El ganador de “La Voz Argentina”: Yhosva Montoya habló y contó cómo vivió su noche triunfal

El chubutense de 23 años se impuso a Ángela Navarro en la final del certamen, que se televisó ayer. Minutos después tuvo esta charla, donde desborda de emoción y gratitud.

Yhosva Montoya ganó en La Voz Argentina con el equipo de La Sole.
Yhosva Montoya ganó en La Voz Argentina con el equipo de La Sole.

Nada menos que un batacazo: así se vivió la noche de ayer, en la final de “La Voz Argentina”, cuando el termómetro marcaba que Ángela Navarro (team Lali) iba a convertirse en la primera mujer en ganar dicho certamen.

Las predicciones la erraron: fue Yhosva Montoya, talentoso chubutense, quien escaló algunos céntimos más que ella, llegando al 52,4% de la preferencia del público. Las lágrimas fueron entonces incontenibles.

Anoche respondía algunas preguntas a diario Clarín, pegado al teléfono: “No sé bien lo que siento, todavía no caigo... O sí lo sé: gratitud”, decía este chico patagónico de 23 años, justo ganador de un concurso que lo vio entrar al casting de Telefe con el 4042 en la pechera. Y pasó una prueba, y otra...

Y llegó el día de la audición a ciegas, donde los participantes cantan ante un jurado que está de espaldas. Y mientras interpretaba “Avanzar”, de Nahuel Pennisi, los cuatro (Ricardo Montaner, Soledad Pastorutti, Mau & Ricky y Lali Espósito) se dieron vuelta. Y, al momento de elegir Team, él dijo “Me voy con la Sole”.

No olvida de dónde viene

Nacido y criado en Gaiman, Chubut, hace seis meses se mudó a un pueblo vecino, Dolavon, donde venía cumpliendo su sueño: cantar donde fuera. Y lo hacía en peñas, en cervecerías, “en lugares a los que quiero volver. No soy de los que olvidan. Y estoy acá gracias al camino que hice y a la gente que me ayudó en todo”.

Yhosva con su ídola, la Sole.
Yhosva con su ídola, la Sole.

Moldeado en la sencillez y el esfuerzo, recuerda cuando “eso de ir a la televisión no estaba en mis planes” y costaba conseguir audiencia: “Hace un tiempito quería ir a presentarme en el Pre Baradero y entonces armé un showcito para recaudar fondos... y junté sólo para un plato de comida”. Y no pudo ir, pero no bajó los brazos.

Te confieso que muchas veces he estado a punto de abandonar los sueños, por distintos problemas que hemos atravesado, pero mi familia y mis amigos siempre me alentaron a levantarme y seguir”, comparte Yhosva, el de nombre difícil pero sonrisa fácil. Tiene el don del carisma, entre otros dones.

Como el de la sinceridad: “Hoy [por la noche del lunes] Ángela lo hizo mejor que yo. Es una artista inmensa. Ella siempre lo hizo bien. Yo he tenido algunas noches medio flojas, pero ella no”. Y cuenta que cuando la escuchó cantar por primera vez dijo: “Ella va a ser la ganadora”. Y el pálpito le falló.

-¿Te generaba presión el rumor que había acerca de que sería bueno que por fin ganara una mujer?

-Presión no, pero no me gustaba. No me gusta mezclar: la música es una cosa y la cuestión de género es otra. Si Ángela tenía que ganar era por su enorme talento, no por otra cosa. Me parece que se reduce mucho el análisis cuando se impone el género porque sí. Te juro, yo estoy feliz por mí, pero triste porque mi amiga también merecía ganar.

Montoya no habla desde el casete. Tanto, que suelta una intimidad de sus tantas charlas con su coach: “Ella me decía ‘Vos cantá, demostrá lo que sos cantando, no hace falta que cuentes cosas tristes del pasado si no son necesarias. Cuando las quieras contar, las contás. Pero defendete desde el arte’. Y eso hice siempre”.

Los dolores del pasado

Ahora, en este mano a mano telefónico, sí recuerda las dificultadas que pasaron como familia con bajos recursos. Yhosva es el menor de cuatro hermanos (Maxi, Yadia y Perla). Su mamá murió cuando él tenía 10 años. Luego su papá volvió a formar pareja y sumó dos hermanitas: Zoe e Ingrid.

La muerte de mi mamá fue un dolor tremendo, me partió el corazón, el alma. No sabía si iba a poder seguir, pero pude. Con fe pude. Y atravesando todos los estados que se atraviesan en un duelo. Fue durísimo”. Se impone un silencio de esos que dicen mucho.

Ahora que se mudó a Dolavon, le dejó a Yadia la casita que construyó con sus propias manos en el patio de la casa paterna. Si bien “siempre supe que quería ser músico, tuve que ganarme el mango haciendo de todo”. Y entonces abre un poquito más el alma para recordar sus tiempos de albañil, de verdulero...

Hice de todo, estuve mucho tiempo sacando yuyos, por ejemplo, y también trabajé en una peluquería. Siempre supe que para ir para adelante había que arremangarse”. La vieja fórmula del esfuerzo.

Así llegó el día de tomar su primer avión en la vida para probarse en “La Voz Argentina”, en la que su admirada Soledad era jurado: “A mí me gusta mucho el folclore y la Sole es como una guía. Me encanta. Es mucho más de lo que uno ve de ella por la tele. Es una maestra para todo”, regala el participante que la convirtió en coach campeona por tercera vez.

La última canción

Te voy a contar una cosa medio secreta: Dorita, mi coach vocal, me dijo que Sole quería que yo cantara este tema en la final y, la verdad, yo no sabía la letra. Pero si ella lo quería, yo iba a dejar todo por aprendérmela. Y con mucho miedo salí hace un ratito al escenario y puse lo mejor de mí... Se ve que gustó”, reconoce sobre su sublime interpretación de “Piedra y camino”.

El jurado de La Voz Argentina.
El jurado de La Voz Argentina.

Dice que, apenas terminó de cantar, vio la cara de La Sole y sintió que “no le había fallado. Yo soy muy de vivir el momento y me mandé con toda mi fuerza. Y creo que pude disfrutarlo”.

Con parte de su familia en la tribuna -viajó especialmente para verlo en el show del sábado del Movistar Arena y se quedó para la final- el ganador de “La Voz” (se alzó con dos millones de pesos y un contrato con Universal) sabe que se debe quedar unos días en Buenos Aires.

Pero ya anda pensando en su regreso al pueblo, donde lo espera la Yhosvaneta, ese Fiat 600 tuneado que le hizo el aguante desde el primer día. “Me contaron que también han puesto pantallas gigantes en los gimnasios y en varios lados para acompañarme en esta aventura. Cómo no voy a querer abrazar a toda esa gente. Es un abrazo que necesito darle yo”, dice con 23 años y una sabiduría centenaria.

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