El director técnico de la selección argentina de Fútbol, Lionel Scaloni, habló, visiblemente conmovido, sobre la partida del entrenador Miguel Ángel Russo.
Evocó con sentidas palabras a su colega, previo al partido ante la selección de fútbol de Venezuela. "Nos dejó en shock la noticia", dijo
El director técnico de la selección argentina de Fútbol, Lionel Scaloni, habló, visiblemente conmovido, sobre la partida del entrenador Miguel Ángel Russo.
En el arranque de la conferencia de prensa, el DT del combinado nacional manifestó: “Ayer recibimos la triste noticia del fallecimiento de Miguel. Estábamos todos al tanto de la situación, pero cuando sucede, y un tipo tan querido en el mundo del fútbol, te deja en shock. Dejó una huella, será imborrable”.
En sintonía, agregó: “Sinceramente muy pocas veces se ve que estén todos de acuerdo del pensamiento de cómo es una persona”.
En el final de su declaración, Scaloni manifestó: “Estoy muy triste. Mandamos un abrazo a toda su familia y seres queridos. A nosotros nos agarró en el medio del entrenamiento y nos dejó descolocados. No sabíamos qué hacer. Quedamos en shock e hicimos ese minuto de silencio”.
“Ha dejado un legado de cómo tiene que ser uno, de cómo tiene que comportarse dentro de una cancha de fútbol”, cerró Scaloni.
La conmoción en la voz de Scaloni reflejó lo que todo el fútbol argentino siente por estas horas. No hablaba solo un entrenador, sino un discípulo del juego que reconocía en Russo a uno de sus grandes maestros.
La noticia lo encontró trabajando, como seguramente hubiera querido Miguel, pero la rutina se detuvo: el silencio se impuso entre los jugadores, las miradas se cruzaron, y el dolor compartido se transformó en homenaje. Porque, más allá de los títulos y las victorias, Russo representaba la esencia más pura del deporte: la nobleza, la paciencia y la convicción de que se puede triunfar sin perder la bondad.
El recuerdo de Miguel Ángel Russo quedará grabado en cada cancha donde alguna vez caminó, en cada jugador al que aconsejó, y en cada colega que aprendió observando su ejemplo.
Scaloni, como tantos otros, lo despidió con respeto, pero también con gratitud. Porque hombres como Russo no se van del todo: dejan enseñanzas, dejan huellas, dejan luz. Y aunque el fútbol continúe, nada volverá a ser exactamente igual sin él.