“El país de la felicidad” - Por Juan Marcelo Calabria

“El país de la felicidad” - Por Juan Marcelo Calabria
“El país de la felicidad” - Por Juan Marcelo Calabria

Junio es un mes cargado de fechas importantes ligadas a la vida de uno de los Padres Fundadores: el 3/6/1770 nacía en Buenos Aires Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, recordado como el creador de la Bandera, hecho relevante pero quizás menor y fortuito, al lado de otros grandes servicios y funciones que el licenciado y abogado Manuel Belgrano prestó a su patria.

El 6/6/1789 Belgrano parte a Europa para comenzar su formación superior en España, destino obligado para los jóvenes criollos hijos de las familias acaudaladas del Virreinato del Río de la Plata, iniciando el 18/6/1787 la carrera de leyes en la Universidad de Salamanca, para luego continuar en la Universidad de Valladolid.

Al tiempo de realizar su educación universitaria en la península, el joven Manuel destacó por su contracción al estudio e inquietudes intelectuales, logrando el 11/7/1790, del papa Pío VI, el permiso para leer libros prohibidos, incluso "aquellos condenados por considerarse heréticos", en tanto preside la Academia de Derecho Romano, Política Forense y Economía Política de la Universidad de Salamanca.

Su preparación y conocimientos le valieron en pocos años un amplio prestigio que derivó en su nombramiento como secretario perpetuo del Consulado de Comercio de Buenos Aires el 2 de junio de 1794; pocos meses después regresó a su tierra natal para comenzar su labor. Y precisamente a partir de esta fecha, nos detendremos para analizar su fructífera carrera y producción intelectual, científica y literaria al frente del Consulado, exponiendo con creces su formación económica.

Si bien la vida de Belgrano fue increíblemente fecunda, destacándose como propulsor y conductor de la Revolución de Mayo, vocal de la Primera Junta de Gobierno, general de los primeros ejércitos patrios, impulsor -junto con San Martín- del Congreso de Tucumán y de la Declaración de Independencia; además de periodista, jurisconsulto y diplomático. Es precisamente su faceta de economista la que recordaremos, puesto que sus escritos e investigaciones en el campo de la economía política cobran un especial sentido en la actualidad.

Desde su regreso al Plata en 1794 Manuel destacó como un agudo observador de la realidad y su entorno. Así lo prueban las Memorias que año a año redactó al frente del Consulado, en cumplimiento de lo dispuesto por la Real Cédula que lo designa y que en su apartado X disponía: "El distrito de la jurisdicción del consulado será todo el del Virreinato del Río de la Plata", mientras que en el apartado XX expresaba: "Escribirá (el secretario) cada año una memoria sobre alguno de los objetos propios del instituto del Consulado, con cuya lectura se abrirán anualmente las sesiones". En una de sus memorias más destacadas del 15/7/1796 Belgrano afirmaba: "Fomentar la agricultura, animar la industria y proteger el comercio, son los tres objetos que deben ocupar la atención y el cuidado de vuestras señorías. Nadie duda que un Estado que posea con la mayor perfección del verdadero cultivo de su terreno, en el que las artes se hallan en manos de hombres industriosos, con principios y en el que el comercio se haga con frutos y géneros suyos, es el verdadero país de la felicidad; pues en él se encontrará la verdadera riqueza, será bien poblado y tendrá los medios de subsistencia y aun otros que le servirán de pura comodidad".

Ideas expresadas con claridad meridiana que serán repetidas en distintas ocasiones por el Padre de la Patria, "tal el podio que comparte con su hermano de causa y amigo: José Francisco de San Martín"; las cuales desarrollará de manera lisa y llana como periodista a través del periódico El Correo de Comercio de Buenos Aires, cuyo "objetivo principal era popularizar los sanos principios de la economía política y ocuparse de materias científicas y literarias", poniendo además especial foco en la educación.

