5 de mayo de 2025 - 14:38

En Tunuyán retoman la filmación del documental sobre Paula Molinas, hija de desaparecidos

El documental "El rompecabezas de Paula", impulsado por el colectivo de comunicación Las Tintas, retoma su rodaje en Tunuyán luego de haber quedado en pausa tras la partida de la voz narradora.

Lo que podría parecer el guion de una ficción es, en realidad, uno de los capítulos más crudos de la historia argentina. La vida de Paula Molinas, hija de desaparecidos durante la última dictadura militar, es una de esas historias reales que atraviesan generaciones y que hoy buscan mantenerse vivas en la memoria colectiva.

Su historia ya había llegado a las páginas de Los Andes el pasado 24 de marzo, en una nota publicada en conmemoración del Día de la Memoria, la Verdad y la Justicia. Ese relato, que reconstruía su vida y su búsqueda de identidad, movilizó a sus vínculos más cercanos, quienes hoy siguen teniendo a Paula presente y mantienen viva la prédica que sembró en ellos.

Su vida, marcada por la búsqueda de la verdad, la restitución de su identidad y el compromiso militante con los derechos humanos, hoy se proyecta como testimonio vivo en este documental colectivo que busca honrar su memoria y su lucha.

Un deseo nacido en 2021

La idea de narrar su propia historia fue de la misma Paula. En 2021, tras meses de aislamiento por la pandemia, se reencontró con su amiga Mariela Muñoz en Tunuyán y le expresó su deseo: "Quiero contar mi historia. Quiero dejarla registrada, como herramienta para las nuevas generaciones."

Aquel encuentro marcó el inicio del proyecto Las Tintas, un colectivo de comunicación surgido en San Luis y vinculado a trabajos audiovisuales de enfoque social. Con una beca otorgada por el Fondo Nacional de las Artes, el equipo comenzó a trabajar en un documental que combina el relato de Paula con una proyección pedagógica. La idea era que su historia pudiera servir como recurso educativo para abordar temáticas como identidad, memoria y derechos humanos.

"Paula siempre vinculó su militancia a la educación. Para ella, hablar de memoria era también hablar de ciudadanía, de amor y de derechos", recuerda Muñoz.

Las primeras filmaciones se realizaron en la casa de Paula en Tunuyán y en otros espacios significativos de su vida. Además de su testimonio, el proyecto incluye entrevistas a familiares, amigas, militantes de derechos humanos y referentes locales. Se grabó también material histórico que contextualiza su vida en los años oscuros de la dictadura y en la reconstrucción democrática.

Con una estructura inicial pensada como serie documental de cuatro o cinco capítulos, la historia de Paula empezó a cobrar forma.

Paula Molinas
Reunión organizativa hacia la producción del documental, Paula Molinas junto a sus realizadoras.

Reunión organizativa hacia la producción del documental, Paula Molinas junto a sus realizadoras.

Una pausa necesaria

La repentina enfermedad y posterior muerte de Paula detuvo el avance del documental. El duelo, el dolor y el respeto por los tiempos emocionales de quienes impulsaban el proyecto llevaron a suspender las grabaciones. "Había mucho movimiento emocional. Había que darnos tiempo para elaborar, para cuidar el proceso," explica Muñoz.

El material, sin embargo, quedó resguardado: horas de grabaciones, entrevistas, registros históricos y planificaciones que esperaban el momento oportuno para ser retomadas.

El impulso de la memoria

Ese momento llegó este año. La publicación de una nota de Los Andes que repasaba la vida de Paula en el marco del 24 de marzo, reavivó el compromiso del equipo de realización. "Cuando leímos la nota sentimos que era una señal. Que era el momento de terminar lo que habíamos empezado", cuenta Muñoz. Así, en abril, tras varias reuniones y conversaciones con la familia de Paula, decidieron retomar el proyecto.

Hoy, Mariela Muñoz y Pilar Tula —ambas integrantes de Las Tintas— coordinan el trabajo. Con el apoyo de la productora Supernova (de San Luis) y de la familia Molinas, el equipo comenzó a reorganizar las filmaciones que restan en Mendoza, Córdoba y Santa Fe.

