El muerto al cajón, el vivo al fiestón

Halloween y el Día de Muertos, dos celebraciones foráneas que pisan nuestra tierra.

Mientras la primavera se abre deslumbrante en nuestra Mendoza, costumbres de otros lares se entremezclan con nuestros brotes.La democratización del acceso a información y la posibilidad de vivenciar otras culturas a través de los medios electrónicos y redes sociales, logra que las fronteras se desdibujen y, entre esos muros derribados, las costumbres se esparzan por doquier, se compartan y, por qué no, se adopten. No vayamos muy lejos: la Navidad entre frutos secos, chocolates y comidas calóricas alentados por el simpático Papá Noel implantado por la marca de gaseosas, es apenas un ejemplo.

De la misma manera cada fin de octubre es más frecuente escuchar sobre celebraciones de Halloween de corte estadounidense o Día de Muertos al estilo mexicano, ambas del hemisferio norte, en nuestras escuelas y en fiestas de adolescentes. En verdad ambas tradiciones están emparentadas, siempre al Norte, y su raíz está ligada a la naturaleza, al fin del año celta, al comienzo del invierno, ese momento en que natura se resguarda para retornar altiva en la primavera boreal. Según los relatos la noche del 31 de octubre, la del Samhain celta, espíritus y seres míticos deambulaban por las aldeas; era su día permitido, pero nada lindo: atormentaban a los vivos.

Con el tiempo, la evangelización, tanto católica como protestante, conmemoración de este día de almas libres, se asoció a las brujas, estas mujeres a las que tanto temió la iglesia, más por ser féminas, rebeldes y esotéricas, que peligrosas, pero ése es otro cuento.Así al arribar la costumbre celta a Estados Unidos se camufló de zapallos y esqueletos, de dulces y festejos familiares, y la re culturización hizo su trabajo. All Hallows Eve significa víspera de Todos los Santos, quedó resumido a Halloween y a la colorida Noche de brujas.

¿Qué quedó de la festividad pagana que coincide con los ciclos naturales? Poco. Hay casas y vidrieras adornadas con calabazas, velas, esqueletos, brujas, monstruos y mucha cerveza para los grandes y dulces para los niños.

La histori cuenta que desde aquellos ritos celtas, el tiempo siguió con sus vueltas y, cuando los romanos conquistaron el Reino Unido, tomaron para sí esa costumbre.Más tarde, la Iglesia también hizo lo suyo y por el siglo VII d.C. anexó la tradición celta a las celebraciones cristianas, pero con el nombre de Día de Todos los Santos. Ésa era la manera en que daban un matiz religioso a algo netamente pagano .

La llegada de Halloween a este lado del mundo se produjo por 1845, en el contexto de una gran crisis que hubo en Irlanda. Como consecuencia los irlandeses emigraron en masa, principalmente a Estados Unidos donde la celebración mutó. Hacia 1920 se popularizó y se comenzó a festejar masivamente. Quizá nadie se acuerde de que esta noche, la del 31 de octubre en el Hemisferio Norte está enmarcada en el período en el que la luz del sol comienza a disminuir haciendo días más cortos. Es la noche de los ancestros, de nuestros muertos.

Según los chamanes modernos es un buen día o noche para recordarlos y homenajearlos, para decirles aquello que no pudimos cuando estamos vivos, por qué no, para celebrarlos.Pero también como la costumbre celta o la europea de fin del invierno, es tiempo para dejar todo lo feo o malo del año atrás y emprender nuevos proyectos. Esto último está relacionado con nuestra primavera sureña y también con el Día de los Muertos al estilo mexicano.

¿Dónde celebrar Halloween?

Los sitios recomendados para visitar en esta época están encabezados, por EEUU, donde la oferta en la materia es más que amplia y contempla visitas a la ciudad de las brujas, Salem en Massachusetts o fiestas y desfiles varios como los que se organizan en Las Vegas  (Fetish & Fantasy Halloween Ball), Nueva York (Greenwich Village Halloween Parade) o New Orleans (Freaks, Follies & Sideshows), por nombrar unos.

En Inglaterra se divierten con la tradición de la noche de Brujas. Dublín se convierte en una ciudad terrorífica durante todo el mes y lo más impactante es el desfile del que participan  dragones, fantasmas y mucha gente disfrazada por las calles de la ciudad. Otras posibilidades son el Museo de los fantasmas en Praga o Terra Mythica y el castillo de Drácula en Transilvania.

México recuerda a sus muertos

Los orígenes de la celebración del Día de Muertos en México son anteriores a la conquista. Hay registro de celebraciones en diversas etnias como mexica, maya, purépecha y totonaca. Al llegar los conquistadores, el culto a la muerte se fusionó con la religión católica, dando origen a la tradición del Día de Muertos durante el 1 y 2 de noviembre de cada año.

Pero no hay pena ni olvido. Se va al cementerio a visitar a los familiares que ya no están, con flores, tequila, la comida preferida del difunto y hasta canto y baile. En cada hogar en tanto se colocan altares, para que las almas queridas abandonen el más allá y vaguen unos cuantos días por el mundo, visitando a su familia, su casa y amigos. Se suele hacer un caminito de pétalos con la flor de muertos, desde la puerta hasta el altar, para guiarlos hacia el espacio que los vivos crearon para los que están en otro plano.

Por estos días todo el país está revolucionado comprando alimentos, velas, incienso, mezcal, tequila o la bebida preferida del difunto, flores, marcos de cuadros para las fotos y se rescatan del olvido los objetos personales del ser querido. Con todo esto se arman sentidas ofrendas.

En las pastelerías y en las calles, como en los restaurantes, calaveras de dulce, pan de muerto, dibujos que se burlan de la muerte; versos que ridiculizan a personajes vivos de las artes, la ciencia o la política se entremezclan con los muertos, con los queridos y así el sentido de la muerte adquiere otro talante. De ahí el dicho popular: ‘el muerto al cajón y el vivo al fiestón’.

Hay que vivir un Día de Muertos

En especial en el interior mexicano, donde las tradiciones indígenas están a flor de piel. Allí se comprenderá que para ellos -en la región centro y sur del país- los antepasados están cerca y se celebran en comunidad. El Hanal Pixán, Día de Muertos o Época de Finados, además de ser una de las prácticas más íntimas de las familias es oportunidad de reunión. De juntadas entre los que se fueron y los que están, entre vecinos y parientes lejanos, en todo hogar hay algo para compartir.

De esta manera los días 1 y 2 de noviembre con el sello del sincretismo religioso, da paso a vivenciar el México más puro. Entre enchiladas y tortillas, entre bailes y cantos, alguna lágrima y el resto es alegría. Una mexicana nos dice: “Empezamos con tequila y jugo, luego tequila solo, más tarde las imágenes se entremezclan y los diálogos con los de aquí y los del más allá se suceden”. ¡Qué bien!, nos decimos, poder recordar, conmemorar a los antepasados con este aire que escapa a la melancolía y se tiñe de festín.

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