19 de noviembre de 2025 - 00:00

Chile ratifica su sentimiento democrático

Es de esperar que el proceso de elección del nuevo presidente chileno, que se completará con el balotaje del 15 de diciembre, sea cual fuere el ganador, sirva para mantener el equilibrio institucional que hace del vecino país un buen ejemplo institucional para la región.

El nuevo proceso electoral de Chile ratifica, por lo menos hasta la primera vuelta del domingo pasado, el buen clima político y la responsabilidad con las instituciones republicanas que ha caracterizado a la dirigencia trasandina desde la recuperación democrática del 11 de marzo de 1990.

En un breve discurso pronunciado tras conocerse oficialmente los resultados de la elección, el presidente Gabriel Boric se dirigió a la ciudadanía con palabras muy responsables desde el punto de vista institucional.

“Confío en que el diálogo, el respeto, el cariño por Chile van a primar por sobre cualquier diferencia”, destacó el primer mandatario incluyendo como destinatarios de sus palabras a los ciudadanos en general.

“Chile se construye siempre de gobierno a gobierno, de generación a generación. Construimos sobre lo que nos entregaron quienes estuvieron antes que nosotros. Y siempre vamos a enfrentar desafíos…”, precisó Boric, quien terminó pidiendo a los adversarios del balotaje de diciembre “un debate con altura de miras, pensando siempre en lo mejor para Chile. La patria, la historia y el destino común que somos se forja día a día en democracia”. Un mensaje de sentir republicano que bien podría haber sido pronunciado por un dirigente político que represente el otro extremo del arco ideológico que identifica al joven primer mandatario.

Es que más allá de ideologías, el país trasandino muestra una de las democracias más consolidadas de América Latina en muchos aspectos, como los gestos y actitudes de sus referentes, que suelen priorizar los intereses chilenos sobre apetencias sectoriales o personales. “Desde la izquierda les digo que el gobierno de Maduro es una dictadura”, la contundente definición, reiterada, de Boric.

Y aquella revuelta popular de fines de 2019, de la que surgió como emergente político el propio Gabriel Boric, sirvió, claro que sí, para recomposiciones puntuales, pero nada que hacia el futuro alterara el rumbo elegido por los chilenos; así, dos veces el pueblo le dijo no a la intentona de reforma constitucional impulsada por el presidente.

Lamentablemente, no podemos decir lo mismo sobre la política en nuestro país. Aquí las disputas sobrepasan los límites tolerables y es común advertir en cada proceso electoral distancias enormes entre uno y otro sector o candidato.

Claro, Chile tampoco tiene el nivel de corrupción en la vida pública que sí ha sufrido nuestro país en las últimas décadas, conduciendo a una lógica y marcada confrontación entre sectores marcados por el manejo bueno o malo de la cosa pública que por meras ideologías. Pero nada debería impedir que, como fruto de la experiencia política vivida y los lógicos recambios de dirigentes, la gente en Argentina tuviese a mano una oferta electoral más seria, informada y cultivada que la que en estos tiempos abunda, lamentablemente sin muchas diferencias entre uno y otro sector.

Por lo tanto, es de esperar que el proceso de elección del nuevo presidente chileno, que se completará con el balotaje del 15 de diciembre, sea cual fuere el ganador, sirva para mantener el equilibrio institucional que hace del vecino país un buen ejemplo institucional para la región.

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