Economía circular: al menos 66 empresas mendocinas la aplican

Cada vez más empresas adoptan el uso de reciclaje de materiales y residuos dentro de sus negocios. Los ejemplos en Mendoza.

Unas 66 empresas ya aplican este concepto para desarrollar sus productos con valor agregado. Por lo general, tienen puesto el foco en el mercado externo. Cómo trabajan.
Unas 66 empresas ya aplican este concepto para desarrollar sus productos con valor agregado. Por lo general, tienen puesto el foco en el mercado externo. Cómo trabajan.

En línea con una tendencia mundial y destacándose en el país, al menos 66 empresas y emprendimientos mendocinos aplican el concepto de Economía circular. Se trata de un uso más eficiente de los recursos y de aprovechar residuos para cuidar el medio ambiente, una opción que abre la puerta de mercados externos.

Para explicarlo de manera simple, se puede decir que el sistema tradicional ha funcionado de manera lineal: se produce, se consume y se desecha. Sin embargo, en la Economía circular se busca reducir los desechos y reutilizarlos o reciclarlos, de modo que los residuos se convierten en recursos que después pueden ser aprovechados.

Si bien reciclar no es algo nuevo, sí lo es que varias empresas lo adopten dentro de su estructura de producción y no como una actividad extra. Referentes locales coinciden en que es una tendencia cada vez más empleada en Mendoza, desde grandes bodegas hasta emprendimientos de ropa.

Heraldo “Lali” Muñoz es un economista especializado en economía sostenible, integrante de la Academia Mendoza Impacta (AMI). Él explica que la Economía circular surge de la ecología y de procesos productivos que buscaban reducir el uso de materias primas y reutilizarlas. Después, aparecen modelos de negocios que, aprovechando una mayor conciencia ambiental, lo suman como una nueva propuesta de valor agregado (como antes era el status o la marca).

“Yo creo que en Mendoza hay un crecimiento que arrancó desde una escala chica, pero crece de manera exponencial, sobre todo por las generaciones nuevas que se preguntan de dónde vienen las cosas y a dónde van. Mendoza está más adelantada que el resto del país. Se percibe que es una plaza especial dentro de Argentina y América Latina tiene buena fama de desarrollo sostenible”, analiza Muñoz.

El concepto es bien visto en Europa y EEUU y, por ello, algunas bodegas lo adoptan para exportar. Por el contrario, empresas que se enfocan en el mercado local no lo ven como un beneficio. Muñoz cree que varios lo hacen porque “es la forma de crear un mundo mejor para sus hijos” y sería una evolución del concepto de Responsabilidad Social Empresaria, ya que “se busca generar un valor agregado ambiental y social como parte del modelo de negocio”.

Un círculo virtuoso

Actualmente, el ministerio de Economía provincial tiene en marcha el Programa Mendoza Sostenible, que incluye un censo para medir la cantidad de empresas con impacto social y ambiental. Pablo Gareca, de la Dirección de Emprendedores (que hace el programa junto a la Dirección de Innovación y Desarrollo Económico), comenta que ya 18 industrias y empresas grandes han confirmado que generan producción a partir de desechos, al igual que 48 emprendimientos.

“Se trata de una toma de conciencia del sector privado, teniendo un compromiso con el medio ambiente. Muchas empresas que venían desde Europa ya tenían procesos o áreas que trabajaban en Economía circular y los replicaron acá”, explica Gareca. Además, se han dado más de 40 experiencias de grupos sociales o cooperativos con empresas vinculadas a la sostenibilidad.

Gareca cuenta que el año pasado se hizo un trabajo entre la bodega Viña Cobos y la cooperativa de trabajo Germinar, aprovechando un material de plástico con el que la bodega ataba los palets y que desechaba en gran cantidad. La cooperativa lo transformó en canastos y después Viña Cobos se lo compró para entregar a sus trabajadores. Otras empresas han sido Veralia, Peñaflor y Mendoza Plaza Shopping. “Lo más importante son las alianzas con los sectores sociales, porque esto genera trabajo”, comenta este técnico.

