8 de marzo de 2025 - 00:00

Vendimia, emblema del trabajo mendocino

El festejo premia cada año el esfuerzo en viñedos y bodegas para elaborar vinos reconocidos mundialmente.

Como cada año, la Fiesta Nacional de la Vendimia renueva los anhelos de crecimiento de todos los sectores que componen la actividad productiva madre de nuestra provincia.

Es una gran fiesta, que a través de los años permitió que todos los mendocinos la adoptaran y reconocieran como un emblema de Mendoza. Es por ello que miles de personas salen a las calles para presenciar los distintos eventos de presentación de las candidatas departamentales y colman el querido Teatro Griego, junto a otros centenares de argentinos y extranjeros que nos visitan, para deleitarse con esa gran producción de luz y sonido con la que cientos de actores y bailarines interpretan el sentir por esta tierra y su producción madre.

En el festejo de esta noche, como también en el que se realizó previamente en cada uno de los departamentos de la provincia, se ponen sobre el escenario esfuerzo, alegrías y tristezas propias de la labor cotidiana en el campo. Nuestra gente sabe de jornadas de sol a sol, de heladas invernales y de tormentas veraniegas capaces de destruir todo el trabajo de un año en cuestión de minutos. Pero también sabe que, sobre todo y pese a los sobresaltos, nuestros viñedos dan vida a vinos mendocinos de calidad ampliamente reconocida. Y por ello coronar esta noche a la nueva Reina significa, a la vez, consagrar la representación justa de cada eslabón de la vitivinicultura mendocina.

En el contexto actual, como parte respetable de la industria argentina, la vitivinicultura siguió el año pasado expectante los lineamientos en política económica puestos en marcha a partir del recambio institucional del 10 de diciembre de 2023. Se transita una etapa en la que, paulatinamente, se dejan de lado políticas restrictivas y en exceso regulatorias impuestas durante décadas, que conspiraron contra las actividades productivas en general en un contexto de procesos inflacionarios que terminaron por erosionar la capacidad adquisitiva de la población, afectando el nivel de consumo que requiere la actividad privada.

Con los cambios citados en marcha, Mendoza, fiel a su tradicional pujanza, necesita que ese nuevo rumbo se consolide para poder, a su vez, potenciar la diversificación de su producción. El vino siempre tendrá el lugar de excelencia que supo adquirir tras muchas décadas de esfuerzo ejemplar. Y bueno es destacar que detrás de la vitivinicultura, la actividad agraria en general también supo ganar mercados en base a la calidad de productos que encontraron posibilidades de buen desarrollo en nuestro suelo árido. Un sitial que nunca será resignado.

Pero se sabe que el comercio mundial de vinos se encuentra en un contexto de fuerte rivalidad competitiva en cuanto al avance en inversiones e innovación. A ello hay que agregar el impacto por los cambios de hábitos de los consumidores de bebidas en todo el mundo, lo que lleva a los industriales del vino a repensar estrategias de negocios.

Ante tan diversos escenarios el gobierno provincial y sectores privados avanzan con el objetivo de ampliar la matriz productiva local, convencidos de que las actuales condiciones económicas del país facilitan las posibilidades de inversión desde el exterior, aspecto sustancial para que la provincia genere empleo y crecimiento en forma sostenida.

Todo lo que llegue a Mendoza en materia de producción complementará el derrotero de esfuerzo y crecimiento que marcó el vino durante tantísimas décadas. A esa industria los mendocinos siempre le valoraremos lo que somos.

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