10 claves para diseñar una cartera de inversiones en tiempos de incertidumbre

En primer lugar, se deben analizar las necesidades particulares de cada persona, familia o empresa, ya que no existe una propuesta ideal para todos.

Decidir en qué invertir el dinero que puede haber costado varios meses o incluso años ahorrar siempre resulta complejo. Pero en tiempos de incertidumbre, inflación (no sólo en Argentina sino en todo el mundo), pérdida de rentabilidad de varios activos y caída del PBI en todo el planeta, el escenario se vuelve bastante más difícil. Por eso, resulta importante destinar tiempo a pensar cuál es la mejor estrategia de inversión para cada persona, familia o empresa, según sus necesidades.

En este sentido, Mariano Sardáns, CEO de la gerenciadora de patrimonios FDI, advierte que “no hay una cartera común para todos los inversores. Pero sí hay criterios comunes para construirla”. Y detalla algunos puntos clave que considera oportunos tener en cuenta:

1. No existe una cartera ideal para todo el mundo. Tampoco hay diez carteras posibles para todos los inversores. “El modelo para masificar y estandarizar la atención que aún proponen muchos bancos y brokers en América Latina, de obligar a los inversores a elegir entre una cartera conservadora, moderada y agresiva, ya es considerado mala praxis en Europa y EE.UU. Cada inversor se merece su propia cartera, y ésta debe ajustarse a sus particularidades y necesidades”, comenta Sardáns.

2. La estructuración de una cartera de inversión requiere de un análisis profundo. “Con casi 25 años gerenciando activos, la experiencia nos demuestra que el diseño de una cartera puede llevar desde una sola reunión de una hora, hasta varias reuniones y definiciones que quizás podrían llevar meses”, sostiene el CEO de FDI.

3. Toda cartera debe incluir el componente de inmuebles, adicionalmente al de renta fija (bonos) y renta variable (acciones). “Para aquellos inversores que tienen sus propias empresas o participaciones societarias, también esta parte del patrimonio y sus flujos deben incorporarse en el análisis. Cuando hablo de flujos me refiero tanto a sueldos, dividendos y/o honorarios que recibe el inversor, como a aportes y préstamos que eventualmente está comprometido a hacerle a la empresa”, asegura.

4. ”El dinero se hace trabajando; no en la bolsa o en los mercados de capitales. O sea que la mejor inversión del cliente es su empresa, su comercio y/o su puesto de trabajo”. Según lo que Mariano Sardáns afirma, la cartera debe estar estructurada de forma tal que le permita a la persona “dormir a la noche”, así al otro día puede hacer foco en donde genera su dinero.

5. La importancia de diversificar. El CEO de FDI reflexiona: “Son muchos los empresarios que hemos conocido en Latinoamérica, que de un día para el otro se dieron cuenta de que sus ahorros habían quedado enterrados en sus empresas. Por otro lado, y como los libros de economía nos enseñan, no hay nada más caro que el capital propio. Una vez que el dinero propio se coloca en la empresa, hace falta pasar por el impuesto a las Ganancias de la compañía para volver a recuperarlo. Por el contrario, el costo del dinero prestado es deducible de este impuesto. De ahí que a nuestros clientes les explicamos que, en muchos casos, es más conveniente que sus empresas funcionen con capital de trabajo proveniente de financiación de terceras partes, que utilizar el capital propio”.

6. Todo tipo de inversión tiene sus pros y contras. En otras palabras, cada elección implica resignar algo y es importante saberlo:

a) Las inversiones en acciones fluctúan de precio y aunque técnicamente es la inversión más rentable en el largo plazo, el inversor debe estar dispuesto a soportar caídas temporarias de hasta el 50% de su valor. Estos son los momentos en los que hay que contar con estabilidad emocional ya que, a menos que haya otra alternativa en acciones más baratas, jamás hay que salir/vender ya que si no significaría convalidar y realizar la pérdida. Inversores que no estén preparados para soportar estos momentos, jamás debieran invertir en acciones.

b) Los bonos, aunque sus fluctuaciones son inferiores al de las acciones, requieren de una metodología de inversión y reinversión que debe seguir una estrategia y la disciplina de cumplirla. Al mismo tiempo, se debe hacer foco en reducir y/o eliminar los costos y comisiones, que en este tipo de inversión llegan a erosionar hasta el 25% de la rentabilidad bruta. Lamentablemente, en la mayoría de los casos, los inversores son asesorados por profesionales que están en contraposición de sus intereses.