Además de ser economista, Muñoz es, desde diciembre pasado, el coordinador local del Sistema B Mendoza (empresas con impacto económico, social y ambiental) y menciona otros ejemplos como el bar El Botellón que hace selección de residuos, y las bodegas Dolium, Penedo Borge, Lagarde y Trivento. En la provincia hay 9 negocios con la certificación internacional de Empresas B; otras 9 en proceso y unas 20 haciendo sus mediciones.

Una empresa referente en Mendoza es Xinca, famosa por generar zapatillas en base al reciclaje de neumáticos. Alejandro Malgor, cofundador, explica que iniciaron en 2013 con la idea de “generar productos con una menor carga ambiental que los tradicionales, demandando menos materia prima a la naturaleza. Vimos una oportunidad: billones de materiales que se descartan por año que pueden ser materia prima de nuevos productos”.

La base de las zapatillas de Xinca está confeccionada con un 50% de caucho de neumático reciclado. En algunos modelos, para la parte de arriba (capellada) reutilizan residuos textiles como jeans o cortinas blackout. También desarrollan mochilas, billeteras, fundas de camionetas, bolsas y otros productos a partir de cámaras de motos, cometas de kitesurf y lonas publicitarias.

“Transformamos basura en productos de calidad”, resume Malgor. Además, sostiene que es importante que el consumidor tenga información para elegir mejor qué comprar y cree que el ecosistema emprendedor es un buen lugar para impulsar proyectos que se enfoquen en la Economía circular.

Negocios nacientes

Respecto de nuevos negocios, en la Dirección de Emprendedores aseguran que cada vez más proyectos contemplan una visión en línea con la Economía circular y están armando un catálogo con 48 emprendimientos vinculados. Para Gareca, “hay un mayor crecimiento y en el gobierno es una política de Estado desde 2015. El ecosistema emprendedor lo toma como parte de la agenda y no van a dejar que se caiga; es un fenómeno que vino para quedarse”.

Algunos aspectos de esta nueva época son las llamadas “ferias americanas” donde se compra ropa y objetos de segundo uso, así como un gran número de emprendimientos que se pueden ver por las redes sociales. En el caso de Pedemonte, desde 2019 se dedican a tejer y a reutilizar prendas de ropa, tal como cuenta Cecilia Martínez, una de sus fundadoras.

“Mucha gente tiene jeans que no usa y que puede reutilizar en vez de comprar otro. Por ese lado decidimos largar esta idea. Si tenés un jean que querés reutilizar podemos hacerlo falda, short o jardinera. Pactamos el encuentro, medimos el precio según el largo y el producto que quieran y después se entrega”, explica Martínez. Lo que cobran es el servicio de armar la nueva ropa y conservan el resto de la tela para generar bolsos, carteras o mochilas.

Además, en Pedemonte trabajan en el tejido de lana, con la idea de que años después se pueda desarmar y volver a tejer. “Yo me tejí un pulóver hace 5 años. El año pasado lo desarmé, lo armamos de nuevo y ahora tengo un saco de la misma lana”, ejemplifica Martínez. La inspiración vino por parte de una empresa chilena, Ecocitex, que también trabaja en reciclaje textil.

Otro ejemplo lo da Sol Ganam, cofundadora de Ecomanía, un emprendimiento que nació a fines de 2019 vendiendo sorbetes realizados con materiales biodegradables: “Los cubiertos y sorbetes de caña son una alternativa sustentable, porque al terminar su uso se pueden compostar, se hace humus y sirve como fertilizantes. Vuelven a la tierra, igual que el mango de los cepillos de dientes que hacemos con bambú”.

Algo llamativo de Ecomanía es cómo usan las redes sociales (en especial Instagram) para concientizar sobre el medio ambiente. “Las redes sociales generan una masividad y permiten alcanzar más personas que el boca en boca. Pasamos mucho tiempo en redes y creo que hay una tendencia a concientizar sobre las cosas que usamos en el día a día”, comenta Ganam.