David López, Pilar Tula, Mariela Muñoz y Exequiel López..jpeg
Realizadores del Documental

Realizadores del Documental "El rompecabeza de Paula", David López, Pilar Tula, Mariela Muñoz y Exequiel López.

Colecta solidaria y nuevo formato

Para poder concretar rodaje y la edición del material, Mariela y Pilar lanzaron una colecta solidaria bajo el nombre del proyecto: "El rompecabezas de Paula". El documental mantendrá su formato de serie corta, con capítulos de entre 15 y 20 minutos, pensados como recursos pedagógicos para ser trabajados en escuelas y espacios educativos.

Además, parte del material incluirá segmentos de animación que acompañarán los relatos de Paula, aportando nuevas dimensiones a su historia.

A través de una cuenta bancaria y del Instagram (@rompecabezasdepaula), invitan a colaborar a quienes deseen sumarse a esta construcción colectiva de memoria. "Construir el documental de manera colectiva es también una forma de honrar a Paula. Ella creía en los vínculos, en las redes humanas, en el poder de hacer juntos", señala Muñoz.

Actualmente, el proyecto se encuentra en un 40% de avance, con reuniones semanales de producción, planificación de rodajes y la recolección de apoyos para hacer posible los viajes. "En un tiempo de tanta incertidumbre social, apostar a lo colectivo es un desafío y una necesidad. Es la forma que conocemos de seguir sembrando memoria", concluyó Muñoz.

¿Quién fue Paula Molinas?

Nacida en 1974, hija de militantes montoneros, fue licenciada en Letras, docente, militante de causas sociales, mediadora de lo justo, madre y compañera. Tunuyanina por adopción, cordobesa por causalidades y santafecina de nacimiento.

Ya en años de terrorismo de estado, su madre, María Guadalupe Porporato, estudiante de Trabajo Social, murió en septiembre de ese año tras la explosión de una bomba, cuando Paula apenas tenía seis meses. Su padre, Francisco “Pancho” Molinas, intentó cuidar de ella en la clandestinidad, pero las dificultades lo obligaron a dejarla al resguardo de una tía.

Más tarde, ya en Buenos Aires y junto a una nueva compañera, Clara, la crianza de Paula continuó hasta que Francisco fue asesinado. Clara, marcada y perseguida, logró esconderse con Paula, pero la amenaza persistió. Antes de ser secuestrada y desaparecida, esta última dejó a la niña al cuidado de amigos de confianza.

Así comenzó otra etapa para Paula, quien fue criada con otra identidad y bajo el nombre de "Pipa", como una estrategia de supervivencia en aquellos tiempos de terror. De niña, supo de manera fragmentaria algunas verdades. Durante su infancia, la cual siempre la tuvo en lo más felices recuerdos, recibió explicaciones que no terminaban de cerrar. A los 14 años, las preguntas se hicieron insistentes. Y a los 19, emprendió la búsqueda de su origen.

Un dato mal escrito en su apellido, Molinas, con "s", complicó el rastro, pero una serie de llamadas a números de guía telefónica la llevó finalmente hasta su familia biológica en Santa Fe. La familia biológica, había criado a otra niña, también llamada Paula, también nacida el mismo día, pero que no era su verdadera nieta. Ambas habían sido víctimas de errores en una época donde las identidades parecían ser un privilegio.

Al pasar el tiempo, se realizaron los estudios de ADN realizados en Abuelas de Plaza de Mayo, Paula pudo confirmar su origen y restituir su identidad. Años más tarde, en 2015, una nueva huella de verdad llegó cuando el Equipo Argentino de Antropología Forense identificó los restos de su padre “Pancho”, enterrado como NN en una fosa común.

Paula Molinas reconoció en su familia adoptiva una parte de su historia. "Ellos me salvaron la vida. Cometieron errores, pero siempre me dijeron la verdad. Me acompañaron cuando decidí buscar". Y también abrazó su origen biológico: "Es como si el río volviera a su cauce", solía decir. Contar su historia era para ella una manera de sanar, de rendir homenaje a sus padres, de traerlos de vuelta cada 24 de marzo Y, sobre todo, de construir memoria para todos.

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