Nació el 19 de junio de 1927, en la provincia de Buenos de Aires. De padre militar, entró como cadete al Colegio Militar de la Nación en agosto de 1942. En marzo de 1974, a los 48 años de edad, Luciano Benjamín Menéndez ostentaba uno de los más altos rangos dentro de las FFAA: General de Brigada.
Su carrera militar, además de meteórica, fue brillante. Su legajo personal es muestra de ello. En tres décadas, nunca tuvo una calificación inferior a "Excelente" o "Sobresaliente".
Siendo General de Brigada, en 1975, su calificación anual fue rubricada nada menos que por Jorge Rafael Videla, quien fue breve pero categórico: "El más sobresaliente de su grado". La puntuación otorgada fue la máxima posible en cada rubro: 100 en carácter, 100 en espíritu militar, 100 en capacidad intelectual, 100 en competencia para el mando y 100 en competencia para gobierno. Para un militar de esa talla, no podía esperarse una tarea menor. Y el Cachorro estuvo a la altura de las circunstancias.
Ese mismo año, el 3 de setiembre de 1975, fue designado Comandante del Tercer Cuerpo del Ejército. Uno de los mejores cuadros militares estaba listo para comenzar la faena.
Desde ese día, el Cachorro fue amo y señor del 40% del territorio argentino, que incluía 10 provincias (Córdoba, Catamarca, San Luis, Mendoza, San Juan, Salta, La Rioja, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero) y más de 7.000.000 de habitantes.
Con base operativa en la provincia de Córdoba, desde allí diseñó, planificó, controló y ejecutó el plan represivo en cada rincón del vasto territorio a su cargo. Durante su jefatura al mando del III Cuerpo, se estima que fueron desaparecidas más de 2.200 personas, otras 8.000 fueron detenidas y funcionaron alrededor de un centenar de centros clandestinos de detención, tortura y exterminio.
Su dedicación y empeño en la "lucha contra la subversión apátrida" no le impidió entrometerse en las disputas internas de la Junta Militar. Así, tuvo gran ascendencia entre un grupo de camaradas identificados como "los duros".
Junto con Ramón Genaro Díaz Bessone, Santiago Omar Riveros y Carlos Guillermo Suárez Mason, entre otros, el Cachorro descartaba cualquier tipo de diálogo con los sectores políticos de entonces. Los jerarcas militares vieron la necesidad del diálogo con algunos sectores de la política, no sólo para procurar su futura impunidad -que luego obtendrían- sino para mantener un clima de control social que los perpetuara en el poder. Las armas y el terror parecían insuficientes.
El Cachorro, en cambio, tildaba de blandos a sus camaradas "dialoguistas" y clamaba por más guerra y más sangre. Menéndez fue una pieza clave de la trunca Operación Soberanía, en la cual se pretendía invadir a Chile en diciembre de 1978. De aquella locura, el Cachorro nos dejó una de sus frases más célebres: "Si nos dejan atacar a los chilotes, los corremos hasta la isla de Pascua, el brindis de fin de año lo haremos en el Palacio La Moneda y después iremos a mear el champagne en el Pacífico".
La impunidad, al regreso de la democracia, le dio un largo descanso después de tan heroica tarea. Pero luego de la reapertura de los juicios de lesa humanidad, el Cachorro vio interrumpido su calmo letargo.
El primer Tribunal al que tuvo que rendir cuentas fue el TOF de Córdoba, quien condenó al Cachorro a prisión perpetua el 24 de julio de 2008. Desde entonces y hasta el día de su muerte, fue condenado 16 veces, 14 de esas condenas a la pena de prisión perpetua. Un verdadero récord. La última de esas condenas fue en la provincia de Mendoza, el 22 de diciembre de 2017. Allí fue condenado por ser autor de 12 desapariciones, 11 privaciones ilegales de la libertad y 17 tormentos. Todos hechos ocurridos en los departamentos de San Rafael, General Alvear y Malargüe.
Ese día, el 22 de diciembre, en oportunidad de pronunciar sus últimas palabras antes del veredicto, dijo, con envidiable lucidez, entre otras cosas: "... En este debate se ha tergiversado el principio de crimen de lesa humanidad, porque la condición sine qua non para que tal crimen quede conformado es que uno de los bandos no tenga armas y nosotros jamás nos batimos con nadie que no tuviera armas... nunca combatimos y chocamos con gente desarmada...".
No existen registros, ni judicial, ni policial, ni militar que dé cuenta -entre los años 1975/1983- de algún atentado o hecho de violencia atribuible a alguna organización guerrillera en el sur provincial. No existió detención o allanamiento realizado en el marco de la "lucha antisubversiva" en la que se hayan secuestrados armas o explosivos en posesión de militantes políticos. Existen registros, en cambio, de la colocación de bombas incendiarias en los domicilios de abogados defensores de presos políticos, militantes gremiales y sociales y hasta en el domicilio del ex gobernador democrático Martínez Baca. Según las constancias judiciales de la época, esos atentados fueron atribuidos al Comando Anticomunista Mendoza, la versión vernácula de la Triple A.
Sin embargo, 42 años después seguía diciendo que jamás se habían batido con "gente sin armas". En su ocaso, el Cachorro sólo balbuceaba cobardía, la misma que en sus mejores años de servicio.
El 27 de febrero de 2018 falleció Luciano Benjamín Menéndez, un duro entre los duros. Se fue uno de los mejores, y con su muerte se perpetúa aún más el silencio sobre el destino de sus víctimas.
Seguramente se lo recordará por sus crímenes atroces, sus 16 condenas y su imperturbable cobardía.