Tanto Ecomanía como Pedemonte trabajan en contacto con otra iniciativa llamada Botellas de Amor. Es un emprendimiento que tiene su base en rellenar botellas con residuos plásticos y envoltorios descartables. Las botellas se dejan en puntos de entrega y luego el material es utilizado para generar madera plástica, que se utiliza por ejemplo para crear palos para viñedos.

Referentes admiten que la mayoría de las empresas que se suman a este tipo de modelos están desarrollando productos que tienen como foco el mercado externo.
Referentes admiten que la mayoría de las empresas que se suman a este tipo de modelos están desarrollando productos que tienen como foco el mercado externo.

¿Es una moda o llegó para quedarse?

Una consulta a los entrevistados fue si la Economía circular es una tendencia pasajera o le ven un futuro estable. Si bien algunos expresaron más seguridad que otros, todos coincidieron en que sería bueno que perdure.

Heraldo “Lali” Muñoz, economista de AMI y coordinador de Sistema B Mendoza: “Hay una tendencia en mercados financieros internacionales. Cada vez más se piden requisitos de triple impacto y economía sostenible. Está lejos de estar en retirada, está en ascenso. La pandemia puso aún más en valor el cuidado de medio ambiente, porque antes en bienestar se medía sólo el PBI y ahora con la pandemia empezamos a entender que es algo más. Eso hace que la economía circular gane más peso que la lineal”.

Pablo Gareca, coordinador del programa Emprendedorismo con Integración, de la Dirección de Emprendedores:

“No es una moda. Tiene que ver con una tendencia y una conciencia que toman los emprendedores privados y creo que es irreversible. Mendoza viene haciendo punta. Cada vez que hablamos con Buenos Aires o ministerios nacionales, toman al ecosistema emprendedor de Mendoza como referencia en emprender con impacto y con economía circular”.

Alejandro Malgor, cofundador de Xinca: “Esperamos que siga creciendo. Vivimos en un mundo finito, que se agota, pero no actuamos como si así lo fuera. La próxima generación de empresas debe diseñar sus productos adaptados a lo que conocemos como Economía circular, donde la basura de un proceso se convierte en materia prima de otro. Deben existir regulaciones, son claves, y ver qué se hace en otros países”.

Cecilia Martínez, cofundadora de Pedemonte: “Para mí esto es fundamental. Por supuesto ojalá que sea perdurable y sostenible en el tiempo. Ojalá no sea moda, sino que en el mundo podamos irnos sumando a este tipo de ideas y emprendimientos para tener un mejor mundo y medio ambiente, porque la forma actual de producir, consumir y desechar es insostenible”.

Sol Ganam, cofundadora de Ecomanía: “En Europa el sistema está súper desarrollado y más avanzado. De hecho ya lo tienen incorporado en grandes negocios. Puede que ahora en Argentina se esté expandiendo más por moda, pero la gente empieza a incorporarlo y creo que va a ser necesario porque, tomando conciencia, en un momento todos van a tener que empezar con acciones de este estilo”.

La demanda de productos orgánicos se triplicó en dos años

Dentro del gran paraguas del desarrollo sustentable, un aspecto vinculado al sector alimentos es la producción orgánica, aquella que se hace sin el uso de agroquímicos. Se estima que el consumo aumentó entre tres y cuatro veces en los últimos dos años, impulsado por la pandemia de Covid-19, y representa una buena oportunidad para la agroindustria local.

Así lo sostiene Igor Baratoff, representante de la delegación Cuyo de MAPO (Movimiento Argentino para la Producción Orgánica). Al respecto, es importante mencionar que en febrero de este año el Ministerio de Agricultura de la Nación y otras entidades publicaron el Plan Estratégico Argentina Orgánica con miras a 2030, considerando un escenario más consolidado a nivel mundial y destacando la importancia del consumo de estos productos.

