Congreso: “premio” al bajísimo rendimiento

Tras el aumento salarial de 120% para el personal legislativo, se hizo extensivo dicho incremento porcentual a los senadores y diputados de la Nación.

Con el aval de Cristina Kirchner y Massa, los diputados y senadores se aumentaron el sueldo. Foto: Federico Lopez Claro
Con el aval de Cristina Kirchner y Massa, los diputados y senadores se aumentaron el sueldo. Foto: Federico Lopez Claro

El poder del Estado que más debe representar el equilibrio democrático acentúa su desprestigio ante la sociedad adoptando medidas que generan rechazo generalizado en una población agobiada por la crisis económica y las tensiones generales.

Tras el aumento salarial de 120% avalado por las autoridades del Senado y de la Cámara de Diputados de la Nación para el personal que cumple funciones en el Congreso, se hizo extensivo dicho incremento porcentual a los senadores y diputados de la Nación. De esta forma, como ya se informó, un legislador nacional podrá llegar a cobrar este año casi 1.400.000 pesos.

El arreglo para los empleados legislativos es razonable, porque, como corresponde, fue tramitado con la participación de los gremios que nuclean a los trabajadores de una y otra cámara legislativa y se lleva a cabo en el contexto inflacionario actual. La negociación paritaria se encuentra más vigente que nunca.

Pero el incremento se hace extensivo hacia arriba, es decir, a diputados y senadores. Aquí no se puede hablar de sueldos que están “colgados” de otros pertenecientes a categorías de más jerarquía. Todo lo contrario: se enganchan con lo que gana el personal a sueldo.

El sueldo de un legislador, comúnmente conocido como dieta, es una remuneración periódica que corresponde por las actividades desarrolladas. En la práctica es un sueldo, al que se le agregan gastos de representación y otros beneficios.

La discusión se genera, entre otras razones, porque los legisladores tienen un régimen laboral obviamente más flexible que el de cualquier trabajador en relación de dependencia y su actividad se mide necesariamente por lo que se hace o produce desde una banca parlamentaria y el desempeño en las comisiones, que es donde se deben discutir realmente los proyectos de trascendencia para avanzar en consensos que se resuelvan con el voto en el recinto.

Por otra parte, la producción legislativa es cada vez más baja en el Congreso. Las sesiones son espaciadas y poco efectivas en cuanto a la cantidad de proyectos que se tratan y eventualmente aprueban para beneficio de la sociedad. Desde el comienzo de marzo Diputados sesionó solamente cinco veces, mientras que el Senado sólo tuvo una sesión.

Un claro ejemplo de la citada inoperancia es la demora injustificada para abordar un tema fundamental para una amplia mayoría de argentinos, como es la ley de alquileres. En la Argentina la escasez de oferta y los aumentos de los arrendamientos son cada vez mayores. En una de las aisladas sesiones recientes el tema estuvo cerca de ser abordado por los diputados, pero todo quedó en una mera promesa. Ahora se habla de un eventual consenso político para que se pueda debatir recién después de las elecciones primarias. Es decir, con posterioridad al 13 de agosto.

El ineficiente desempeño de los integrantes del Congreso de la Nación conduce a su creciente descrédito. Y con él, al de la dirigencia en general en todos los ámbitos del Estado. En dicho contexto la noticia del nuevo y elevadísimo monto de las remuneraciones de diputados y senadores sólo sirve para aumentar el desprestigio vigente.

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