“El lago de los cisnes”, una osada versión contemporánea se presentó anoche en el Independencia

Bajo la dirección de Mariela Scherbovsky se presentó “Lago”, una versión que cruza música urbana, pop, electrónica y fragmentos de la obra de Tchaikovsky en una puesta de danza contemporánea.

La versión de Scherbovsky de "El lago de los cisnes" (foto: Gentileza María José Navarro Sardá).
La versión de Scherbovsky de "El lago de los cisnes" (foto: Gentileza María José Navarro Sardá).

La historia de amores y venganzas entre Odette, Odile y Sigfrido es una de las más populares del repertorio del ballet. También una de las más espectaculares y preciosistas en el universo del corpus romántico musical.

Pocos son los que no se han topado alguna vez con esta trama, ideada para la música de Piotr Tchaikovsky, en sus múltiples versiones y soportes: escenarios, televisión, videoclips, dibujos animados, cine y más.

Es que la obra escrita por Vladimir Beghitchev y Vasili Geletzer (basada en el cuento “El velo robado”) y coreografiada por primera vez por Julius Reisinger (para ser estrenada en el Bolshoi de Moscú en 1877) ha conocido tantas versiones como creadores interesados en el ballet hay.

Desde la segunda escritura escénica a manos de Marius Petipa y Lev Ivanov (en 1895, la instaurada como tradicional), el siglo XX se mostró pródigo en reescrituras que fueron distanciándose de la versión de Petipa/Ivanov y que permitieron la internalización de este ballet y su inserción en la cultura masiva como registro simbólico del género.

En 1940 se hizo una representación completa del espectáculo. Fue en Estados Unidos, en el seno del ballet de San Francisco, y por decisión de su fundador y coreógrafo William Christensen.

De ahí en más, “El lago de los cisnes” sería materia de exploración de múltiples técnicas y abordajes sobre los escenarios clásicos. Entre muchas, resaltamos la pieza de John Neumeier (1976) para el Ballet de Hamburgo en la que el artista combinó a Petipa e Ivanov con sus propio lenguaje contemporáneo y una escenografía inesperada (de un palacio a una prisión); la de Matthew Bourne (1995) que llevó al escenario del Sadler’s Wells de Londres y reemplaza a cuerpo de baile femenino por uno masculino; o la de Kevin McKenzie (2000) para el American Ballet Theatre (que se pudo ver en tv a partir de 2005) que recupera el espíritu romántico de la pieza y le otorga en la puesta una dimensión operística notable (además de agregar un prólogo que no existe en la obra de Petipa/Ivanov).

Lago, de Mariela Scherbovsky (foto: Gentileza María José Navarro Sardá).
Lago, de Mariela Scherbovsky (foto: Gentileza María José Navarro Sardá).

Pero, como buen apunte colonizado por la mirada de la industria cultural masiva, “El lago de los cisnes” no es solo una obra de ballet sino también se ha vuelto película (en fragmentos y relecturas), programas de tv, resignificaciones literarias y hasta videojuegos.

En el cine, basta con mencionar a “Billy Elliot” (2000, Stephen Daldry) en la que el protagonista interpreta para su escena final, al Sigfrido en la versión de Bourne; “Black Swam” (2010, Darren Aronovsky) en que Natalie Portman se transforma en una Odile inquietante y oscura; o las nenas de “Mi villano favorito” (2010, Pierre Coffin y Chris Renaud) que le piden a Gru que vea su presentación de esta pieza.

Así las cosas, es interesante toparse con la osadía de la directora y coreógrafa mendocina Mariela Scherbovsky que, para el cierre 2021 de su escuela de danza, animó a sus alumnas a interpretar una versión cruzada de música urbana, electrónica, pop y fragmentos de la obra de Tchaikovsky para contar la historia de estos tres personajes, en una escritura escénica trazada con las técnicas de la danza contemporánea (Graham, Horton, Limón, Cunningham).