“El consumo ha crecido de manera exponencial; ha crecido tres o cuatro veces en los últimos dos años. Esto surge de consultar con elaboradores de productos orgánicos. La pandemia ha acelerado ese proceso porque está asociado al tema de salud. El consumidor quiere productos más naturales, sanos y simples y en ese punto creció mucho”, explica Baratoff.

Realizado en el marco de la Comisión Asesora para la Producción Orgánica, el mencionado plan estratégico analiza algunos números de 2018. Durante ese año, la superficie cosechada alcanzó las 80.877 hectáreas, aumentando un 5% respecto del año anterior (para comparar, en 1995 se registraban un poco más de 11 mil hectáreas).

Si se comparan las hectáreas, durante 2018, la provincia de Buenos Aires tuvo la mayor participación de superficie cosechada total (41%), seguida por Mendoza (9%) y Jujuy (7%). Sin embargo, si se mira el número de productores registrados, las provincias con mayor cantidad de productores fueron Río Negro (268), Mendoza (200) y Buenos Aires (154).

Baratoff considera que muchos conceptos están asociados: “Cuando uno habla de Economía circular incluye lo orgánico con otro factor que es el Ciclo de vida. Es como las mediciones de Huella de carbono (contaminación ambiental) o Huella hídrica (uso del agua). Todo va hacia generar un impacto positivo con menos daño al medio ambiente”.

Para el referente de MAPO, hoy la producción orgánica no tiene un problema de demanda sino de oferta, y por ello el desafío es desarrollar y ampliar el volumen y la diversidad de productos. “Mendoza tiene todo un potencial. El gobierno tiene que impulsar la producción orgánica, dar el estímulo para que un productor convencional tradicional migre a lo orgánico y crezca la oferta de alimentos orgánicos para exportar y para el mercado interno”, analiza Baratoff.

Emprendimientos orgánicos

Desde la Dirección de Emprendedores del Gobierno provincial, Pablo Gareca comparte la visión de que actualmente la demanda de productos orgánicos supera a la oferta: “No hay tantos lugares de comercialización como demanda de la sociedad, que viene con una tendencia a la alimentación saludable. Sobre todo lo que es hortalizas y vegetales, hay pocos productores”.

Gareca opina que hay un gran debate sobre su conveniencia frente a la agricultura con agroquímicos, porque “los tiempos son distintos, el esfuerzo y el cuidado que requiere es mucho mayor”. De todos modos, desde la dirección vienen acompañando a emprendedores y su intención es que la oferta crezca, “porque, además de la conciencia ambiental, hay un mercado que quiere y necesita consumir productos más saludables por prescripción médica”.

Un caso es El Tomillo Espacio Agrourbano, emprendimiento que promueve la agricultura urbana (huertas en casa) y que comercializa productos a través de su almacén natural. Su fundadora, Laura Crayon, sostiene que la agricultura orgánica es una buena opción para el cuidado de la salud y que, si bien un producto orgánico puede ser más costoso, el cultivo dentro de casa permite ahorrar en la compra de verduras.

“Creo que hay un aumento en el consumo, pero también es difícil iniciar un emprendimiento de impacto ambiental, social y económico. Hoy día hay más conciencia, pero no está tan instaurado como en otros países. Lo orgánico tiene un público con mayor poder adquisitivo y más conciencia ambiental y con uno mismo, de saber qué está consumiendo”, explica Crayon.

Ella también aplica la idea de Economía circular, ya que cuando arma huertas domésticas promueve un compostaje que aproveche los residuos. Por otro lado, en su local comercial de Dorrego no utilizan plástico, sino que reutilizan envases de vidrio. El packaging es de papel madera y recomiendan a los clientes que traigan sus bolsas, además de ofrecer bolsas de tela.

“En las casas promuevo que la gente no compre de más, sino sólo lo que necesita. Teniendo una huerta y una compostera, hay cero desperdicios. Por más que sea un espacio chico, es beneficioso. Además, es ser consciente de que detrás de este producto hay muchas más cosas. Eso es la producción y el consumo responsable”, reflexiona Crayon.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA