La paz social y las protestas callejeras

Mantener la paz social debe ser un objetivo compartido por el estado y la sociedad civil, con sus distintas organizaciones.

Imagen Ilustrativa / Archivo / José Gutiérrez / Los Andes
Imagen Ilustrativa / Archivo / José Gutiérrez / Los Andes

La preocupación por mantener la paz social se desprende del reciente informe de la consultora privada Diagnóstico Político, que analiza cada mes los piquetes que se producen en todo el país desde enero de 2009.

Si se observan los últimos cuatro meses, en febrero se registraron 368 protestas; en marzo hubo 299, y el aislamiento afectó con distintas medidas la segunda quincena del mes; abril, primer mes completo bajo la cuarentena, sólo contabilizó 56 manifestaciones; pero mayo, en iguales condiciones, aunque con algunas flexibilizaciones, tuvo 238 piquetes.

A pesar del confinamiento, las cifras del mes pasado se asemejan bastante a los valores históricos. Sin embargo, los actores no son los mismos. Antes, los gremios estatales y las organizaciones sociales encabezaban la mayor proporción de las protestas. Ahora, grupos de desocupados y vecinos autoconvocados. Las organizaciones sociales recién aparecen en tercer lugar, con 48 manifestaciones; y los empleados del Estado quedaron quintos, con 15.

No es difícil interpretar esta realidad. Por un lado, el crítico panorama económico previo a la llegada del coronavirus se desequilibró con la cuarentena y afectó fundamentalmente a autónomos y cuentapropistas, a trabajadores informales, a subocupados y a empleados de las pymes. Ellos no son los actores principales e históricos de las protestas sociales.

Por otro lado, los empleados públicos y las organizaciones sociales recibieron de inmediato la seguridad del Estado respecto de la continuidad de los salarios y los planes de asistencia. Por ejemplo, si bien en el sector público los haberes no aumentaron porque se suspendieron las negociaciones paritarias, tampoco experimentaron quitas importantes, lo que no ocurrió en la esfera privada, donde se pactaron reducciones considerables.

Desde la primera etapa del aislamiento, el presidente Alberto Fernández rechazó por falso el dilema “economía o salud”. Por entonces, las encuestas parecían darle la razón, pues la gran mayoría de la sociedad acompañaba la medida. Pero las protestas de mayo permiten conjeturar que ahora se invirtió la situación y que la crisis económica estaría pesando más que la salud.

Donde más circula el coronavirus es donde se registraron más protestas: por caso, en Buenos Aires, 40; en Ciudad Autónoma, 19; en Córdoba, 15; en Chaco, 14.

Mantener la paz social debe ser un objetivo compartido por el Estado y la sociedad civil, con sus distintas organizaciones. Los gobernantes debieran tenerlo en cuenta a la hora de definir la extensión o el levantamiento de la cuarentena.

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