14 de octubre de 2025 - 14:51

El mercado de oficinas se estabiliza, pero el concepto de espacio laboral entra en debate

Los datos dan un mercado de estabilidad y maduración en los segmentos de oficinas clase A y naves logísticas, con vacancias controladas y rentas estables.

Durante el tercer trimestre de 2025, el mercado de oficinas clase A y de naves logísticas e industriales en el país atravesó un escenario de estabilidad, con indicios de maduración y una demanda más selectiva, marcada por decisiones corporativas cautelosas frente al contexto político y económico.

En el segmento de oficinas clase A, la vacancia se ubicó en 14,9%, registrando una absorción neta positiva de 14.526 m², lo que implica una leve mejora respecto del trimestre anterior. Los valores de renta promedio se mantuvieron estables en USD 23,24 por m² por mes, mientras que el stock en construcción continúa acotado —apenas 83.339 m²—, reflejando un mercado más defensivo y enfocado en la calidad de los espacios.

Por su parte, el sector industrial y logístico volvió a consolidarse como motor de dinamismo dentro del real estate corporativo. Con una vacancia promedio del 4,4% y 179.300 m² en desarrollo, este segmento mantiene una fuerte demanda, especialmente en zonas estratégicas del eje Norte, impulsada por operadores logísticos, empresas de consumo masivo y desarrolladores que priorizan la eficiencia operativa y la sustentabilidad.

Los datos surgen del último informe de mercado elaborado por Newmark Argentina, correspondiente al tercer trimestre de 2025.

El desafío es redefinir el sentido del espacio de trabajo

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En el segmento de oficinas clase A, la vacancia se ubicó en 14,9%.

En el segmento de oficinas clase A, la vacancia se ubicó en 14,9%.

Más allá de los indicadores, Mariana Stange, referente en el real estate corporativo argentino, detalló a Los Andes que no teme cuestionar uno de los grandes dogmas del mercado laboral moderno: el open space, es decir, las oficinas abiertas.

Mientras que empresas como Google o Apple lo instalaron como sinónimo de innovación, transparencia y colaboración, Stange asegura que lo que hubo fue más una moda que una estrategia.

"Estas empresas son innovadores, sí, pero también marcan tendencias que a veces priorizan imagen y cultura aspiracional antes que impacto a largo plazo. Y ahí está mi crítica: el espacio de trabajo no puede ser marketing, tiene que ser estrategia", dice

Su mirada es categórica: muchas compañías "se pasaron de rosca" copiando acríticamente modelos diseñados en Silicon Valley, pensando que, si replicaban esos esquemas abiertos y coloridos, automáticamente serían percibidas como más jóvenes y disruptivas.

"El open space en su versión extrema fue más un gesto estético que una herramienta efectiva. Y las consecuencias las vemos hoy, cuando la mayoría de las empresas que lo implementaron están buscando corregirlo", advierte.

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Durante años, las oficinas abiertas y coloridas fueron la postal aspiracional de empresas que buscaban mostrarse como modernas y cool.

Durante años, las oficinas abiertas y coloridas fueron la postal aspiracional de empresas que buscaban mostrarse como modernas y cool.

La propuesta pensada para derribar jerarquías terminó convertido en un espacio de exposición permanente. "La confusión estuvo en creer que colaboración significa estar todos expuestos todo el tiempo. En realidad, la colaboración surge de momentos diseñados con propósito: un brainstorming, una reunión estratégica, un espacio social. Pero eso no implica que alguien pueda sostener ocho horas diarias de ruido y falta de privacidad", explica.

Stange no demoniza el modelo, sino su aplicación extrema. "Ni tan calvo ni dos pelucas", ironiza, al plantear que el debate no es binario, sino que se trata de encontrar un equilibrio. "El open space se presentó como sinónimo de colaboración y transparencia, y en parte cumplió ese rol. Pero el problema fue la exageración. Lo que se vendió como colaboración terminó siendo uniformidad, y la uniformidad en el espacio de trabajo es peligrosa, porque el trabajo es diverso", sostiene.

Durante años, las oficinas abiertas y coloridas fueron la postal aspiracional de empresas que buscaban mostrarse como modernas y cool. Para la especialista, esa lógica priorizó la "foto instagrameable" por encima de la experiencia cotidiana de los trabajadores. "Se sacrificó rendimiento por marketing. Se priorizó la selfie por sobre la cultura corporativa", dispara. Y agrega que, detrás de esos ambientes de vidriera, abundaban las distracciones, la incomodidad y la pérdida de foco.

La especialista está convencida de que este momento marca un punto de inflexión. "El open space extremo está en retirada. Lo que viene es una oficina híbrida y flexible, que combina apertura con privacidad, colaboración con foco. Las empresas que comprendan esta transición a tiempo van a tener una ventaja estratégica frente a las que se queden ancladas en un modelo que ya caducó", concluye.

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