Aumentó un 13% el pan y el kilo se vende a $ 160

Desde una de las dos entidades que agrupan a los panaderos en la provincia establecieron el incremento, mientras desde la otra consideran que hay que luchar contra la clandestinidad

Orlando Pelichotti / Los Andes
Orlando Pelichotti / Los Andes

La Cámara de Empresarios Panaderos de Mendoza decidió implementar una suba del 13% en el precio del pan, debido al incremento en el costo de los insumos. De esta manera, el precio sugerido para el kilo de pan mignon es de $160, para la docena de tortitas, de $190, y para la docena de facturas comunes, de $270.

Según comentó el titular de la cámara, Cristian Di Betta, en declaraciones a otros medios -pese a los reiterados intentos, fue imposible hablar con él-, los insumos que más aumentaron fueron la levadura, la grasa, la bolsa de harina, la crema de leche y el dulce de leche; y agregó que en algunos casos llegarían al 50%.

En cambio, desde la Asociación de Industriales Panaderos de Mendoza consideran que el aumento en los costos no es el principal problema para el sector, sino quienes trabajan de modo clandestino. El presidente, Claudio Luna, se preguntó qué sentido tiene seguir aumentando el pan, para que haya panaderos que lo venden a $ 60 u $ 80. “Hoy tenemos una reunión muy importante con otras cámaras, porque la clandestinidad está por encima del 60%. Hay panaderías grandes y tradicionales que están cerrando por esto”, planteó.

Por su parte, el vicepresidente, Juan Carrillo, comentó que no están de acuerdo con el aumento porque ya hubo otro recientemente y si bien siguen subiendo los precios de las materias primas de primera necesidad para la industria, con los valores actuales están cubiertos para seguir trabajando.

De ahí que considere que es prioritario, en este momento, abordar el problema de la gran evasión impositiva. Y si bien entendió que, por la crisis que profundizó la pandemia, hubo quienes salieron a vender café y tortitas, o pan hecho en casa, destacó que hay panaderías de gran escala, con 10 o 15 empleados, que trabajan a puertas cerradas y no tributan ninguna obligación.

Además de que esto representa una competencia desleal, Carrillo subrayó que además implica un riesgo para la salud del consumidor, porque el pan es un alimento que no se lava ni se cocina después de comprarlo y que el pan que se vende en las verdulerías, en la calle o bajo un puente no ha tenido controles bromatológicos.

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