17 de noviembre de 2025 - 10:28

El software por suscripción se impone como el modelo más ágil

El modelo de software como servicio gana terreno entre las empresas argentinas, impulsado por la necesidad de reducir costos, escalar con rapidez y adaptarse a un mercado cada vez más competitivo y dinámico.

Cada vez más empresas argentinas buscan modelos de tecnología basados en los servicios. Es lo que se conoce como el software como servicio, un cambio que viene impulsado por la transición en los últimos tiempos hacia la computación en la nube. También por un mercado cada vez más competitivo en el que el software como servicio ha pasado de ser una opción nueva a consolidarse como una decisión estratégica para muchas compañías.

El salto al modelo de software como servicios es una de las fases más avanzadas en la evolución de la infraestructura tecnológica en la nube. Hay ejemplos, como Wavenet Cloud Computing que ofrecen tranquilidad y confianza con una atención rápida y atención a sus clientes. Lo que atrae a las empresas a contratar servicios así es que pueden dejar de invertir en grandes infraestructuras con los costes de capital asociados y pagar solo por lo que usan.

¿Cuándo empezó a convertirse el software en un servicio?

Todo este viaje que comenzó hace casi dos décadas, con lo que se conoce como lift and shift en el mundo tecnológico. Empezaron a dejarse atrás los servidores físicos para trasladar las cargas de trabajo a la nube. El foco hoy está cambiando, y el impulso ya no está solo en alquilar un espacio en la nube, sino en que todo el software que usa una empresa y la sustenta sea un servicio que no necesita instalaciones ni personal de mantenimiento.

Estamos hablando de servicios como el correo, pero también el CRM, es decir, el software que sirve para gestionar las relaciones con los clientes. Puede convertirse en servicio, asimismo, el ERP, el programa de planificación de recursos empresariales. Las compañías están en una tendencia a simplificar el uso y la gestión que antes hacían de sus infraestructuras y arquitecturas tecnológicas.

Los sistemas empresariales necesitan que sus estructuras sean más rápidas, más eficientes, más elásticas y más escalables porque la realidad no deja de cambiar en el día a día. Todo va demasiado deprisa en el mundo de los negocios y las compañías no pueden invertir su tiempo en pensar y adaptar sus infraestructuras. Así, contratando servicios, se ahorran el gasto en el personal que necesitarían para gestionar todo lo que implicaría tener todas esas necesidades dentro del negocio: la administración, la explotación, la ingeniería y la monitorización.

Los servicios en la nube se adaptan a la realidad económica

Las soluciones de software como servicio son una estupenda herramienta para que las empresas logren sus objetivos. Y estos modelos han ganado terreno gracias a que tienen un enfoque muy pragmático. Eso sucede porque la transformación digital ya no es competencia exclusiva del departamento de infraestructuras tecnológicas, sino un elemento transversal a toda la compañía.

Las empresas se han dado cuenta de que para triunfar necesitan ajustar sus costes tecnológicos a las fluctuaciones que vive el mercado. Cuando suceden grandes eventos mundiales que pueden, por ejemplo, tener como consecuencia que una empresa tenga que parar su actividad, como sucedió durante la pandemia, la infraestructura tecnológica clásica no puede seguir generando costes. Con la nube, todo ese gasto puede reducirse e incluso desaparecer si hace falta.

La transición es ya imparable. Según el Índice de Interconexión Global del 2024, la previsión es que el 80% de las inversiones en infraestructura digital que hagan las empresas en 2026 sean a través de modelos de suscripción. Hacer previsiones siempre es arriesgado, pero indudablemente está en crecimiento todo el proceso de migración a infraestructuras como servicio.

El avance imparable hacia infraestructuras basadas en microservicios

La presión de la competencia es el principal motor para que la velocidad de adopción no pare de crecer. Por eso habrá que estar atento a la transición de arquitecturas basadas en microservicios. El modelo de software como servicio se convierte ya en una necesidad más que en una elección porque ofrece muchas ventajas financieras y tecnológicas.

En lugar de tener que hacer grandes inversiones iniciales en infraestructura, el software se ve ya como un gasto operativo, que es mucho más flexible y predecible. Si la infraestructura falla, ya no hay que prever gastos para imprevistas en reparaciones o actualizaciones. Además, se eliminan los gastos en instalación o mantenimiento.

Con esta transformación, la escalabilidad es casi inmediata, aunque la innovación es el aspecto que seguirá determinando qué servicios se eligen. Porque poder probar nuevas tecnologías con sistemas de pruebas piloto que tienen un coste bajo y no obligan a las empresas a comprometerse de antemano con grandes inversiones, les da una capacidad de aprendizaje y exploración que antes no tenían.

Pasar de un modelo de inversión en capital a uno de gasto operativo también está cambiando cómo se planifica y gestiona el valor que el servicio aporta al negocio. Ahora, las compañías ya no solo se hacen con una infraestructura física pensando en el largo plazo, sino que también lo hacen bajo demanda. Así pueden ajustar sus costes al uso real que van a darle al servicio. Con eso ganan en flexibilidad y pueden decidirse a innovar y escalar cuando el mercado lo pide.

Otra ventaja del modelo es que el acceso a tecnologías avanzadas ahora es más democrático. Solo las grandes empresas podían despegar soluciones complejas porque eran las únicas que se podían permitir tener equipos técnicos especializados que conllevaban presupuestos elevados. Ahora cualquier compañía puede hacerlo.

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