Diario de viaje: a la ruta con la Amarok, la Tiguan y el Virtus

Un fin de semana con tres autos insignia de la marca. La “Experiencia Volkswagen” que vivió Los Andes. Acá te contamos cómo respondieron.

Diario de viaje: a la ruta con la Amarok, la Tiguan y el Virtus
Diario de viaje: a la ruta con la Amarok, la Tiguan y el Virtus

El sol se pone sobre el Paraná y la ruta 12 enfila hacia la provincia de Buenos Aires. La Amarok V6 se desliza sin inmutarse. El motor apenas se siente. Suena en la cabina Soda Stéreo, vía Spotify. El GPS ya está desactivado. Había cumplido su misión: llevarnos a Entre Ríos. Casi un touch and go para cruzar el puente Zárate Brazo Largo.

Cinco horas antes, ese sábado, habíamos llegado al hotel, en Los Cardales, sobre la ruta nacional 9, a 60 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires.

Antes de almorzar y aun de ir a la habitación habíamos bajado a la cochera. Allí estaban esperando los motivos de nuestro viaje: los tres vehículos que íbamos a probar como parte de la "Experiencia Volkswagen".

¿En qué consiste esa experiencia? Un fin de semana para Los Andes con la Amarok V6 Highline (fabricada en la Argentina), una Tiguan Allspace Trendline (de origen mexicano) y un Virtus Highline (hecho en Brasil) a nuestra disposición. Los tanques están llenos para salir a la ruta.

Rumbo al Paraná

Llegó el momento de elegir el vehículo para la primera salida. El ronroneo del V6 de la Amarok hizo fácil la decisión. Un rápido vistazo al navegador definió el destino. Pusimos "Directa" y salimos por la ruta 9 al noroeste.

Casi sin darnos cuenta íbamos en octava. El motor empuja sin el más mínimo esfuerzo y la camioneta se desliza por la ruta. Ya se sabe: la Amarok es como un tren, que avanza firme pero con máxima suavidad. Sólo alguna imperfección grande del camino hace recordar a bordo de qué tipo de vehículo estamos.

Basta una pisada más profunda al acelerador  para que la caja baje un par de velocidades y el V6 haga sentir su poder y su sonido. Entonces, el motor levanta vueltas hasta llegar nueva y fácilmente a octava. La máxima permitida en la 9 (130 km/h) habilita esa maniobra. A ese ritmo, la computadora indica que el consumo es de algo más de 11 litros cada 100 km. 

Para los que siempre hemos dicho preferir la caja manual,  una automática de este tipo nos hace entrar en contradicciones. En directa, pasa de una velocidad a otra sin percibir ni un salto. Los cambios se hacen cuando el motor apenas sobrepasa las 2.000 rpm. 

Pero también, si se quiere más adrenalina, basta mover apenas la palanca hacia atrás medio centímetro para que entre en acción la versión "Sport". Entonces sí, el motor tira más vueltas en cada velocidad y la aceleración es otra.

Para quienes quieren "intervenir" en esa aceleración, siempre está la opción "Manual": basta tocar una de las levas que están en el volante para activarla y entonces sí decidir a cuántas vueltas se sube o baja de marcha.

De la 9 pasamos a la 193, de ésta a la 12. Zárate se levanta a la izquierda con sus edificios. Enfilamos hacia el primero de los puentes, el que cruza sobre el río Paraná. Después de otro tramo de ruta, viene el segundo puente, ahora sobre el Paraná Guazú. Ya llegamos a Entre Ríos.

Ficha

Amarok Highline V6

Motor 3.0 TDI de 224 CV  y 550 Nm de Torque.

Caja automática de 8 velocidades y doble tracción 4Motion permanente

Climatizador bizona.

Tapizado de cuero

Cámara de retroceso.

Frenos a disco en las cuatro ruedas y llantas de 19”.

Precio: $ 1.240.000

A San Antonio de Areco

Es domingo a la mañana y nuevamente apelamos al mapa virtual para elegir nuestro destino: San Antonio de Areco, sobre la ruta 8.

Para esta excursión, sacamos a la ruta la nueva Tiguan. Fabricada en México, tras el restyling perdió algo de su concepto SUV (Sport Utility Vehicle) y se acercó más al de un Crossover, con un toque más "familiar".

