El dolor golpeó fuerte en El Algarrobal. Dos niñas de apenas 10 y 13 años, alumnas de la Escuela Capitán Candelaria, perdieron la vida en un accidente de tránsito que aún estremece a la comunidad. Frente a una tragedia tan injusta y desgarradora, la sensación de impotencia suele imponerse. Sin embargo, algo distinto ocurrió esta vez. La noticia no sólo despertó tristeza: también movilizó la solidaridad. Vecinos, docentes, familias enteras, y hasta personas que jamás habían cruzado una palabra con las niñas, sumaron su aporte en una colecta solidaria.
El objetivo inicial fue ampliamente superado, demostrando que, en medio de un mundo cada vez más individualista y egoísta, todavía queda un reservorio de empatía dispuesto a florecer. Cada donación, por pequeña que fuera, se transformó en un gesto inmenso. Porque lo que importa no es la cantidad, sino el acto de dar, de estar presentes, de no mirar hacia otro lado. Hemos despedido con profundo dolor a Carolina y Brisa. Pero también elegimos quedarnos con la certeza de que la comunidad unida puede torcer el destino más oscuro. En tiempos de indiferencia, El Algarrobal nos brindó una lección de humanidad. ´
* Gabriela Lugones. Docente jubilada.
