4 de octubre de 2025 - 09:34

Manuel Wirzt vuelve al Teatro Plaza: un reencuentro con canciones vivas y emociones compartidas

Manuel Wirzt, figura multifacética del espectáculo argentino, regresa este sábado a Mendoza con un concierto que asoma singular: no como un simple repaso de éxitos, sino como un reencuentro con su público, con las historias que ambos han tejido durante décadas.

Esta noche Manuel Wirzt vuelve a subirse a un escenario mendocino con un espectáculo a su estilo: íntimo, alegre y emotivo, con sus grandes éxitos y sus más recientes composiciones. En este formato, en el que está acompañado de sus músicos, el artista recorrerá Dondequiera que estés, Rescata mi corazón, Hoy te necesito, entre otros clásicos, y con algunas sorpresas que solo el fuego creativo de sus años de carrera puede permitir. El show se presenta hoy a las 21.30 en el Teatro Plaza, de Godoy Cruz y las entradas se pueden adquirir en entradaweb.com.ar o en la boletería del teatro.

Sus inicios y su recorrido

Wirzt no necesita presentación para muchos. Nacido el 26 de marzo de 1963 en San Nicolás de los Arroyos, provincia de Buenos Aires, Manuel se abrió paso desde la niñez con vocación artística. A los nueve años recibió su primera guitarra —regalo de sus padres tras un sacrificio económico que marcó su vida—, y pronto entramó experiencias de mimo, clown y actuación que luego habrían de mezclarse con su música.

Esa polifonía artística —ser músico, compositor, actor, mimo, director teatral, conductor de TV— no es una pose, sino una veta real en su carrera: Wirzt ha transitado todos esos caminos.

Pero el show del sábado no será un desfile nostálgico. Desde su comunicado oficial se advierte que junto a sus hits —Dondequiera que estés, Rescata mi corazón, Hoy te necesito, Loco por ti, Por ganar tu amor, Desde que te vi, Que se cumplan tus sueños entre otros— también habrá espacio para nuevas canciones y sorpresas. La idea no es sólo revivir el pasado, sino actualizarlo en cada acorde.

En su carrera de más de 35 años, Wirzt ha sabido jugar con la temporalidad: rescatar lo viejo sin renunciar a lo nuevo, darle espacio al recuerdo sin perderse en la rutina. Ha contado con discos que se volvieron bisagra (Magia, por ejemplo), canciones que se instalaron en la memoria colectiva y nuevas versiones que traen el pasado al presente.

Ese sentido de continuidad y evolución se ve también en su rol como figura televisiva. En el programa Canta Conmigo Ahora, por ejemplo, ocupó el lugar del “delegado” —apodo cariñoso que le atribuyeron—, pero también el púlpito de quien observa con sensibilidad cómo jóvenes talentos encaran el canto. En ese espacio, su veta didáctica, su capacidad para conmover con devoluciones sinceras e íntimas, y su fidelidad a la música como canal de emociones quedan grabadas indelebles.

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El show en en Teatro Plaza

Este show en Mendoza, entonces, se perfila como algo vivo: un concierto que vivirá en el instante, más que como una réplica de lo que fue. Seguramente el niño interior de Manuel —el mimo, el actor, el cantor— estará ahí, dejándose ver entre canción y canción.

Además, su banda lo acompaña en este recorrido. Wirzt ya ha dado cuenta de la importancia de trabajar junto a músicos de confianza y complicidad escénica: la cercanía entre artista y acompañantes permite que el espectáculo respire, que cada nota encuentre su espacio, que las sorpresas surjan sin alarde, como deslumbres silenciosos.

Y para quienes lo siguen, este sábado será también celebración de identidad compartida: esas canciones no son solo suyas, sino de quienes las hicieron propias. Un tema como Rescata mi corazón ha sido emblemático no solo para su carrera sino para generaciones que la escucharon como banda sonora de momentos personales.

El concierto puede funcionar como espejo de todo lo recorrido: los comienzos cuesta arriba, las oportunidades que algunos colegas le abrieron, las pérdidas familiares que lo marcaron —“cuando mi hermano se fue…”, recordó en entrevistas recientes—, la tenacidad frente a las críticas que lo desalentaban y los ciclos de caída y recuperación propios de una carrera larga.

En una charla con Los Andes, Manuel Wirtz se muestra como siempre: franco, abierto y sensible. Un placer el reencuentro con este multifacético artista.

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—¿Venís a presentar algún tema en especial, algún disco, vas a hacer un repaso de tus temas más emblemáticos? Contanos de qué se va a tratar el espectáculo del sábado.

—Como digo siempre, voy a sacar a pasear las canciones que hace mucho no están dando vueltas por esos pagos. Hace mucho que no voy a Mendoza, y entonces tengo la posibilidad de estar en un muy lindo teatro que seguramente va a estar colmado con esa gente que siempre me va a ver y que siempre me ha apoyado y me trata con tanto cariño. Así que la idea es estar, contar esas historias que tantas satisfacciones han dado a mi vida y tanto sentido le han dado a mi carrera. Ahí estaré el 4 de octubre en el Teatro Plaza.