Traductor y estudioso de las obras de Quesnay y Jovellanos, también se identificará con las ideas de los colectivistas agrarios españoles y particularmente de los pensadores Aranda y Campomanes, abrevando además en la Riqueza de las Naciones de Adam Smith, entre cientos de autores. Años después recordará estos años de estudiante diciendo: "Confieso que mi aplicación no la contraje tanto a la carrera que había ido a emprender, como al estudio de los idiomas vivos, de la economía política y al derecho público, y que en los primeros momentos en que tuve la suerte de encontrar hombres amantes al bien público que me manifestaron sus útiles ideas, se apoderó de mí el deseo de propender cuanto pudiese al provecho general, y adquirir renombre con mis trabajos hacia tan importante objeto, dirigiéndolos particularmente a favor de la Patria".

A partir de tan amplia formación y con la misión de servir a su país, en la memoria citada sostenía: "…  tuvo la bondad de erigir este Consulado para que, atendiendo a los ramos de agricultura, industria y comercio, como que son las tres fuentes universales de las riquezas, hiciese a la felicidad de estos países" (… ) "Qué más digno objeto de la atención del hombre que la felicidad de sus semejantes. Que esta se adquiere en un país cuando se atiende a sus circunstancias y se examinan bien los medios de hacerlo prosperar (… ) El interés es el único móvil del corazón del hombre y, bien manejado, puede proporcionar infinitas utilidades (… ) Yo espero que por aclamación se adopte este pensamiento para evitar los grandes monopolios que en esta parte tengo noticias se ejecutan en esta Capital, por aquellos hombres, que desprendidos de todo amor hacia sus semejantes, solo aspiran a su interés particular y nada les importa el que la clase más útil del Estado o, como dicen los economistas, la clase productiva de la sociedad, viva en la miseria y desnudez que es consiguiente a estos procedimientos tan repugnantes a la naturaleza y que la misma religión y las leyes detestan".

Nada escapaba a su observación e inteligencia; comprendía que la tiranía, la sumisión y falta de libertades impuestas por la corona a la América eran las causas de sus males; con argumentos sólidos planteaba un estado de situación que aún hoy nos llama a la reflexión: "He visto con dolor, sin salir de esta Capital, una infinidad de hombres ociosos en quienes no se ve otra cosa que la miseria y la desnudez; una infinidad de familias que solo deben su subsistencia a la feracidad del país, que está por todas partes denotando la riqueza que encierra, esto es la abundancia y apenas se encuentra alguna familia que esté destinada a un oficio útil que ejerza un arte o que se emplee de modo que tenga alguna más comodidad en su vida. Esos miserables ranchos donde ve uno la multitud de criaturas que llegan a la edad de la pubertad sin haber ejercido otra cosa que la ociosidad, deben ser atendidos hasta el último punto".

Pero si esta descripción del Buenos Aires de 1800 nos llama la atención, más asombroso es su diagnóstico de la educación publicado en El Correo de Comercio: "Hubo un tiempo desgraciado para la humanidad en que se creía que debía mantenerse al pueblo en la ignorancia y por consiguiente en la pobreza para conservarlo en el mayor grado de sujeción"; preocupación que mantendría a lo largo de todo su trayectoria como hombre de ideas y de acción, compartida con su compañero José de San Martín, pues ambos consideraban a la ilustración como la verdadera herramienta para la libertad, el progreso y la felicidad de los pueblos.

Sobre el final, quizás el lector se pregunte: ¿cuánto hemos avanzado desde entonces en prosperidad económica, educación y felicidad de nuestro país? Sin duda mucho, pero también quizás, y sólo quizás, sea mucho lo que nos falta para honrar sus enseñanzas y lograr finalmente "El país de la felicidad". Un buen principio o nuevo comienzo puede ser poner en valor el legado y ejemplo de estos Líderes Éticos para finalmente construir una Nueva Nación. Un sueño utópico, pero con bases sólidas en un pasado fundacional que construyeron los Padres Fundadores que contienen los principios y guías para una América unida y un mundo mejor.

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