Lo peor que podía pasar, finalmente pasó: Godoy Cruz descendió de categoría. Después de 17 temporadas ininterrumpidas en Primera División, el Tomba no logró sostener ni siquiera la ilusión de un partido de reválida o un desempate. Así, perdió su lugar en la elite del fútbol argentino y cayó a la Primera Nacional.
Un escenario doloroso para un equipo que hace apenas unos meses se ilusionaba con un gran papel en la Copa Sudamericana, más allá de su andar irregular en la Liga Profesional. La dirigencia buscó corregir el rumbo con cambios de entrenador que, lejos de ordenar el panorama, profundizaron el desconcierto. Muy pocos vieron venir lo que finalmente ocurrió, sobre todo quienes debían preverlo, confiados en un promedio que parecía -solo parecía-suficiente.
La apuesta de Omar Asad no alcanzó:
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El Turco Asad entendió las necesidades y puso un equipo ofensivo que jugó su mejor partido, pero no pudo evitar el peor escenario. El Tomba fue un equipo abatido por las circunstancias, incapaz de manejar la presión ni de crecer desde lo colectivo. Un plantel que dejó mucho que desear a lo largo de una temporada que quedará marcada como una de las más tristes en la historia del club. No es un golpe irreparable, pero sí una herida profunda que obliga a empezar otra vez desde atrás.
Las caras desencajadas, el llanto de varios jugadores -especialmente aquellos surgidos de la cantera y otros que se identificaron con la institución- se mezclaban con el desconsuelo general en las tribunas. Hubo bronca, frustración y una sensación de vacío inmensa en ese estadio que tantas veces rugió por el Expreso, uno de los clubes más grandes del interior del país.
De aquellos días gloriosos en copas internacionales y en duelos contra los más poderosos, se pasó a este presente que obliga a barajar y dar de nuevo. No es la primera vez: ya en 2007 el club había descendido, para luego regresar en 2008 y construir desde allí su mejor etapa histórica.
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El estadio remodelado, moderno y preparado para grandes desafíos, se convirtió en testigo de un plantel que no logró -o no supo- estar a la altura. Y fue también el escenario donde el sueño se quebró. Y allí, silencioso en un rincón, el tanque testigo mudo de tantas batallas presenció una nueva desilusión, otra herida más en la memoria del Expreso, de la que tarde o temprano este Bodeguero sabrá levantarse.
La llegada del Turco Asad, en medio de la emergencia, no pudo generar el impacto esperado. Esa chispa mágica que muchos imaginaban nunca apareció. Los partidos pasaron, y la angustia y la ansiedad terminaron devorando cualquier estímulo o confianza.
Godoy Cruz empató con Riestra y se condenó:
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Hoy Deportivo Riestra, el Malevo, selló el destino del Expreso. A pesar de que los resultados en Mar del Plata daban un hilo de esperanza -cuando San Martín de San Juan le ganaba parcialmente a Aldosivi-, fue el propio Tomba quien no pudo aprovechar la única soga que se le tendía desde otro equipo cuyano. Un triunfo mendocino habría obligado a un desempate entre sanjuaninos y mendocinos. No fue posible. Y ya no lo será. Porque la victoria de los marplatenses dejó sin chances a los mendocinos.
El fútbol mendocino venía de dos hitos históricos: el ascenso de Gimnasia y Esgrima, campeón de la Primera Nacional, y la consagración de Independiente Rivadavia en la Copa Argentina, primera estrella para un club de la Liga Mendocina. Pero esta tarde sufrió un golpe durísimo: el descenso de Godoy Cruz después de 17 años en Primera. Un lamento que atraviesa colores y camisetas. Porque hoy, incluso, el Feliciano Gambarte también lloró.