El riesgo latente de una guerra más allá de Ucrania

Va llegando el tiempo en el que la comunidad internacional deba extremar recursos para evitar un desenlace no deseado por la humanidad.

Drones detectados en Kiev, Ucrania. (AP)
Drones detectados en Kiev, Ucrania. (AP)

La guerra que generó Rusia al invadir Ucrania cumple 8 meses. Ya largo tiempo cargado de tensiones, muerte y destrucción. Una escalada brutal del gobierno de Vladimir Putin que, sin embargo, no logró someter al país invadido en poco tiempo, como presumían las autoridades de Moscú al orquestar la acción bélica.

En todo este tiempo Ucrania pudo atenuar la desmesurada ofensiva rusa sobre blancos no siempre estratégicos (pueblos y ciudades destruidas y numerosas víctimas civiles) merced al apoyo estratégico y logístico de los países de la OTAN, preocupados por la avanzada expansionista de Rusia, en especial con naciones que, como Ucrania, pretenden relacionarse más con Occidente para terminar de integrarse al desarrollo y consecuente crecimiento.

La imposibilidad de definir aceleradamente las acciones hizo que el líder ruso Putin no sólo adoptara las irresponsables represalias contra civiles ya señaladas; también dio paso a una preocupante ola de versiones y especulaciones sobre la posibilidad de que Moscú ponga en funcionamiento su por demás poderoso arsenal nuclear.

Sin ninguna duda, el mandamás ruso no tolera la resistencia que ha encontrado en las fuerzas ucranianas y menos aún toda posibilidad de tener que replegar definitivamente a sus tropas invasoras.

En declaraciones públicas el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, alertó sobre las consecuencias para la humanidad de un eventual desenlace bélico con armamento nuclear a partir de la desacomodada postura adoptada por Rusia.

En ese contexto, la extensión en el tiempo del conflicto está llevando a una paulatina y peligrosa expansión de la guerra.

Por ejemplo, los últimos ataques rusos a ciudades y objetivos estratégicos de Ucrania fueron llevados a cabo mediante la utilización de drones “suicidas” de origen iraní.

Y la sola presencia de Irán en el apoyo con armamento a Rusia genera una lógica y rápida reacción de Israel, que ya dispuso asesorar, y por qué no proveer, a Ucrania sobre el uso de su eficaz sistema de protección contra ataques.

Además, en recientes acciones aviones caza de Estados Unidos neutralizaron vuelos de bombarderos rusos en cercanías de Alaska, sumando tensión al delicado panorama que se vive en el Hemisferio Norte.

Estos largos meses de ataques de Rusia y de resistencia de las fuerzas de Ucrania ya generaron en gran parte del mundo una inestabilidad económica cuyas consecuencias sienten muchos países.

Hasta las economías más ordenadas han visto subir precios y frenar sus crecimientos.

Cabe suponer, por lo tanto, que la sola prolongación en el tiempo de esta guerra y el involucramiento de otros países en favor de alguna de las partes puede terminar derivando en un conflicto de largo alcance que se asemeje, ahora sí, a la tan temida Tercera Guerra Mundial que sobrevuela el planeta desde los tiempos de la llamada Guerra Fría.

Es difícil pensar en el éxito de una posible mediación si se tiene en cuenta el convencimiento del líder ruso de su cruzada expansionista.

Pero va llegando el tiempo en el que la comunidad internacional deba extremar recursos para evitar un desenlace no deseado por la humanidad.

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