Gabriela Exilart desliza al pasar que las novelas románticas no son consideradas alta literatura, a pesar de que es el género que más vende. Quizás por su asociación con lo femenino o, tal vez, por la subestimación de las autoras argentinas que tienen talento innato para combinar los hechos más sangrientos de la historia nacional con los romances más intensos.
La realidad se fusiona con la ficción pasional de la potencialidad humana dentro de tramas tan verídicas como el presente. "El secreto de Azucena" se basa en un grupo de inmigrantes que son diezmados. No es una narrativa ambientada en el Estados Unidos de Donald Trump, sino que Exilart viaja a 1872 para relatar los horrores —y amores— de la masacre de Tata Dios, cuando un grupo de gauchos argentinos asesinó a 36 inmigrantes en la localidad de Tandil. Un suceso olvidado por la historia argentina.
La escritora de masacres
“¡Ay, sí!... parezco la escritora de las masacres”, se sorprendió la abogada y escritora al evidenciar que entre sus novelas relató las masacres de Napalpí en Chaco, de Oberá en Misiones y ahora la de Tata Dios en Tandil. Luego, justificó: “Pero bueno, es que me llegan las historias, no es que yo las vaya a buscar”.
En esta oportunidad, "El secreto de Azucena" nació en 2019 cuando Juan Basterra, autor que vive en Chaco pero es de La Plata, le regaló su libro "Tata Dios". En su momento lo miró y lo hojeó. Hasta el año pasado, cuando la historia le quedó resonando y dijo: “Lo voy a leer”. Entonces descubrió que no era una novela, sino una crónica bien detallada y documentada de los hechos.
“Eso me habilitó a escribir una novela”, razonó y comenzó a recopilar información. Esta vez la masacre estaba a solo 173 kilómetros de su casa y a casi 200 años de distancia; así que el proceso de investigación fue un poco más sencillo. La escritora reveló que, siempre, su último recurso es la web, por lo que buscó archivos históricos y compró los pocos libros usados que contaban la masacre.
“Como es un suceso no tan conocido, fue difícil encontrar información y siempre corroboro todo lo que pongo en mis libros con, al menos, dos fuentes documentales. Busqué bibliografía y rastreé libros editados por universidades y trabajos de investigadores”, explicó.
Para Exilart, lo que tienen en común —y que le atrae— las masacres es que siempre hay un grupo humano como sujeto pasivo y uno poderoso que ataca. A diferencia de otras masacres que contó, en la de Tandil no es el Estado el que reprime, sino gauchos y forajidos alentados por un líder que aseguraba que “Tata Dios ordenó matar a esa gente”.
"Tata Dios", ¿un tirano?
“Tata Dios” o “Médico Dios” era el apodo de Gerónimo G. Solané, un gaucho que se presentaba como sanador y profeta. Solané fue llevado a Tandil por el estanciero Ramón Rufo Gómez para curar a su esposa, que padecía dolores de cabeza.
“Siempre trato de explicarlo de manera objetiva y mostrar el trasfondo que la historia no contó, como en este caso. A "Tata Dios", a quien se le adjudica el crimen ideológico, ni siquiera estuvo en esa noche; no participó de esa madrugada. La novela desentraña un montón de otras cuestiones que tienen que ver con lo económico y con lo político que había detrás”, adelantó.
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Ilustración de "Tata Dios".
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¿Y el secreto de Azucena?
Azucena Caballero es la protagonista de Gabriela que está de visita en la estancia familiar cuando, ese primero de enero, el horror golpea su puerta. Es una joven diferente a todas: inteligente, decidida y cargada de defectos. Es celosa, impulsiva y poco empática. No le gustan los niños y esconde varios secretos.
“El personaje es totalmente ficcional, fue creciendo a medida que yo iba contando la historia. Me llega primero el suceso real y después aparecen los personajes que vienen a complementar estas tramas que parecen un poco olvidadas por la historia argentina. Es el entorno el que me atrapa y yo analizo si realmente sirve para contar una novela o no”, desarrolló.
Aunque en su presentación se lee “Una masacre cargada de odio, un amor que intentará sanar las heridas”, lejos está el romance de ser el eje principal de la novela. Pero, como en toda historia de la humanidad, ocupa un lugar importante.
Para Exilart, el combo perfecto de una novela es historia, policial y romance, pero estima que este último se pone primero por una cuestión de “etiquetas comerciales”. La escritora considera que la mayoría de sus lectores son mujeres y, por eso, en un sesgo de género, la encasillan en ese rol.
“Hay romances, sí, como en la vida misma, pero mis novelas no son tanto sobre esa temática. Creo que se catalogan como ‘románticas’ por una cuestión taquillera: es un género que vende mucho, aunque no se lo considere alta literatura”, razonó.
Nuevas formas de leer
Gabriela siempre que publica una novela cierra esa historia y comienza una nueva. Para ella, las secuelas que funcionan como una serie de Netflix con un final en suspenso son una suerte de estafa para el lector.
Con mucha alegría les presento mi última novela, El secreto de Azucena. Una historia ambientada
“Antes que escritora soy lectora, así que no hago sagas que dejen colgado al lector. Prefiero historias autoconclusivas y, si hay una segunda parte, que sea independiente”, reafirmó.
Y agregó que le sorprendió ver cómo algunos de sus lectores ya se habían consumido El secreto de Azucena en menos de diez días. “Es la ansiedad que manejamos ahora”, resumió.
La próxima novela de Gabriela Exilart
La autora contó que el 11 de julio finalizó su última novela, una historia ambientada en la provincia de Buenos Aires y situada en el siglo XX, periodo en el que transcurren gran parte de sus obras. Actualmente se encuentra en proceso de corrección.
Sobre posibles inspiraciones futuras, explicó que ya ha incorporado escenarios cuyanos en trabajos anteriores: Mendoza aparece en "Pinceladas de azabache", mientras que San Juan es el núcleo de "Renacer de los escombros", novela sobre el terremoto de 1944. Sin embargo, confesó que, cuando cierre su etapa bonaerense, probablemente su próxima ficción la lleve al sur del país.