16 de septiembre de 2025 - 18:23

En Aconcagua Radio, la lucha contra la polilla de la vid

Guillermo Azín, de Iscamen, explica en Aconcagua Radio la estrategia de control y el rol clave de los productores para evitar pérdidas millonarias.

La vitivinicultura mendocina enfrenta desde 2010 a un enemigo silencioso y persistente: la lobesia botrana, más conocida como la polilla de la vid. Detectada por primera vez tras ingresar desde Chile, esta plaga se ha convertido en un desafío permanente para el sector, que encuentra en la prevención y el control conjunto las únicas herramientas posibles para resguardar la producción.

“Es un insecto que se alimenta de las flores y de los frutos en estado inmaduro y maduro de la vid, generando heridas por donde ingresan hongos que provocan la podredumbre del racimo. Esto impacta en la calidad y cantidad de la cosecha, y en casos extremos puede ocasionar pérdidas superiores al 50%”, explicó Guillermo Azín, coordinador técnico de Iscamen, en diálogo con Aconcagua Radio.

¿Se puede erradicar la plaga?

Azín aclaró que la posibilidad de erradicación depende de múltiples factores, especialmente de la rentabilidad del cultivo y del nivel de compromiso de los productores. Puso como ejemplo el caso de California, donde en Napa Valley se logró eliminar la lobesia gracias a una combinación de fuerte inversión privada, exigencias de la industria y acompañamiento estatal.

“Allí nadie quedó fuera del programa, porque las bodegas directamente no recibían uva de quienes no hacían los tratamientos. Además, contaban con maquinaria suficiente para realizar hasta 14 aplicaciones por campaña. Eso, sumado al valor comercial de la uva en esa región, permitió sostener la estrategia hasta alcanzar la erradicación”, señaló.

La situación local y las diferencias con Mendoza

En Mendoza y San Juan, la realidad es distinta: existen viñedos abandonados que se convierten en refugio para la plaga. Ante este escenario, el Iscamen implementa aplicaciones aéreas para cubrir aquellas áreas donde los productores ya no trabajan la tierra y no se pueden realizar tratamientos manuales.

“Es fundamental que el esfuerzo de quienes hacen bien las cosas no se vea afectado por la falta de control en otras fincas. Por eso necesitamos estas herramientas de cobertura amplia”, apuntó Azín.

Una campaña en cuatro etapas

La estrategia de este año, que ya comenzó, contempla cuatro etapas de control. La primera de ellas incluye la entrega gratuita de emisores de feromonas, dispositivos que generan la desorientación de los machos e impiden que encuentren a las hembras para reproducirse.

“Vamos a cubrir 50.000 hectáreas con esta herramienta. Ya hemos publicado en la página del Iscamen el mapa de cobertura: todo el Valle de Uco, el oasis norte —desde Luján hasta Lavalle— y algunos puntos del oasis sur donde hubo detecciones el año pasado”, detalló el coordinador técnico.

Responsabilidad compartida

Azín subrayó que, aunque los insumos se entregan sin costo, la efectividad del programa depende de que los productores se involucren activamente.

“Lo único que pedimos es que el productor se acerque a retirar los materiales con la documentación de la propiedad y los coloque de inmediato en sus fincas. No es un procedimiento complejo, pero sí indispensable. Un productor que queda afuera se convierte en refugio de plaga y compromete el trabajo de toda la región”, remarcó.

La batalla contra la polilla de la vid, entonces, no se libra solo con recursos estatales: requiere una coordinación precisa entre organismos técnicos, bodegas y productores. De ese esfuerzo conjunto dependerá que Mendoza logre contener —y eventualmente erradicar— a una de las plagas más amenazantes para su principal industria.

Escucha la nota completa acá y podés escuchar la radio en vivo en www.aconcaguaradio.com

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