De un ataque irracional a un urgente acuerdo de paz

En un nuevo aniversario del feroz y criminal ataque de Hamas a una región del sur de Israel donde asesinó y secuestró a mansalva, hoy todas las expectativas están puestas en recuperar la paz, que todo el mundo espera esta vez sea duradera.

Se cumplen hoy dos años del feroz y trágico ataque de la organización terrorista Hamas contra el sur de Israel. Víctimas fatales, heridos de suma gravedad y toma de rehenes en medio de la destrucción y el caos que produjo aquella irracional embestida.

La lógica consecuencia fue la inmediata réplica del gobierno de Israel, dando paso a una ofensiva bélica contra las fuerzas guerrilleras que convirtió a Gaza en un escenario de destrucción, pobreza y muerte. Más precariedad para la ya por entonces penosa situación del pueblo palestino allí enclavado. Los números de víctimas y los porcentajes de destrucción edilicia y de infraestructura en estos dos años posteriores a aquel atentado justifican todo esfuerzo que, de una buena vez, pueda hacer la comunidad internacional para intentar poner punto final a tanta locura.

En estas horas se están desarrollando negociaciones que responden al plan de paz entre Israel y Hamas que viene promoviendo el presidente de Estados Unidos. El gobierno israelita no rechaza este acercamiento, pero advierte que por el momento no retirará sus efectivos militares de la Franja de Gaza, lo que genera desde el arranque más preocupación, ya que el propósito negociador de Trump incluye la instauración de una administración futura independiente tanto de Hamas como de Israel en todo el territorio en conflicto.

De todos modos, sí es lógico y necesario que Hamas proceda a la liberación de los rehenes israelíes que mantiene desde hace dos años, como también a la entrega de los cuerpos de quienes no pudieron sobrevivir o fueron asesinados.

Lo que resulte de esta tensa negociación, que mantiene expectante al mundo entero, es de vital importancia para la discusión que seguramente seguirá a partir del fuerte pronunciamiento internacional a favor del definitivo reconocimiento de un Estado Palestino, cuestión que tampoco comparte Israel y que sólo aporta más tensión a cualquier intento de acercamiento.

Siempre es pertinente reiterar que el extremo de locura y rivalidad al que se ha arribado confirma la necesidad de que cada vez se ejerza mayor presión hacia organizaciones que, como Hamas en este caso, hacen del uso de la violencia prácticamente su único mecanismo para fundamentar reivindicaciones para los pueblos a los que dicen defender. Aquella nefasta operación del 7 de octubre de 2023 demostró, como tantas otras veces, la habilidad de estos verdaderos ejércitos para dotarse de los recursos necesarios para llevar a cabo su acción fundamentalista.

Pero también es necesario que los mecanismos de negociación de la comunidad internacional se mantengan más activos, de modo de evitar llegar a los extremos de destrucción e intolerancia vistos en estos últimos dos años en la zona de Gaza.

En todo análisis cabe la evaluación de por qué los habitantes de Gaza votaron mayoritariamente, en 2006, a la organización Hamas para que los gobernara, siempre en medio del conflicto con Israel y su ocupación del territorio ahora tan devastado. La respuesta se traduce en prácticamente veinte años de decadencia creciente. Por todo ello es de esperar el éxito del intento pacificador en marcha.

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