En las últimas cuatro semanas, los valores de alimentos y bebidas mantuvieron una trayectoria ascendente, con un aumento acumulado del 1,4% en el mes de septiembre, de acuerdo con el informe más reciente elaborado por la consultora LCG.
Pese a que los alimentos y bebidas acumulan un aumento del 1,4% mensual, la primera semana de octubre registró deflación en varias categorías clave.
En las últimas cuatro semanas, los valores de alimentos y bebidas mantuvieron una trayectoria ascendente, con un aumento acumulado del 1,4% en el mes de septiembre, de acuerdo con el informe más reciente elaborado por la consultora LCG.
No obstante, "la primera semana de octubre registró un fenómeno inverso": se observó una baja en el precio de varios productos, con una reducción promedio del 0,4%.
Este comportamiento se da en un contexto marcado por "una devaluación del peso, con el clásico ajuste de precios al inicio de mes y un consumo estancado", lo que limita la posibilidad de aplicar subas sin afectar negativamente las ventas.
Al comparar con los últimos días de septiembre, "la aceleración se vuelve evidente": mientras que en la última semana de ese mes la variación mensual fue del 1%, las dos semanas finales presentaron subas del 1,6% y 0,9%, respectivamente, lo que empujó al alza el promedio mensual.
Si se considera la variación acumulada en el último mes, los incrementos más notables se dieron en:
Durante la primera semana de octubre, los rubros con mayores alzas fueron:
Por otro lado, hubo bajas marcadas en varias categorías:
En el extremo opuesto, se encuentran las comidas listas para llevar con un alza del 1,8%, los condimentos y otros productos con un 1,6%, al igual que los lácteos y huevos. Las carnes prácticamente se mantuvieron estables, con un leve aumento del 0,1%, mientras que las verduras fueron la única categoría con caída mensual: -2,6%.
En resumen, el informe da cuenta de un escenario desafiante, en el que "la inflación mensual muestra ritmo ascendente pese a que algunas categorías registren caídas puntuales", reflejando así la presión inflacionaria persistente en un entorno de consumo debilitado y volatilidad cambiaria.