En la trama de la obra original, compuesta de cuatro actos, se narra la lucha entre el bien y el mal a través de la historia de amor del príncipe Sigfrido, enamorado de la dulce Odette, que es convertida en un cisne por el hechizo del malvado Von Rothbart. Odile, el cisne negro e hija del brujo, engaña al príncipe haciéndole creer que ella es la pura y blanca Odette, para que él se case con ella y así no se rompa el hechizo que sobre Odette puso su padre. Luego de idas y vueltas de la trama, el amor vence al mal en una lucha “épica”.

Bajo el nombre “Lago”, Scherbovsky y su equipo, cuentan esta historia en tono contemporáneo. No solo en las técnicas dancísticas, sino en el contexto de la narración y el resto de los elementos del dispositivo escénico: el baile en palacio es una rave, el cumpleaños de Sigfrido viene repleto de juegos con cajas de regalo.

La versión de Scherbovsky de "El lago de los cisnes" (foto: Gentileza María José Navarro Sardá).
La versión de Scherbovsky de "El lago de los cisnes" (foto: Gentileza María José Navarro Sardá).

La escenografía, las transiciones y los cuadros que estructuran la obra se construyen a base de luz y sin escenografía (apenas un par de objetos escenográficos, como una mesa en la que cortan cocaína en la fiesta del desenfreno que busca confundir al príncipe).

El vestuario es un acierto en el que los tutú blancos de los cisnes se transforman en gráciles vestidos de flecos blancos y Odile toma un tono oscuro en su negro traje con aires del steampunk.

Varias interesantes coreografías de Scherbovsky (en las que colaboran Vero Alsina y Griselda Modrijan) completan esta construcción osada y original. Es verdad que el carácter amateur de algunas de las bailarinas (tengamos en cuenta que se trata de una muestra de alumnas) y la selección musical (interesante en su idea, pero no totalmente lograda a los efectos del concepto total del espectáculo) le restan potencia y solidez a los climas, atmósferas y cuadros.

La versión de Scherbovsky de "El lago de los cisnes" (foto: Gentileza María José Navarro Sardá).
La versión de Scherbovsky de "El lago de los cisnes" (foto: Gentileza María José Navarro Sardá).

Pero “Lago” es un apunte a celebrar, pues la directora le otorga a la muestra de lo que sus discípulas han aprendido durante el año, una altura, una dignidad y un compromiso artístico que realza la tarea de las bailarinas y las coloca frente a un desafío que ellas afrontan con belleza y pasión. Aplaudamos, entonces.

La ficha

“Lago”. Dirección: Mariela Scherbovsky. Colaboración coreográfica: Vero Alsina y Griselda Modrijan. Compañía (escuela): Espacio Bailado. Bailarines: Ana Lucero, Anahí Venier, Andrea Mansilla, Ariadna Pazzaglia, Ariadna Susel, Cande Calot, Carolina Canitrot, Carolina Isoardi, Cata Araya, Cecilia García, Constanza Balter, Dania Bonadeo, Emi Delvecchio, Emiliana López, Federica Manna, Gabriela Novak, Georgina Lemmo, Giuliana Pellegrino, Greta Andía, Griselda Mondrijan, Gustavo Estay, José López, Julieta Armada, Julieta del Castillo, Julieta Donatti, Julieta Fontez, Laura Flores, Laura Panella, Leila Ortiz Hernández, Lu Sampedro, Luci Pierandrei, Luna Pannocchia, Margarita del Olmo, María Emilia Fernández, María Eugenia Montini, Mariana Farinha, Mariela Gómez, Martina Capalbo, Milagros Martín Rincón, Natalia Capllonch, Paula Romero, Paz García Mansilla, Renata Marcellino, Rocío Barreras, Rocío Capllonch, Tatiana Martínez, Vale López, Valentina Frare, Verónica Alsina, Verónica Frías. Día y hora: Domingo 12 de diciembre, a las 21. Sala: Teatro Independencia. Nuestra calificación: Buena.

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