La dirección de Nicolás Vázquez (pareja de Accardi) se destaca por su enfoque minucioso, cuidando cada detalle para lograr una puesta en escena que equilibra momentos de ternura, humor y dolor. La escenografía de Tato Fernández, la iluminación de Mariano Demaría y el vestuario de Vanesa Mascolo contribuyen a crear un ambiente íntimo y evocador que acompaña la evolución de la historia.
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La dupla atraviesa la obra con dramatismo pero también con momentos divertidos.
Prensa Vanesa Bafaro
“En otras palabras” no solo narra una historia de amor, sino que invita al público a reflexionar sobre la memoria, la identidad y la capacidad de amar resistiendo incluso las pruebas más difíciles. La obra ha sido descrita como una experiencia profundamente conmovedora que deja una impresión duradera en los espectadores.
Gimena Accardi habló con Los Andes acerca de la impronta de la obra, profundamente emotiva pero también divertida y con mirada esperanzadora acerca de los vìnculos y el paso del tiempo.
-La historia de la obra está relacionada con una enfermedad bastante complicada?
-Sí, es un poco eso en una historia de amor, donde el foco más allá la enfermedad, que en este caso es el Alzheimer, está puesto en los vínculos y en qué pasa cuando la vida te da un cimbronazo cómo seguir de la mano transmutando ese amor. Entonces, en 1 hora y 15 minutos vas a ver una pareja desde el día que se conocen y son jóvenes, pasionales, llenos de salud y vida, los vas a ver crecer, llegar a la adultez cuando llega ese diagnóstico prematuro del Alzheimer y después los vas a saber hacerse abuelos y cómo y qué es lo que pasa en ese camino recorrido con el olvido. Es una obra preciosa que que más allá ser dura por momentos y emocionante también deja como un mensaje aferrarse a la vida, al presente, al aquí ahora, habla de valorar más lo que tenemos: la salud, los vínculos, esa persona que se quede incondicionalmente a nuestro lado aunque ya no la recordemos.
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La transformación de los actores a lo largo de la obra.
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-Pensé que transcurría solo en un momento de la vida de los personajes.
-No, vas a ver todo el recorrido y eso es cómo, la magia del teatro que siendo solo dos actores arriba y con pocos elementos, vamos sumando edad hasta ser viejitos y eso es para mí algo super hermoso que se logra ahí en el teatro solamente, con la convención, la actuación, las luces, tres o cuatro accesorios, vestimenta y nada más,
-¿Qué fue lo que más te movilizó del texto cuando te hicieron llegar la obra?
-Esta es una obra que encontró Nico (Vázquez) hace como 3 años. Él siempre busca obras para comprar, adaptar dirigir o producir, y en este caso, es una obra británica con una historia hermosa por donde se la mire, porque hablaba de amor, de una enfermedad, tenía momentos graciosos porque también en la vida dentro de la tragedia hay risas y dentro de las risas también hay tragedia aparte tenía como este plus de poder hacer varias caracterizaciones a lo largo de una misma obra.
Entonces, a mí como actriz eso me enriquecía mucho y me daba muchas herramientas para explorar, así que era un sí rotundo por donde lo mire, me cerraba por todos lados. Cuando Nico apenas me contó la sinopsis le dije, "Por favor, quiero actuarla." , así que se puso en busca de los derechos y de la adaptación para argentinizarla, porque imagínate que al ser una obra británica poco tiene que ver con nuestra cultura.
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-No es la primera vez que están en una obra juntos ¿Cómo hacen para separar la pareja del trabajo?
-Ya en casi 18 años hemos trabajado juntos 30 veces por lo menos. Pero en teatro es la primera vez que trabajamos sin él estar arriba del escenario, solamente dirigiendo. Eso sí fue una nueva experiencia. Pero la cuestión laboral la veo como un partido de fútbol: lo que pasa arriba del escenario queda ahí en el momento y una vez que subimos al auto, pasó. Nunca quedamos enroscados, en eso somos bastante parecidos. Lo que pasa en la cancha queda en la cancha. Además tenemos un enfoque muy parecido a la hora de laburar, con lo cual tampoco hay tantos roces para trabajar. La pasamos lindo trabajando y compartiendo esos momentos.
-Con tu pareja de la ficción, Andrés Gil ¿Cómo lograron construir la conexión que se ve en la obra?
-Con Andrés ya habíamos trabajado juntos, nos conocemos desde hace muchos años, tenemos muchos amigos en común, pero ademàs fue un trabajo muy meticuloso en en los ensayos con Nico, sobre todo dirigiendo, Pidiéndonos, por favor, que esa pareja sea lo más hermosa posible porque él necesitaba que la gente se enamore de esa pareja desde el minuto uno que se conocen y que esa química se sienta, se note. La verdad que lo fuimos construyendo en los ensayos de a poco y por supuesto funciona, el vínculo va creciendo.
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La obra se presenta en el Teatro Plaza. Prensa Vanesa Bafaro
-¿Cómo va la gira?
-La convivencia entre producción y actores, bárbara, nos morimos de risa, vamos a comer, estamos todo el día pensando en qué comer rico, dónde tomar buen vino (se ríe), así que en Mendoza ya estoy haciendo la selección de bodegas para ir a visitar.
-¿Qué reacciones del público recibís y cuáles han sido las más conmovedoras?
-La verdad que todas. En esta obra pasó algo muy sorpresivo: desde el día que estrenamos las devoluciones fueron increíbles, la opinión de los críticos fue unánime, con las cinco estrellitas (calificación que se coloca a los espectáculos) y eso no se consigue fácilmente en teatro. En cuanto a la gente era unánime la crítica, lo que les pasaba, las fibras que les tocaba, la emoción que le generaba, sobre todo a la gente que tiene a alguien con la enfermedad. Pero corriéndonos del foco del Alzheimer, con cualquier otra enfermedad uno siempre está cuidando a un enfermo, así que siempre tuvimos devoluciones muy amorosas y eso también es un motor para para seguir contando esta historia.
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Accardi y Gil trabajan han trabajado juntos en otras ocasiones.
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-El público también necesita, por contraste con la realidad, historias de amor profundo que perduran en el tiempo.
-Pasa una cosa que estamos viviendo, una vorágine entre la inteligencia artificial, las plataformas, las redes sociales, todo tiene una un nivel de superficialidad y poca conexión entre los humanos que cuando contás una historia que habla de conexiones humanas, el público lo agradece. A nosotros también nos conecta con un lado muy humano del teatro, que es el arte más vivo, y es un privilegio total poder hacerlo.
-Después de haber hecho comedias ¿Qué te aporta este tipo de teatro más íntimo y dramático como actriz?
-Todo. En audiovisual siempre hice drama y es una tecla que a mí me encanta, pero , en teatro es verdad que hace 10 años venía haciendo comedia, que me fascina y es tanto o más difícil que hacer drama. Pero acá pasa algo muy intimista con la energía de todos los que estamos en la sala: nosotros arriba del escenario estamos desnudos con el corazón en la mano. Con lo que me cuesta llorar, lloro todas las funciones, y siento ese rebote energético de aquel que está mirando y se siente identificado, empiezo a sentir los mocos, los pañuelitos, y estamos todos en la misma. Eso me llena, es incomparable.
-¿Cómo continúa la gira después de Mendoza?
-De gira nos quedan un par de ciudades más: Mar de Plata, Neuquén, Punta del Este y alguna más que se agregue. Ojalá la pudiéramos seguir todo el año, pero cuesta. A veces no hay sala o no coincidimos en las fechas, entonces como que en esa andamos.
-¿Qué desafíos te gustaría asumir después de esta obra?
-No lo sé, soy muy fluir y de ir sintiendo lo que tengo ganas de hacer en ese momento. Llegan los proyectos, uno los lee, los analiza y lo siente o no lo siente. Gracias a Dios, tengo el privilegio de poder elegir. Si me preguntás cuál es mi sueño, siempre fue trabajar en esto que es mi vocación y es mi profesión desde que tengo 14 años. Ese es mi deseo, poder seguir haciéndolo hasta hasta el día que no me den las patas.
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La química de la dupla actoral trasciende el escenario.
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Reconocimiento de la crítica
La crítica especializada ha sido unánime en destacar la sensibilidad y el impacto emocional de En otras palabras. En su paso por Buenos Aires, la obra recibió elogios por la calidad interpretativa y por abordar el Alzheimer desde una perspectiva empática y realista. “Es una obra que habla de lo inefable del amor en medio de lo irreversible de la pérdida”, escribió Laura Ventura en La Nación, mientras que el crítico Marcelo Godoy la definió como “una experiencia teatral honesta, sin golpes bajos, que conmueve por su humanidad”. Otros medios como Clarín y Página/12 subrayaron la química escénica entre Accardi y Gil, y destacaron el valor de visibilizar temáticas vinculadas a la salud mental desde el arte.
La música como memoria emocional
Uno de los elementos más poderosos de En otras palabras es su uso de la música como hilo conductor emocional y narrativo. La canción “Fly Me to the Moon”, popularizada por Frank Sinatra en la década del sesenta, no solo funciona como el tema recurrente en la relación de los protagonistas, sino que se convierte en un vehículo fundamental para representar los vínculos profundos que resisten incluso al olvido.
En la historia, esta pieza musical acompaña momentos clave de la pareja: su primer encuentro, sus celebraciones, los recuerdos compartidos y, especialmente, los intentos de Abel por reencontrarse con su identidad cuando la enfermedad comienza a avanzar. La música aparece como una forma de anclaje sensorial, una herramienta que despierta recuerdos, emociones y gestos que parecían perdidos. No es casual que esta idea haya surgido del trabajo real que Matthew Seager realizó con pacientes con demencia en centros de cuidado: allí, el autor observó cómo ciertas melodías podían actuar como llaves que abrían puertas cerradas por la enfermedad. La dramaturgia de la obra toma ese fenómeno y lo convierte en poesía escénica.
La elección de “Fly Me to the Moon” no es arbitraria. Escrita por Bart Howard en 1954 y grabada por numerosos artistas a lo largo de las décadas, fue la versión de Sinatra con arreglos de Count Basie y Quincy Jones la que la inmortalizó. Su ritmo de balada jazz, su letra romántica pero abierta a múltiples interpretaciones (“Let me see what spring is like on Jupiter and Mars”) y su asociación con la carrera espacial —la NASA la incluyó en una lista de reproducción que viajó a la Luna en 1969— le otorgaron un carácter casi universal. En la obra, la canción representa tanto la intimidad de una pareja como la vastedad de un amor que trasciende los límites físicos, mentales y temporales.
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Los jóvenes Juana y Abel en sus primeros años de pareja.
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Además de “Fly Me to the Moon”, la obra incorpora “Claro de Luna” de Claude Debussy, una pieza para piano que aporta una dimensión contemplativa y melancólica a la narrativa. Compuesta en 1890 y publicada en 1905 como parte de la Suite bergamasque, “Claro de Luna” se inspira en el poema homónimo de Paul Verlaine, perteneciente a su colección Fêtes galantes. La pieza se caracteriza por su atmósfera etérea y su capacidad para evocar emociones profundas sin necesidad de palabras. En el contexto de la obra, su inclusión subraya momentos de introspección y conexión emocional, funcionando como un reflejo sonoro de la fragilidad y la belleza de los recuerdos compartidos.
La combinación de estas dos piezas musicales en En otras palabras no solo enriquece la experiencia sensorial del espectador, sino que también refuerza el tema central de la obra: la persistencia del amor y la memoria a través de la música. Ambas canciones, con sus respectivas historias y significados, se entrelazan para ofrecer una banda sonora que acompaña y potencia la emotividad de la narrativa.