15 de noviembre de 2025 - 12:43

Magalí Riera presenta "Vuelta a casa": una muestra para reconectar con lo esencial en ArteH

La obras de la artista mendocina no solo se anclan en la naturaleza y la sustentabilidad, sino que también nos proponen una forma de mirar que resiste la tiranía de lo inmediato. La muestra estará expuesta hasta febrero en ArteH, espacio de Hipercerámico.

Todos lo vivimos diariamente: vivimos en tiempos donde el like impone su tiranía y el clic su fugacidad. Hemos normalizado una vorágine que nos despega, cada vez más, de la sensibilidad, por lo que cada vez es más importante encontrar un refugio para demorarse y respirar a otro ritmo: ¿será hoy esa, quizás, una de las funciones más apremiantes del arte?

Magalí Riera, artista visual mendocina, parece lanzarnos esa pregunta. En "Vuelta a casa", su muestra inaugurada a fines de octubre en ArteH, la imagen funciona apenas como superficie: lo que realmente importa es el pulso subterráneo que sostiene cada color, cada gesto, cada demora. Sus obras, ancladas en el uso de pigmentos naturales extraídos de hojas, cortezas, cáscaras y agua de deshielo, insisten en recuperar una temporalidad perdida. La exposición puede visitarse hasta febrero, de lunes a viernes de 9 a 18 y sábados de 9 a 13, en Hipercerámico (Acceso Norte y Manuel A Sáez de Las Heras). Con entrada libre y gratuita.

No se trata de ver una serie de piezas meramente bellas, sino de abrir una ventana a otra forma de estar en el mundo. Claro que hay una vivencia que explica su forma de hacer arte: Riera vive y trabaja en Russell, rodeada de viñedos, un territorio donde la materia orgánica se convierte no solo en insumo, sino en su interlocutor cotidiano. La artista define esta muestra como un regreso a la raíz: “Con esta obra vuelvo a la raíz como el origen de lo esencial que habita como pulso constante en relación al cuerpo, entorno y espíritu”, nos explica.

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Ese “pulso constante” no es una metáfora sino su clave metodológica: cada una de sus piezas surge de un procedimiento que es, en sí mismo, técnica, experimentación y paciencia. Los colores provienen de un proceso de cocción lento, casi meditativo: cocer, esperar, observar. Dejar que el tiempo haga su trabajo.

Parece elemental, pero no: en esos procesos Riera encarna una resistencia silenciosa. La artista misma lo formula con claridad, cuando le preguntamos por esa actitud. "Absolutamente, y aunque muchas veces esta palabra está mal vista, en realidad el simple hecho de elegir no utilizar una bolsa de plástico es un acto de resistencia. Como artista, busco saciar la necesidad vital de pintar y, en vez de abrir un pote de pintura y comenzar, elijo tomarme el tiempo de recolectar hojas y cortezas, macerarlas, cocinarlas… un proceso muy largo, que me regala contemplación, expansión en la percepción del tiempo, espera y sorpresa”, revela.

El texto curatorial de Lali Tinte condensa esta apuesta: “'Vuelta a casa' es una invitación a detener la mirada y respirar el proceso. A encontrarse con lo que habita detrás de cada color, de cada trazo, de cada espera”.

Arte y sustentabilidad

Las composiciones de Riera —delicadas, etéreas, enriquecidas con las texturas prístinas de la naturaleza— parecen provenir de una alquimia doméstica, íntima. Aunque no desligada de su pertenencia social y la sustentabilidad: "Este año terminé la formación en Gestión cultural de triple impacto, y mi actividad artística se enmarca en esta actividad -nos cuenta-. Me vinculo con locales gastronómicos y productores de mi zona para recolectar sus descartes, que son la materia prima para mis tintes. Me vinculo con cooperativas textiles (generalmente de mujeres en situaciones vulnerables) que me proveen los textiles que reutilizo como soporte de obra. Con la venta de cada obra realizó una donación o colaboración a organizaciones y fundaciones que se dedican a preservar y plantar el pedemonte mendocino".

Y agrega, orgullosa: "Alguien de cultura me mencionó hace poco que, más que triple impacto, mi trabajo es de cuádruple impacto, ya que tiene un rol cultural fundamental integrando el sector de industrias creativas".

-¿Cómo nació tu relación con los tintes naturales y qué te llevó a investigar con pigmentos extraídos de hojas, cáscaras y agua de deshielo?

-Todo comenzó en pandemia, cuando tuve el tiempo real de comenzar a cuestionarme el porqué y para qué de las cosas. Cambié mi alimentación, que fue un hito importante, porque pude recuperar mi salud y a través de esto vincularme con la tierra, la huerta, mi entorno que se convirtió en la respuesta que buscaba. Y así comencé a tomar formaciones online sobre tintes naturales con los referentes más importantes y comencé mi propia investigación de plantas nativas y de especies de mi entorno.

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-Es que tu obra parece dialogar con la naturaleza no solo como inspiración, sino como materia viva. Russell tiene un papel importante en eso...

-Hoy juega un papel fundamental, convivo diariamente con los materiales que utilizo y eso es grandioso. Poner en valor lo cotidiano, lo que damos por sentado para mí es un privilegio. Es un signo de permanencia y memoria. Por mi casa pasa el agua de riego con la que realizo los tintes (esta es una característica propia y única en el país), lo que me llevó a representar a Mendoza en un mapeo argentino de tintes naturales. En el patio conviven las parras de uva Malbec con olivos añosos y árboles frutales, pájaros, abejas, mariposas y luciérnagas terminan de coronar este maravilloso refugio que contiene a mi casa, también diseñada con eficiencia energética, construída con contenedores marítimos reutilizados.

-¿Cómo es tu rutina de trabajo? ¿Tenés un ritual al momento de preparar los pigmentos o de comenzar una pieza?

-Todo el proceso comienza con la observación del entorno, la recolección de materiales y ahí llega la alquimia para realizar tintes o eco impresiones (transferir imágenes de hojas a través de una cocción al vapor). Otra característica regional es que yo realizo este proceso con el sol mendocino en lugar de vapor. La pieza permanece varias semanas al sol para lograr el efecto deseado. Es un proceso que me obliga a estar presente.

-El texto curatorial habla de “respirar el proceso”. ¿Qué te enseña el proceso, más allá del resultado?

-El proceso lo es todo para mí. Es un camino de autoconocimiento, es la manera de cultivar la paciencia en cada paso, la espera, la sorpresa y de amigarse con lo impredecible de cada resultado. Estoy trabajando con materia viva, lo que me regala la posibilidad de hacer registros, investigar y dejarme maravillar a cada paso.

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