Wall Street. (Foto / AP)
Wall Street. (Foto / AP)

c) Los inmuebles, a diferencia de lo que dice el mito popular, sí fluctúan de precio, tal cual lo hace un bono. Lamentablemente, en muchos países de América Latina no hay un registro público (como sí lo hay, por ejemplo, en los EE.UU.), que refleje las fluctuaciones que hay en los precios. Por otro lado, en los inmuebles se hace diferencia aprovechando los ciclos económicos, tal como se hace con las acciones. El secreto es salir/vender cuando las valuaciones están caras y entrar/comprar cuando técnicamente están baratas. “El problema con los inmuebles es que las personas tienden a enamorarse de los mismos y pierden el momento del ciclo donde conviene venderlos. Adicionalmente, el costo transaccional es alto y los tiempos de venta son largos (nula liquidez), lo cual podría significar convalidar una pérdida para poder salir de la inversión”, sostiene Sardáns.

7. La cartera debe tener en cuenta los objetivos de flujo de fondos de cada inversor. Así, y de acuerdo con estos datos, es como se diseña y estructura una cartera de inversión. Respecto de este punto, Mariano Sardáns, asegura que los flujos son dinámicos y cambian de acuerdo con las circunstancias. “En ciclos, pasamos de ahorrar a gastar parte de los ahorros en gastos proyectados y/o inesperados, para luego reacomodarnos y volver a ahorrar. Por eso, la clave es mantener el foco en los objetivos, pero siempre preparados para recalcular; de ahí la importancia de la liquidez de las inversiones”.

8. En este mundo fiscalmente transparente, el gran secreto de cómo y dónde invertir está en analizar continuamente cómo reducir el impacto impositivo futuro. Los sistemas tributarios de todos los países contemplan variadas formas para evitar impuestos, reducirlos o directamente diferirlos en el tiempo. Una correcta planificación financiera e impositiva es lo que permitirá evitar el camino más gravoso desde el punto de vista tributario.

9. Asimismo, en un mundo globalizado en el que todo se sabe, o pronto se sabrá, y donde la industria del juicio se agiganta, comienza a ser vital el uso de vehículos legales que permitan lograr que los activos estén a resguardo y protegidos del ataque de terceros. “Observamos que muchas personas se están replanteando la cotitularidad de sus activos al darse cuenta de que los actos o problemas de sus hijos, padres o familiares pueden afectar a los bienes propios”, afirma Sardáns.

10. No cabe duda de que las circunstancias expresadas en el párrafo anterior producen un cambio en la estrategia, que hasta ahora elige la mayoría de las personas cuando tiene su dinero en el exterior. El uso de fideicomisos, trusts y sociedades patrimoniales comienza a popularizarse ya que permiten, de una forma muy flexible, que lo propio continúe siendo “propio” hasta último momento, y a partir de ahí dejárselo a quien cada uno quiera, en los tiempos y formas que quiera.

Son varios los aspectos importantes que una persona debe tener en cuenta al momento de replantearse cómo organizar su cartera de inversión. La multiplicidad de factores y su implicancia entre sí determinarán el camino a seguir. Difícilmente, pueda funcionar una “cartera estándar”.

Cuando entendemos que todos los activos y el patrimonio deben considerarse, así como los efectos tributarios y de protección de activos, queda claro que la “personalización” es la clave cuando se trata de armar una cartera de inversión. Algunos ya lo empiezan a llamar “arte”.

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