11 de julio de 2025 - 19:05

"Menem" en Prime Video: una serie con más ficción que rigor, pero que no decepciona

Para contar bien ciertas historias hay que exagerar un poco, parece decirnos esta desenfrenada serie estrenada en Prime Video. Los aciertos de Ariel Winograd y la sorprendente caracterización de Leonardo Sbaraglia.

Carlos Saúl Menem volvió, y lo hizo quizás de la mejor forma en la que podría haber vuelto: como un personaje de ficción. Volvió ficcionalizado, magnificente y desbordado, en una controvertida biopic que sugiere que, para contar bien ciertas historias, a veces hay que exagerar un poco.

"Menem", la serie de seis episodios que aterrizó el pasado miércoles en Prime Video y dirigida por Ariel Winograd, era algo que la propia historia argentina pedía a gritos: hacer un retrato satírico de la desenfrenada fiesta menemista, con su corruptela, su desguace, su falso fervor de estabilidad y sobre todo la multitud de personajes estrafalarios que desfilaban por Casa Rosada y por la televisión: empezando, claro está, por el propio presidente.

El sorprendente elenco de "Menem"

Interpretado por un Leonardo Sbaraglia en estado de gracia, este Carlos Saúl Menem logra captar su esencia riojana y presentárnoslo, ante todo, como lo que era: un hábil seductor. Desde el primer episodio, que muestra su ascenso desde gobernador a ganarle la interna a Antonio Cafiero y de ahí a la presidencia, vemos a un político que actúa movido por la ambición y armado con su propio carisma.

La serie sabe usar el sarcasmo como herramienta crítica, tambaleando constantemente entre el entretenimiento y el rigor histórico. Winograd —ya curtido en esta clase de desafíos con "Coppola, el representante"— propone una narración que funciona en varios niveles. Es tan efectiva como comedia negra sobre los excesos del poder, como crónica de una ambición personal desbordada y como documento de una Argentina que se va desmoronando institucional, económica y hasta espiritualmente.

Embed - Menem - Tráiler Oficial

Sbaraglia, escondido detrás de un maravilloso trabajo de maquillaje, se funde con Menem sin recurrir al mimetismo grotesco. Hay algo en su trabajo físico, desde su sibilina mirada a su sonrisa mecánica, y también en su muy estudiada cadencia riojana, que le otorga densidad a un personaje que, en otras manos, podría haberse limitado a la caricatura.

Pero no es el único que logra una excelente caracterización. Griselda Siciliani sorprende en clave dramática con su versión de Zulema Yoma: una mujer áspera, frontal, negociadora, que lucha ante todo por su honor y el de sus hijos.

Un acierto del guion viene a ser el personaje ficticio interpretado por Juan Minujín, Olegario Salas, un fotógrafo testigo del ascenso de Menem y que sirve como punto de vista desde el cual contar la historia. Logra articular esta hazaña política pasando desde el entusiasmo inicial al desencanto, al terminar siendo él mismo una víctima de los excesos del poder.

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Otros personajes ficticios también se destacan, como el de Jorgelina Aruzzi y Marco Antonio Caponi. Pero, sobre todo, impactan dos caracterizaciones que, en sus breves apariciones, se roban totalmente la atención, por su parecido y carisma: Mónica Antonópulos como María Julia Alsogaray y Campi como Domingo Cavallo.

Una serie que ficcionaliza, pero no defrauda

La serie, decíamos, escoge el polémico camino de contar una historia real con amplias dosis de ficción. Algo que le valió duras acusaciones de las propias personas involucradas. De hecho, hace bien la producción en alertar al espectador, al principio de cada episodio, de que se trata de una historia ficcionalizada.

Porque "Menem" no pretende ser objetiva, y prueba de ello son las dudas constantes de los espectadores, que episodio tras episodio se preguntan qué es "verdad" y qué es "mentira". Sin embargo, arriesgó bien al poner en primer lugar no el rigor histórico, sino la desmesura de un momento donde la política era en sí misma espectáculo.

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Para esa fábula, que por momentos tiene aristas carnavalescas (divertidísima la escena de la fiesta privatizadora, con cameo de Ricky Maravilla), Winograd se vale de una amplia variedad de recursos de guion, de montaje y de sonido. La sátira kitsch, el drama histórico, las imágenes documentales, los gags (a veces burdos) y hasta las interpelaciones a la cuarta pared recuerdan por momentos a joyas cinematográficas de la sátira política, como "Vice" de Adam McKay.

Esta temporada empieza y finaliza con la misteriosa y trágica muerte de Carlos Menem Jr., y abre la puerta a una posible segunda entrega que tenga como eje el segundo mandato. Sin embargo, todavía no ha sido confirmada.

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