Lo que la nueva imagen transmite se siente en la ruta. El Tiguan nació para viajar. La versión que manejamos es la "básica": no tiene tapizado de cuero, es 4x2 y tiene un motor turbo 1.4 de 150 CV con caja automática de seis velocidades. Hay otras dos versiones, más caras, que vienen con un motor turbo de 2 litros y 220 CV, caja automática de 7 velocidades tracción integral y más equipamiento tecnológico y de confort.

Pero tras recorrer 200 km, la sensación que quedó es más que agradable. El confort interior y el equipamiento son los necesarios hoy para cualquier travesía, el andar está lejos del estilo “durito” con el que suele asociarse a la marca y gracias a los controles de tracción y estabilidad va bien en los curvones y en las rectas, sin oscilaciones de ningún tipo pese a su altura.

El motor 1.4 (que también equipa al Golf y al Vento) traslada a la Tiguan sin titubeos: tiene buena salida, acelera parejo y sobrepasa camiones y micros en las rutas de doble mano sin ninguna dificultad. Ni hablar si se usa la caja en modo Sport o Manual.

Pero no sólo del turbo vive la Tiguan. Aunque se trata de un motor eficiente (marca 8 litros a 130 km/h), para optimizar el consumo de combustible tiene la función "Eco": cuando se viaja sin exigirle vueltas al motor, dos cilindros dejan de funcionar. Apenas se pisa el acelerador algo más, vuelven a activarse. Así, a 90 km/h la computadora marca un consumo de 3 litros cada 100 km.

Con el mismo fin de economizar, cuando se para en un semáforo, el motor se apaga si se mantiene apretado el freno. Apenas se suelta el pedal, vuelve a arrancar.

Almuerzo mediante, partimos de nuevo hacia la ruta y optamos por el camino largo: tomamos la ruta 41 hacia el sur, hasta encontrarnos con la 7.

Allí, volvimos a apuntar al este, pasamos por San Andrés de Giles y llegamos a Luján. De allí, otra vez a Los Cardales tras retomar la 6.

Ficha 

Tiguan Allspace Trendline 

Motor 1.4 turbo con 150 CV de potencia y un torque de 255 NM entre 1.500 y 3.500 rpm.

Caja automática DSG de 6 velocidades.

Climatizador bizona.

Capacidad: 7 pasajeros.

Control de tracción y estabilidad, cámara trasera.

Precio: U$S 38.950

Atorados en el tránsito porteño con el virtus

Junto con el Polo, marcan el inicio de la nueva generación de VW para la región, con una fuerte apuesta a la tecnología.  Ya oscureció y pese a que sabemos que a esa hora el ingreso a la Ciudad de Buenos Aires se complica, decidimos arriesgarnos a sufrir el embotellamiento. Son las 19.05 y en el Virtus salimos a la ruta 9.

Subirse al último VW es visualmente placentero: desde el tablero digital (una pantalla de 10 pulgadas) se accede a toda la información. Así, el velocímetro y el tacómetro rodean el mapa del camino que hacemos cuando el navegador está activado, pero también puede aparecer en el medio de ambos la velocidad expresada en números digitales. Esto es lo que llama "infotenimiento" y en lo que ha puesto la máxima atención la marca alemana.

Pero también, velocímetro y tacómetro pueden desaparecer y dar lugar a toda la información de la computadora de abordo: extensión del viaje, velocidad promedio, consumo promedio, etc. Eso sólo en el tablero. Además, está la pantalla  de 6,5 pulgadas del sistema Composition Touch, que reúne GPS, música y la conexión al celular.

El Virtus es un sedán familiar de amplio espacio interior, tanto adelante como atrás, donde pueden viajar tres niños o bien dos adultos cómodamente, sin el riesgo de que choquen las rodillas con el respaldo de las butacas delanteras. Ese perfil lo completa un baúl de 521 litros, de esos en los que entra casi todo.

El tránsito complicado del camino, con largos minutos sin avanzar un metro y la necesidad de avanzar en un mar de autos, puso en evidencia que al motor le falta brío. O tal vez no sea lo ideal conjugarlo con la caja automática. Por eso, para salir mejor de los atolladeros, fue necesario usarla en modo Sport. 

Pero al fin de cuentas, quien busca un vehículo de este tipo piensa más en el confort que en la potencia.

Ficha

Virtus Highline 

Motor 1.6 con 110 CV de potencia y caja Triptronic de 6 velocidades.

Sistema de navegación con pantalla de 6,5”.

Climatizador

Velocidad crucero

Llantas de aleación de 16”.

Cámara trasera para estacionar.

Precio: $ 551.000

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