Desde Maipú, donde vive, María Gabriela Mezzabotta ha ido construyendo una obra literaria atravesada por el realismo y la empatía. Profesora de Lengua y Literatura y columnista en el programa Clima de radio por FM Post, lleva cinco libros publicados: “Antítesis” (2019), “Voces de acuarela” (2022), “Rumor” (2023), “Calma” (2024) y “Donde miran los girasoles” (2025), y varios relatos incluidos en antologías latinoamericanas. Su último gran logro fue obtener el Premio Vendimia 2025 en el rubro juvenil con Pantano, una novela breve e intensa que narra la lucha de una adolescente por escapar de la violencia familiar. La suya es una narrativa que aborda temas complejos —femicidio, suicidio adolescente, bullying, abuso— y lo hace con una mirada pedagógica. En esta charla, Mezzabotta repasa su recorrido como autora, su compromiso con los jóvenes lectores y el impacto que le produjo recibir uno de los premios más importantes para la literatura mendocina.
—¿Cuál es la historia que cuenta Pantano, la novela con que ganaste el Premio Vendimia de relato juvenil?
—Pantano es la historia de una adolescente que sufre violencia intrafamiliar y de su lucha para escapar de esa situación. Es una novela escrita en capítulos muy cortos, lo que la hace de lectura muy ágil.
—¿Qué te inspiró para escribirla?
— La historia de una ex alumna de la escuela donde yo trabajo, que nos pegó mucho como docentes, como comunidad. Una chica que fue asesinada por su cuñado en frente a una hija. Eso sembró en mí la necesidad de tratar el tema del femicidio en alguno de mis relatos. Y si bien no es el tema principal, es uno de los temas que ronda dentro de la novela.
—Tratándose de un público tan joven debe ser difícil plantear estos temas. ¿Tenés alguna estrategia, porque son temas pesados?
—Sí, tal cual. Mi anterior novela, Rumor, trata de un suicidio en medio de una clase. También basado en un hecho real ocurrido en 2016, de una chica que se disparó en clase. Básicamente lo que trato es no ahondar. O sea: no ahondar en la problemática, sino tratarla con la mayor dedicación y el respeto que merece y, por sobre todas las cosas, lo que siempre digo es que no es una literatura para que los chicos lean en sus casas, sino para hacer un trabajo guiado en clase. Se lee, se trabaja, se analiza desde diferentes áreas, se hacen trabajos interdisciplinares. No se puede largar una novela con un tema como el femicidio, el suicidio o el bullyng así sin más, sin un acompañamiento. Ocurre que además de ser escritora tengo la docencia en mi piel. Hace 23 años que soy profe de lengua y literatura y me permito estas licencias.
—¿Y cuál es la respuesta de los chicos?
—En general los alumnos se sienten supermotivados, primero porque son novelas cortas, rápidas de leer. Inmediatamente te piden, "Siga, siga, siga." Es como que están necesitando que continúe con la lectura y al sentir que empatizan, porque muchas de las situaciones que a nosotros nos parecen tan crueles, son situaciones cotidianas para ellos, porque muchas veces viven en contextos crueles. Y, entonces, poder llevarlos a la escuela y poder socializar lo que se siente, lo que se vive, el miedo, la culpa heredada, los karmas familiares, está buenísimo, y sirve como vehículo para poder darles a ellos el espacio para problematizar sus vidas o sus contextos.
—En esta novela (Rumor) también está el tema del bullying, ¿no?
—Así es, la primera novela que escribo juvenil. El bullying es el causante, el motor que lleva a la protagonista a tomar esa decisión. El rumor arranca con el acontecimiento, la chica que entra al curso y se dispara, y va llevando al lector entre el pasado y el presente, como para reconstruir la causa de esa trágica decisión. Se viraliza un video íntimo de ella y se la destroza virtual y públicamente. Muchos chicos pasan por situaciones parecidas cotidianamente, quizás no llegan todos al límite de tomar esa decisión, pero sí conviven con esas realidades. También conviven con el abuso, con familias en donde hay relaciones tóxicas. Y está bueno, creo, ponerlo al servicio de la educación.
—Como escritora tenés una fuerte impronta realista…
—Soy una escritora realista, completamente. Y he descubierto esta veta juvenil, que creo que es lo que mejor me sale. También muy enriquecida con las historias y las vivencias de mis alumnos, que tienen también la confianza de contarme sus situaciones. Y también esto de vivir en contacto con ellos y aprender de sus formas de hablar, porque también eso es lo que acerca a ellos lo que escribo.
—También hacés una columna en un programa de radio…
—Sí, en el programa de Judith Scheyer “Clima de Radio”, en Radio Post 92.1. Ahí estoy los días lunes a partir más o menos de las 21 horas y hablo de literatura. Hace un tiempo estoy llevando escritores regionales, de alguna manera dando el espacio para que también ellos puedan hacerse conocer. Así que todos los lunes va de invitado un escritor mendocino.
—Hace un momento hablábamos de tu impronta realista. ¿Cuáles son tus referentes?
—La literatura de Liliana Bodoc siempre para mí ha sido maravillosa, la he trabajado muchísimo en clase y he trabajado mucho de sus relatos realistas. Los últimos, por ejemplo, "Elisa, la rosa inesperada" y "Presagio de carnaval" son obras que trabajo hasta el día de hoy. Después, bueno, también Jordi Sierra i Fabra, Sergio Olguín y escritores también de acá de Mendoza, como Mónica Sampaolesi o Juan Manuel Montes.
—¿Y cuál fue el impacto de recibir el premio Vendimia?
—La verdad que no me imaginé que lo iba a ganar. Había ya presentado antes dos de mis obras, una de la antología de cuentos compartida con Vero y Rumor. La verdad que esta la presenté con mucha ilusión. No voy a negar que todos tenemos la ilusión de ganar, pero no sé, no tenía la certeza para nada. Y cuando recibí la noticia, la verdad no podía parar de llorar. Fue una emoción tan grande que no lo podía creer. Es muy significativo para un escritor mendocino ganar el Vendimia. Quizás esto no marque que sea ni la mejor escritora ni la peor, pero sí el reconocimiento hace muy bien a los escritores.