidas o no en las paredes de los hornos, pérdidas de calor, de energía, para que puedan optimizarlo”, detalló Urfalino.

La ingeniera química agregó que si es necesario también trabajan en el control de los quemadores para asegurar que funcionen bien. A tener en cuenta: en el secado industrial, el gasto energético es un 40% del gasto en este proceso, así que es clave tener los hornos bien calibrados para optimizar el gasto en la temporada.

También han asesorado sobre conservantes a dos secaderos de tomate y durazno, para reemplazar la quema de azufre por inmersiones en metabisulfito de sodio, con mayores concentraciones y tiempos cortos. La técnica implica menos mano de obra y emisiones. “Es más sano para el trabajador que utiliza esa técnica. Y también se logran productos con concentraciones de conservantes homogéneas y controladas”, afirmó Urfalino.

Foto: Archivo / Los Andes
Foto: Archivo / Los Andes

Demora en la cosecha de ciruela

Una coincidencia en el sector es que la temporada se atrasó, aunque no todos saben bien por qué. Desde la EEA Rama Caída, el ingeniero agrónomo Hilario Lázaro explicó que se dio una floración retrasada por casi unos 15 días debido a un invierno muy moderado con poca acumulación de frío efectivo (“entre 550 y 700 unidades de frío, de este a oeste”).

“Correspondientemente, el ciclo de fructificación se atrasó en esa misma magnitud, y lo que podría ser un inicio normal de cosecha para entre el 1 al 12 de febrero se atrasó casi al 12 en adelante”, afirmó Lázaro. El especialista explicó que no había color ni azúcar para esas fechas y se podía definir como un óptimo de madurez recién hacia la última semana de febrero.

Lázaro detalló que, si bien del 23 de enero al 12 de febrero todos los días menos uno estuvieron sobre 35°C (lo que dificultó el progreso en azúcar y color), “conforme pasamos a temperaturas menos intensas, la fruta recuperó su ritmo de maduración normal y se alcanzó color y valores de azúcar razonable hacia los 20-22 grados brix”. Hubo confusión porque había frutos en estado avanzado y otros más verdes, pero eso fue por la floración despareja.

Desde esa misma entidad, el ingeniero agrónomo Martín Daniele destacó que la temporada no tuvo heladas ni accidentes climáticos graves. “Se alineó el clima, pudo haber faltado algo de frío, pero la ciruela responde más ahora al calor que al frío y hubo horas de calor, por lo cual hubo un excelente cuaje”, agregó Daniele, que ve ahora un sobreproducción en plantas que venían con cargas muy bajas otros años.

Para Daniele, el atraso se debe al clima y no es para preocuparse: “Nosotros siempre fijamos el 15 de febrero como inicio de cosecha, a veces un poco más, un poco menos. Todos los años se corre una semana para atrás o para delante en función de cómo ha sido la acumulación de azúcar y la madurez de la fruta”. Cuando hay mucha más fruta, la carga y la terminación de madurez también se puede ralentizar y tardar un poco más.

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