El cambio que mostró Julieta Poggio después de su paso por Tailandia surgió de un recorrido que combinó paisajes, cultura y una inmersión espiritual que la llevó a adoptar el budismo. La influencer narró cómo ese viaje modificó su visión del mundo tras regresar a su rutina laboral.
El momento en que definió este cambio ocurrió durante su reincorporación a La Casa Streaming. El escenario de toda esta experiencia se extendió por Bangkok, Chiang Mai y un santuario natural donde convivió con elefantes.
Ese punto de partida abrió el contexto para comprender por qué la joven decidió asumir una nueva forma de interpretar sus vínculos y decisiones. Durante su estadía observó prácticas sociales marcadas por el respeto mutuo, la ausencia de violencia cotidiana y la centralidad del karma como orden moral.
Esa combinación fortaleció su sensación de pertenencia a un sistema que sintió compatible con su manera de pensar. Su compañera de viaje acompañó cada registro que la artista difundió en redes, donde mostró templos, calles, rituales urbanos y momentos de contacto con la naturaleza, construyendo una crónica visual que conectó con su comunidad digital.
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Entre las voces que acompañaron este regreso se escucharon las de los panelistas del ciclo Rumis, quienes le preguntaron con sorpresa por su afirmación. “Sí, el budismo. Dentro del budismo, creen mucho en el karma y por eso nadie hace cosas malas allá, amigo. No roban, dejan todo así abierto a la noche, son todos buenos”, respondió Poggio con tono seguro.
La Tía Sebi intervino para resaltar lo que había aprendido durante su viaje y comentó: “Y eso lo aprendiste en Tailandia, el budismo. Y ahora te vas a convertir al budismo. El karma, que todo lo bueno vuelve y todo lo malo también”. Poggio cerró esa línea con una definición personal: “Y me parece que me identifica bastante. Tiene sentido. Yo creo muchísimo”.
Su estadía en Tailandia
La reconstrucción del itinerario muestra que Bangkok fue la primera escala. Allí visitó el Wat Arun, uno de los templos más emblemáticos de la capital, al que llegó en ferry tras cruzar el río desde el muelle de Tha Tien. Eligió un atuendo completamente blanco, pensado para respetar la solemnidad del lugar y su dimensión simbólica. Las fotos, capturadas en la entrada principal del templo, revelaron la imponencia de las esculturas, los detalles dorados y la atmósfera ceremonial del sitio.
El recorrido continuó en Chiang Mai, ciudad asociada al arte, la espiritualidad y la vida urbana de montaña. Poggio posó frente a una puerta decorada con alas de mariposa en tonos azules y violetas, escena que ella misma transformó en un pasaje visual cargado de poesía.
La instancia más emotiva llegó en el santuario de elefantes, donde Poggio conoció el trabajo de rescate y preservación que realizan en esos espacios alejados del turismo invasivo. En sus imágenes aparece acariciando a un elefante adulto vestida con sombrero beige, top tejido claro y short animal print.
En otra foto se la ve sentada junto a un ejemplar que extiende la trompa hacia la cámara. También registró el momento en que alimentó a un elefante y recibió la devolución de la comida mediante la trompa, gesto que generó entusiasmo entre sus seguidores. Finalmente mostró secuencias en tierra y en el agua que plasmaron una vivencia directa y respetuosa, marcada por la autenticidad del encuentro y por una mirada que se distanció del turismo convencional.