—Han pasado 30 años desde tu disco, Magia. Si tuvieras que elegir un instante bisagra en esos 30 años, algo que digas “esto valió la pena, esto vale la pena”, ¿cuál sería?

—Se habían grabado dos discos anteriores, pero Magia fue un disco bisagra en mi carrera. Fue el disco que de alguna manera generó que la gente me empezara a conocer y que aparecieran esas canciones tan populares como la que utilizó, por ejemplo, Marcelo Tinelli durante muchos años para abrir su programa o durante Telefe, donde cada cámara oculta cerraba con esa canción tan característica que era una especie de Big Bang sonando y la canción se llamaba Rescata mi corazón.

Se cumplieron 30 años el año pasado y lo que siento es orgullo, felicidad, mucha alegría. El hecho de poder tener esas canciones, que son tan difíciles de encontrar, es lo más difícil para un artista que quiere contar historias: encontrar una buena canción. Yo he tenido la bendición de encontrar varias que me han permitido ir a visitarlos de vez en cuando.

-Supongo que esas canciones son parte del repertorio que vas a presentar

-Cuando estoy ahí esas canciones tienen que sonar sí o sí, porque de alguna manera forman parte de las personas que están ahí, tocaron alguna cuerda en su momento y han formado parte del sonido de sus vidas. Magia ha sido un disco muy importante, a tal punto que me estoy dando este lujo de celebrarlo con amigos y artistas que admiro, como cantar Rescata mi corazón junto a Ruggero —que fue el primer cantante que hizo una versión en la tira juvenil Violetta, logrando que trascendiera a muchos países de Latinoamérica—.

También con Gerónimo Rauch canté No llores ya, una muy linda balada de ese disco, y hace poco salió la canción con Rodrigo Tapari, una canción compuesta por mi hermano, Por ti lloraré.

Y quizás como anticipo —sin develar la sorpresa— se viene un temón con un artista muy importante. Prefiero que me sorprenda y que suceda lo mismo que le va a pasar a mucha gente cuando se enteren de cuál es la canción y con quién la voy a cantar.

—Tus canciones son muy conocidas y siguen sonando vivas, laten. ¿Cuándo fue la primera vez que te diste cuenta de que un tema tuyo había trascendido lo íntimo de tu alma para convertirse en parte del alma de otras personas?

—Yo creo que la primera canción que generó esa cosa con la que uno sueña siempre fue Donde quiera que estés, en 1992. Ahí aparece y empieza a cambiar el panorama.

En 1993 hacía el programa No te quedes afuera en ATC. Nunca había hecho un disco para chicos, pero les cantaba estos temas. Era una buena canción y encima el programa llegaba a todo el mundo. Eso se potenció y fue el disparador de todo lo que gracias a Dios después me pasó.

—En otras charlas me contaste que ese tema tenía una historia detrás, ¿es así?

—Sí, es una historia de amor y desamor. Son esas situaciones por las que uno pasa cuando el amor se diluye, de un lado y no del otro. Uno queda esperando que se resuelvan cuestiones que parecen fáciles pero no lo son. Literalmente la canción dice eso: “donde quiera que estés deja la duda y vuelve a mí, porque te estoy esperando”.

No todas las canciones son autobiográficas, muchas son ficciones que crean un microclima y terminan siendo el deseo o la situación de otra gente. Porque quién no se ha enamorado, quién no ha sufrido por amor, quién no ha esperado que algo se termine.

Las canciones se ubican en esos momentos y generan una detonación en algún lugar del cuerpo. Por suerte algo sucede, y para los que hacemos canciones eso es todo: pasan a formar parte de la vida de la gente.

—¿Sentís que hay algo a lo que todavía no le hayas cantado?

—Creo que a los extraterrestres todavía no les canté (risas). Pero después, las emociones son mi único objetivo. Parto de ellas para poder escribir y generar otras emociones.

—Si mirás al Manuel de hace 30 años, ¿qué ves de aquel y qué quedó atrás?

—Atrás quedó un montón de años de gente, como dice Spinetta. El resto va conmigo. Las buenas cosas, los buenos recuerdos, todo lo que me hizo feliz lo llevo conmigo porque me sirve, me alimenta. Habrá cosas que mi cabeza bloqueó, pero yo voy con todo hacia adelante, con el corazón por delante.

—¿Cuándo sentiste que la música iba a ser tu vida?

—No sé si fue la música al principio, porque me manejaba con muchos vehículos: clown, mimo, actor, dibujante, incluso algunos me tildaron de mago. Mi hermano me metió en el rock, en la locura de Charly, Spinetta, los Beatles…

Con 18 años me vine de San Nicolás a Buenos Aires para triunfar. Agarraba todo lo que me animaba. Pero después de Magia, en el 95–96, me di cuenta de que la música era el instrumento que más me llenaba.

