15 de diciembre de 2025 - 00:00

El aleteo de la naturaleza

No sé por qué recordé el lema de la Universidad Nacional de Cuyo, que, según decían los entendidos de hace décadas debe traducirse como “en el aleteo del espíritu reside la vida”.

Es evidente que a los seres humanos nos gustan las jerarquías, sobre todo vistas desde arriba. Cuando decimos águila me viene a la mente la canción patriótica: “Alta en el cielo un águila guerrera” (1). Nos emociona el combate. Pero mejor si es en forma meramente evocativa.

Si invertimos la perspectiva y somos la presa ya no nos gusta tanto. Ser servido nos motiva y entusiasma más que servir. El vuelo alto, majestuoso: “audaz se eleva en vuelo triunfal”. Con vista excepcional, en un instante cae el ave sobre su presa.

El cóndor también vuela raudo y tiene su nido solitario en las cumbres bravías. Pero es carroñero. Una tarea de limpieza indispensable, pero que suena menos elegante. Las águilas y el cóndor tienen sus nidos en las alturas solitarias.

Los patos salvajes también vuelan alto y cubren enormes distancias gracias a una extraordinaria y disciplinada organización grupal.

El pato doméstico vuela bajo, no se escapa. Macho y hembra, generosos han gestado ocho patitos, una belleza. Tal vez haya más.

En un concurso de alas promovido por Los Andes, voté por el pato Juan y su consorte Juanita.

No sé por qué recordé el lema de la Universidad Nacional de Cuyo, que, según decían los entendidos de hace décadas debe traducirse como “en el aleteo del espíritu reside la vida”.

(1) La ópera “Aurora, de Héctor Panizza (1875–1967), primera ópera argentina, fue estrenada el 25 de mayo de 1908, en la inauguración del Teatro Colón. A esta obra magistral consagró su vida el arquitecto Julio Dormal.

* Rosa Guaycochea. Docente e investigadora jubilada.

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