Cada vez más indefinición sobre el drama de Gaza

Se parte de la base de que nadie debe dudar en condenar la acción que llevan a cabo las milicias terroristas en esa región y en cualquier otro lugar del mundo. Pero lo que debería priorizar el mundo desarrollado es la necesidad de encontrar los caminos necesarios para que poblaciones civiles tan vulnerables puedan sobrevivir a tanta violencia sin control.

La situación en la Franja de Gaza preocupa cada vez más a buena parte de la comunidad internacional. Si bien las actuales acciones bélicas por parte de Israel surgieron, fundamentalmente, como lógica y necesaria respuesta al brutal ataque de las milicias terroristas de Hamas a la población civil israelí el 7 de octubre de 2023 (las más crueles contra población judía después de la Segunda Guerra Mundial), el tiempo transcurrido debería hacer reflexionar seriamente sobre los efectos y resultados de dichos ataques.

El objetivo de desarticular para siempre a Hamas hace que periódicamente se produzcan en el pequeño territorio de Gaza acciones bélicas que dejan como saldo inevitable muertos y heridos entre la población civil, además de daños edilicios y de infraestructura prácticamente irrecuperables, según lo que se observa a través de imágenes de la zona.

Uno de los hechos más repudiables se produjo hace pocos días, cuando la única parroquia católica latina ubicada en Gaza resultó alcanzada por el ataque de artillería israelí, dejando muertos y heridos entre los numerosos refugiados allí alojados. Hasta sufrió algunas lesiones leves el párroco de la Sagrada Familia, el sacerdote Gabriel Romanelli.

El ataque motivó una conversación telefónica entre el papa León XIV y el premier israelí, Benjamín Netanyahu, que de alguna manera frenó tensiones, aunque la Iglesia Católica ha seguido expresando su elevada preocupación por la irresuelta situación en ese castigado territorio palestino.

Por otra parte, no deben olvidarse otras situaciones extremas producidas en esa zona en los últimos meses, como la muerte de centenares de civiles que fueron asesinados a tiros mientras esperaban recibir ayuda humanitaria. A ello debe sumarse otro suceso similar denunciado por Defensa Civil del lugar: según dicha organización, 93 palestinos murieron y decenas sufrieron heridas como consecuencia de nuevos “disparos israelíes” cerca de centros de distribución de ayuda humanitaria.

Esto último motivó una encendida advertencia por parte de más de 25 países, muchos de ellos europeos occidentales, reclamándole a Israel moderación y llamando a nivel internacional por la búsqueda de canales de entendimiento que pongan a resguardo a los civiles que están permanentemente expuestos a los efectos de una guerra sin final a la vista.

Llama la atención, por otra parte, que desde el gobierno de Estados Unidos no se observe preocupación constante por esta triste realidad, especialmente luego de la paz que se logró, aunque sea temporalmente, tras la llamada Guerra de los Doce Días entre Israel e Irán.

Vale reiterar lo ya expuesto en otras oportunidades desde nuestra mirada editorial. Resulta lamentable que entre los países de elevado protagonismo internacional no se pueda llegar a algún entendimiento, siempre con autoridad, ante tan dramática realidad.

Se parte de la base de que nadie debe dudar en condenar la acción que llevan a cabo las milicias terroristas en esa región y en cualquier otro lugar del mundo. Pero lo que debería priorizar el mundo desarrollado es la necesidad de encontrar los caminos necesarios para que poblaciones civiles tan vulnerables puedan sobrevivir a tanta violencia sin control. Como están las cosas, la pobreza mundial nunca será atemperada.

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