—¿Te gustó hacer tele? ¿Lo disfrutaste?

—Lo disfruté y lo disfruto, porque he sido coherente. Nunca hice algo forzado. En pandemia tuve que hacer canastas de hierro y madera porque había que hacer algo, pero eso también me enorgullece.

—Fuiste de los primeros en animarte a hacer un show sin público, ¿cómo viviste esa experiencia?

—Era la única manera. La gente compraba el chip online y me veía. Muy raro, extraño, pero gracias a eso hoy estamos haciendo esta nota. Antes era todo presencial. Son ventajas y aprendizajes que aparecen en las grandes tragedias.

—¿Te han ofrecido hacer teatro o televisión recientemente?

—Sí, me ofrecieron teatro y comedia musical, pero prefiero ser coherente y no hacer algo que no me convence. Me animo a lo que me atrapa, como cuando Tinelli me ofreció conducir mientras él viajaba a Qatar, o cuando hice un programa para chicos, o ahora que estoy de jurado en Canal 9. Pero cuando no me gusta, digo que no.

Estoy escribiendo mucho para chicos, cuentos y canciones, aunque no sé qué voy a hacer con eso. También canciones nuevas que quizás salgan en redes.

—Sé que tu hija se casó hace poco, ¿esas ganas de escribir para chicos tienen que ver con el abuelazgo?

—Ahora me voy a España a verla después de más de un año, la extraño mucho. Pero lo de los chicos es algo que siempre me estuvo dando vueltas. Me proponen cosas, pero no todas me convencen. Seguramente aparecerá en el momento justo.

—Contanos del show en Mendoza.

—Va a ser muy lindo. No sólo recorreremos esas canciones, también vamos a pasarla bien. Vengo con músicos bárbaros como Don Torres y Pelado Pablito. Va a ser un show con mucha conexión, con el niño que llevo dentro saliendo a jugar.

—Última: si pudieras darle un consejo a los músicos jóvenes, ¿cuál sería?

—Si realmente es su sueño, paciencia y persistencia. Y lo otro: encontrar siempre una buena historia. No enamorarse de lo que uno siente, porque no siempre es verdad. La verdad es lo que le pasa al otro que está escuchándote. Hay que trabajar para eso: una buena historia, una buena excusa para que esa persona quiera escucharte.

Trayectoria, discos y reconocimientos de Manuel Wirzt

Infancia, primeras músicas y formación

Manuel Humberto Wirzt Retta nació el 26 de marzo de 1963 en San Nicolás de los Arroyos. Hijo de Osvaldo Wirzt y Olga Retta, fue el segundo de tres hermanos. Desde muy chico mostró inclinaciones artísticas: con nueve años recibió su primera guitarra, don que provenía de un sacrificio familiar, y participó de espectáculos de mimo y clown en su ciudad. Durante su adolescencia combinó música, teatro y mimo, y en sus primeros pasos en Buenos Aires buscó abrirse camino en esa compleja mezcla de géneros.

Primeros discos y consagración

Su álbum debut fue Funcionamiento (1987), editado de forma independiente. En 1988 ganó reconocimiento como “artista revelación” en Chateau Rock y simultáneamente colaboró con La Torre en una gira por la Unión Soviética, presentándose frente a decenas de miles de personas. Luego de Mala Información, en 1992 editó el disco Manuel Wirtz, con la participación de Hilda Lizarazu, donde aparece Dondequiera que estés. En 1994 publicó Magia, que contiene canciones que serían parte del acervo de su obra: Rescata mi corazón, Por ganar tu amor, entre otras. Tras ese momento de consolidación, lanzó Cielo y Tierra (1995), Una razón (1997), y más adelante Grandes Éxitos (2002), Quimera (2005), Vení (2009) y otros trabajos que diversificaron su mirada musical.

Durante la pandemia editó Todo, un disco autorreferencial con el tema Fotos y canciones, en el que narra su trayecto personal y artístico.

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Reconocimientos y momentos dolorosos

A lo largo de su carrera, Wirzt ha sido distinguido con premios Gardel, ACE y Martín Fierro. Ha obtenido discos de oro y platino, y ha participado en más de 1.500 shows en todo el país. Una de las pérdidas más profundas que marcó su obra fue la muerte de su hermano Daniel “El Tuerto” Wirtz en 2008, figura clave en sus primeros años, colaborador musical y compañero de sueños. En medio del dolor, compuso La vida, tema que permaneció guardado años y que refleja ese duelo transformado en arte.

También ha sido parte de proyectos culturales más allá de la música: se formó en Kiev aprendiendo mimo y clown, trabajó en televisión, dirección teatral y ha sido conductor.

En cuanto a colaboraciones y reediciones, su reciente Rescata mi corazón (ft. Ruggero) recupera uno de sus clásicos para nuevas generaciones.

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